Lo Que He Visto Y He Oído (15 Abril 2010)
Published abril 15, 2010 | Available In English
Una vocecita detrás mío expresó en voz baja: ¡“Soy de Atlanta!” Michael, un alumno de tercer grado de la Escuela St. Catherine of Siena, Kennesaw, se presentó mientras nos organizábamos para comenzar la misa durante la Convención de la Asociación Nacional de Educación Católica (NCEA por sus siglas en inglés) que se llevó a cabo en Miniápolis durante la semana de Pascua. Indudablemente el niño estaba allí con alguno de sus padres que asistían a la reunión de educadores y catequistas católicos.
Su grande sonrisa dejó ver los alambres centelleantes del aparato de ortodoncia y su evidente alegría de haber encontrado a su Arzobispo, y una vez más me di cuenta del privilegio y la responsabilidad que asumimos nosotros, los que nos dedicamos a la educación católica, con el cuidado de los jovencitos.
Michael también me recordó que, al poco tiempo de llegar a Atlanta como Arzobispo, tuve la visita de una delegación de alumnos de primaria de la Escuela St. Catherine. Los niños me obsequiaron una estatuilla de Santa Catalina y naipes con forma de oveja porque querían recordarme de que ellos eran las ovejas que yo, como su nuevo arzobispo, debía cuidar. Nunca olvidé esa primera visita. Y ahora que los delegados de esa visita son alumnos de secundario (junior high), quiero que sepan que todavía aprecio muchísimo aquella visita inicial cuando vinieron a mi oficina y me recordaron de cuidar de ellos que eran, y todavía son, las ovejas de la Iglesia regional.
Todos los años durante la semana de Pascua la NCEA tiene su convención anual (en el 2006 se realizó en Atlanta) que reúne a miles de catequistas, maestros y educadores religiosos que trabajan en la misión de la Iglesia de formación y educación cristiana en todo el país. Estos hombres y mujeres maravillosos toman muy en serio su obligación de transmitir la fe católica a nuestros alumnos. Edifican sobre el testimonio de fe que los niños deben encontrar primero en sus propios hogares y en la vida de sus padres y familiares.
En la convención hay una gran cantidad de puestos de venta, y la mercadería va desde uniformes escolares a programas educacionales de computación, libros de educación religiosa, y recursos para recaudar fondos y para contabilidad. Pero lo más importante es que la convención reúne a hombres y mujeres que han dedicado su vida a la educación de los jóvenes en la fe católica dentro de un escenario profesional de muto apoyo y estímulo. Los religiosos y los laicos que trabajan en nuestras escuelas y parroquias, y capacitan y forman a la nueva generación de católicos, son un recurso valioso en todas las comunidades.
Estamos llegando al final del año académico y me gustaría agradecer especialmente a los administradores, maestros, catequistas, y ministros juveniles que trabajan con los jóvenes de la Arquidiócesis de Atlanta. Son una cohorte de individuos generosos y dedicados que trabajan duro y cumplen con sus responsabilidades con suficiencia excepcional. Cuidan de las ovejas de esta comunidad, y todos estamos sumamente agradecidos por todo lo bueno que hacen por los niños y por los padres que les confiaron sus ovejas.