Atlanta
Nuevo nombre se enfoca en evangelización
By ANDREW LICHTENWALNER | Published enero 26, 2022 | Available In English
A partir de la Fiesta de la Conversión de San Pablo (25 de enero), la oficina arquidiocesana de Formación y Discipulado tendrá un nuevo nombre: Oficina de Evangelización y Discipulado. ¿De qué se trata este nombre y en qué consiste?
La Oficina de Formación y Discipulado u OFD (la cual pronto será OED) apoya a los líderes catequéticos y a otros ministerios que sirven a jóvenes y adultos en parroquias y campus universitarios con el fin de ayudar a renovar la vida parroquial/universitaria y la vida familiar. En los últimos años, esta oficina ha estado haciendo un esfuerzo por enfocarse más intencionalmente en la misión evangelizadora, la cual está en el corazón de todo el apoyo ministerial que ofrece (y en el corazón de la Iglesia misma). Para obtener más información, visite www.evangelizationatl.com.
En 2020, el Papa Francisco aprobó la publicación de un nuevo “Directorio para la catequesis”. El documento orienta a todos aquellos responsables de la catequesis y de la formación, y dice claramente: Es urgente enmarcar todo en términos de evangelización, como principio fundamental que guía la actividad eclesial como un todo. (n.º 297)
Ha llegado el momento de traer más intencionalidad a la centralidad de la evangelización en todas las áreas del ministerio de la Iglesia, especialmente en sus ministerios catequéticos. De ahí el cambio de nombre de formación a evangelización. La formación continúa siendo esencial. Entendemos que ese término abarca todo lo que significa la palabra “catequesis” o “formación de discipulado”. Sin embargo, la catequesis es parte de la obra de evangelización y debe buscar ser cada vez más intencionalmente “evangelizadora” o, como dice el Papa Francisco, “kerigmática” (perteneciente a la proclamación del Evangelio).
Evangelizar significa anunciar y compartir el Evangelio, la Buena Nueva de Jesucristo, e introducir a las personas en la aventura de una relación y unión con Jesús a través de su Iglesia. Cada uno de los bautizados está llamado a evangelizar y a dejarse transformar por el Evangelio de una manera continua.
En su libro, “Rescatado”, el Padre John Riccardo habla de cuatro dimensiones básicas del mensaje del Evangelio o kerygma, la historia que sustenta cada una de nuestras historias, con las siguientes cuatro palabras: creado, capturado, rescatado y respuesta. Hemos sido creados por puro amor y hemos sido rescatados por Jesucristo de las trampas de nuestros propios pecados, de la muerte y del diablo. Jesús nos invita a cada uno de nosotros a responder, a convertirnos en discípulos y a hacer discípulos de todas las naciones.
La misión de la Iglesia nunca ha cambiado, pero la cultura ha cambiado, lo cual requiere que todos en la Iglesia (familias, parroquias, diócesis, etc.) nos auto examinemos. ¿Conocemos y vivimos la historia? ¿Estamos ardiendo con el Espíritu Santo? ¿Cómo estamos evangelizando y haciendo discípulos con el ejemplo que damos con nuestras vidas? ¿Cómo estamos acompañando a otros en su sanación personal, ayudando a eliminar posibles obstáculos para la evangelización y fomentando una cultura de encuentro con Jesucristo?
En su libro “De la cristiandad a la misión apostólica”, Mons. James Shea cita al Papa Francisco: “Hermanos y hermanas, ¡la cristiandad ya no existe!” Los recursos culturales que solían reforzar la conexión con la Iglesia y el crecimiento en la fe y el discipulado ya no existen. Requerimos de una nueva intencionalidad de las familias, las parroquias, las escuelas y los ministerios para fomentar una relación real con el Señor Jesús, para encontrar de nuevo a Jesús y su Evangelio, y para crecer como discípulos juntos como familia de la Iglesia.
A medida que esta oficina arquidiocesana comienza un nuevo capítulo en el servicio a la parroquia, el campus y la vida familiar, oremos todos por lo que San Juan Pablo II llamó “una nueva primavera” de evangelización en toda la Iglesia y en esta arquidiócesis, comenzando con una conversión más profunda de nuestros propios corazones. ¡Ven, espíritu santo! ¡San Pablo, ruega por nosotros!