Raleigh
Dos mil personas presenciaron la dedicación histórica de la nueva catedral de Raleigh
By KATE TURGEON WATSON, Catholic News Service | Published agosto 4, 2017 | Available In English
RALEIGH, N.C. (CNS) — La Diócesis de Raleigh comenzó el día con la catedral católica más pequeña de los Estados Unidos continentales. Pero el 26 de julio, cuando concluyó la dedicación de la nueva catedral, la diócesis poseía una de las más grandes del país.
El Obispo Michael F. Burbidge dijo refiriéndose a la Catedral de Holy Name of Jesus, “(las personas) van a entrar a esta catedral para reunirse alrededor de este altar…, desde el cual recibirán el pan de la vida y la copa de la salvación. Esta es nuestra casa. Esta es nuestra iglesia madre…, la cual nos permitirá reunirnos en grandes números”.
La Catedral de Holy Name of Jesus, ubicada en Raleigh, tiene un área de 44.000 pies cuadrados y puede albergar a 2.000 personas.
El Obispo Burbidge, obispo actual de la Diócesis de Arlington, Virginia, sirvió como obispo de Raleigh durante gran parte del proyecto de la catedral y fue el celebrante principal de la misa de dedicación. Dentro de los con celebrantes sentados en el altar se encontraban el Cardenal Roger M. Mahony, arzobispo retirado de Los Ángeles; el Cardenal Justin Rigali, arzobispo retirado de Philadelphia; el Arzobispo Wilton D. Gregory, arzobispo de Atlanta; el Arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico en los Estados Unidos; Mons. Michael Shugrue, administrador diocesano y el Obispo Luis R. Zarama, quien será instalado como sexto obispo de Raleigh el 29 de agosto.
Más de 130 sacerdotes, 50 diáconos y 15 seminaristas asistieron a la misa, la cual comenzó con el himno de entrada “I Will Praise Your Name Forever “, una pieza original de 10 versos compuesta por Michael Accurso, director de música litúrgica de la diócesis. Este himno, basado en el Salmo 145, fue cantado en inglés, francés, español, vietnamita, igbo, coreano, tagalo, latín y Swahili.
Más de 20 músicos y 70 coristas estuvieron a cargo de los sonidos armoniosos que emanaban del área del coro. La procesión incluyó una guardia de honor de los Caballeros de Colón, compuesta por más de 30 caballeros de toda la diócesis.
La misa incluyó una ceremonia simbólica de la entrega de la llave de la catedral. Representantes involucrados en la construcción de la catedral entregaron la llave al Obispo Burbidge, quien a su vez, la entregó a su sucesor, el Obispo Zarama.
El Arzobispo Pierre leyó una carta oficial del Vaticano la cual designaba a la Catedral de Holy Name of Jesus como la iglesia madre de la diócesis. En 1924, Sacred Heart, una iglesia con una capacidad de 300 personas ubicada en el centro de Raleigh, desempeñó previamente esa misma función.
“Que sus vidas revelen cada día la obra de la gracia de Dios”, dijo el Arzobispo Pierre a los presentes.
Como parte de la misa de dedicación, el Obispo Burbidge bendijo el agua, la cual utilizó más adelante para bendecir a la congregación y purificar los muros y el altar de la nueva catedral.
“Señor, bendice esta agua; santifícala”, dijo. “A medida que es roseada sobre nosotros y a través de esta iglesia hazla una muestra de las aguas salvadoras del bautismo…, y permite que todos los que estamos aquí presentes hoy y en el futuro para celebrar tus misterios en esta iglesia, estemos unidos por fin en la ciudad santa de tu paz”.
Dos lectores, la feligrés Tricia Moylan y el seminarista Noé Ramírez, presentaron el nuevo leccionario, o Libro de las Escrituras, al Obispo Burbidge, quien lo expuso a la congregación.
Moylan leyó en inglés del Libro de Nehemías y Ramirez leyó en español de la Carta de San Pablo a los Efesios.
En su homilía, el Obispo Burbidge habló sobre el nombre de la nueva catedral, anotando que la propiedad en la cual se erigió una vez fue el hogar de un orfanato católico, el cual tenía una capilla llamada Holy Name of Jesus.
