Agradecido con quienes sostienen la vida de la Iglesia
By BISHOP JOEL KONZEN, SM | Published diciembre 3, 2020 | Available In English
Desde que volvió a reanudarse el culto público a finales de mayo, y las confirmaciones y otros eventos parroquiales en julio, los obispos hemos estado en las comunidades con mayor frecuencia, aunque no tanto como antes de la llegada de la pandemia. Ha sido alentador ver de primera mano las adaptaciones que las parroquias han hecho para seguir sirviendo a sus miembros, así como los esfuerzos adicionales que están haciendo nuestros sacerdotes y diáconos para servir a sus rebaños.
Algunos éxitos incluyen la celebración de misas al aire libre, lo cual permite a los feligreses asistir con sus sillas o, en algunos casos, en sus automóviles. Estos esfuerzos han podido llevase a cabo gracias a diferentes niveles de gastos adicionales, desde grandes carpas hasta un transmisor de radio económico, pero estas misas han sido recibidas con entusiasmo donde se han ofrecido. En otros casos, las parroquias han ampliado sus espacios auxiliares aprovisionando las salas o pasillos con equipo y sillas bien espaciadas para que haya más asientos disponibles en la iglesia propiamente dicha.
Los esfuerzos para distribuir la Sagrada Comunión de manera segura, satisfaciendo así el hambre principal de aquellos que han regresado a las misas, han sido varios, pero están dirigidos al compartir responsable y necesario de la Eucaristía. Algunas parroquias tienen “estaciones” distanciadas para la recepción de las especies sagradas; otras tienen pantallas de plexiglás para minimizar la transmisión aérea de la respiración; y la gran mayoría tienen procedimientos rigurosos de uso de desinfectante de manos para quienes distribuyen la comunión.
Aproximadamente, el 10 por ciento de nuestros sacerdotes ha obtenido resultados positivos en sus pruebas de COVID-19. De estos, la mayoría no están seguros de cómo se contagiaron con el virus, lo que atestigua el hecho de que sus interacciones son muy variadas durante la semana, incluyendo misas, confesiones, matrimonios y funerales, visitas a hospitales, visitas a domicilio y contactos aleatorios. Todos han entrado en cuarentena y, cuando ha sido necesario, sus contactos han sido rastreados. A veces el horario de las misas en la parroquia ha podido mantenerse, pero en otras ocasiones, ha tenido que reducirse o interrumpirse necesariamente. Solo dos sacerdotes han sido hospitalizados y estamos agradecidos de que estén sanos y de que hayan regresado a su ministerio.
Si bien las prohibiciones continúan o han vuelto a muchos de los hospitales y hogares de ancianos, nuestros sacerdotes y diáconos en algunos casos han podido llevar la Sagrada Comunión a los enfermos y personas mayores, pero en otros casos han tenido que comunicarse por teléfono o por Zoom para verificar el estado y el espíritu de las personas. Los voluntarios laicos de las parroquias también han participado activamente en estos esfuerzos. Tenemos un pequeño número de sacerdotes que han asumido la tarea de visitar a los enfermos graves e infectados por COVID-19 para ofrecer el Sacramento de la Unción de los enfermos o el Viático, cuando la instalación se los permite. Ellos son dignos de elogio por esta actividad generosa, que les exige vivir separados de los demás sacerdotes y someterse a controles frecuentes de su propia salud.
En general, hemos descubierto que el regreso de más personas a misa cada semana no ha resultado en una propagación notable del coronavirus. Esto se debe en gran parte al cumplimiento de las medidas establecidas, como los cubrebocas, el distanciamiento y el uso cuidadoso de desinfectantes. Hay parroquias que estaban utilizando un sistema de reservaciones, pero han descontinuado ese procedimiento para facilitar la asistencia en el último momento, aunque en esos casos existe la posibilidad de ser rechazado si se han ocupado todos los espacios.
El ingenio y la iniciativa que se exhiben en nuestras parroquias es realmente impresionante, al igual que el compromiso de sacerdotes y diáconos para encontrar formas de resolver los problemas que surgen y mantener la disponibilidad de los sacramentos y los otros medios para el bienestar espiritual, tales como las devociones y la dirección espiritual. Apreciamos sus oraciones por todos los que están trabajando para sostener la vida de la Iglesia bajo circunstancias difíciles. En este Día de Acción de Gracias, ofrezco una oración de agradecimiento por todo nuestro clero y ministros laicos y, junto con ustedes, espero con ansias el enfoque del Adviento en Cristo, quien es nuestra bendición incomparable.