“Sabíamos que ese tenía que ser el nombre”, dijo el Obispo Burbidge.
Habló sobre el santo nombre de Dios, pidiendo a la gente de la diócesis referirse a él siempre con reverencia. “Creo firmemente que la reverencia por el santo nombre de Dios nunca debe ser tomada en vano, es un testimonio que todos necesitamos ofrecerle a la sociedad ahora más que nunca”, dijo. “Querida Diócesis de Raleigh, les pido que por favor renueven ese compromiso hoy”.
El Obispo Burbidge compartió una experiencia que tuvo el 9 de diciembre de 2015, cuando representó a la diócesis y presentó la piedra angular de la catedral al Papa Francisco para su bendición.
En una nota más informal, también compartió un reto de ese día. “La parte más difícil fue tratar de explicarle a la Guardia Suiza lo que tenía en mis manos”, dijo riéndose, al mismo tiempo que la congregación reía con él.
“Esa piedra angular, ahora situada en nuestro edificio, es un recordatorio de la verdad que escuchamos hoy (en las escrituras)”, continuó. “Nuestra fe esta erigida sobre una fundación… con Jesucristo como piedra angular”.
El Obispo Burbidge también habló sobre el futuro de la diócesis y sobre el Obispo Zarama, su próximo pastor, mencionando que “en el plan divino de Dios, él ha sido confiado con el cuidado pastoral de esa diócesis”.
El rito de dedicación comenzó con la letanía de los santos, seguido por la presentación de las reliquias a los altares por los ex rectores de la catedral Mons. Shugrue, Mons. Jerry Lewis, Mons. Jerry Sherba, el Padre Daniel Oschwald y el Padre Pasionista Justin Kerber, quien es el rector actual. El Obispo Burbidge guardó las reliquias en el altar principal, mientras que el Obispo Bernard E. “Ned” Shlesinger III, recientemente ordenado como obispo auxiliar de Atlanta y ex sacerdote de Raleigh, hizo lo mismo en la capilla de la catedral. Un total de 21 reliquias, fueron depositadas.
Se ofreció la oración de dedicación y los asistentes respondieron con un rotundo “Amén” a las palabras del obispo.
Vestido con un simple delantal blanco amarrado a la cintura sobre su casulla, el Obispo Burbidge recogió sus mangas y ungió el altar principal y la iglesia con crisma sagrado; el Obispo Shlesinger ungió el altar de la capilla.
Junto a los sacerdotes asistentes Mons. David Brockman y el Padre Kerber, el Obispo Burbidge ungió las paredes trazando una cruz en doce puntos a lo largo de la catedral. Después siguieron el incensario y la iluminación del altar y la iglesia.
Alrededor de una docena de miembros de la parroquia y del personal del Centro Católico vistieron el altar con lencería y el santuario con arreglos florales que incluyeron vegetación ornamental y hortensias blancas. Cinco personas, entre ellos un hombre quien una vez vivió en el orfanato que ocupaba anteriormente la propiedad, presentaron las ofrendas.
Por momentos, las lágrimas rodaron por las mejillas de muchos de los presentes, especialmente durante la comunión, cuando un solo rayo de sol brilló exclusivamente sobre el crucifijo.
Una de las asistentes, Ginger Ward-Presson, feligrés de Our Lady of Lourdes, dijo que esta había sido la misa más hermosa a la que había asistido.
“Esto fue increíble… magnífico. De hecho, hizo que se me salieran las lágrimas. Hubo muchos momentos significativos, especialmente aquellos con la orquesta… “Simplemente creo que no hay palabras para describirlo, dijo Ward-Presson a NC Catholics, la revista diocesana de Raleigh. “Creo que la liturgia fue hermosa, conmovedora y reflexiva. El solo hecho de poder apreciar este tipo de liturgia es trascendental y al mismo tiempo elegante y honorífico. Creo que la catedral es todo lo que el obispo dijo de ella y mucho más”.
Turgeon Watson es la editora de NC Catholics, la revista de la diócesis de Raleigh.