Un Viaje de Esperanza a Filipinas
By EL ARZOBISPO GREGORY J. HARTMAYER, OFM Conv. | Published marzo 22, 2024 | Available In English
¡Paz y todo bien! Espero y oro para que estén teniendo una Cuaresma fructífera. En su mensaje de Cuaresma, el Papa Francisco nos animó a tener un espíritu contemplativo durante la temporada para que podamos crecer en nuestro amor por Dios y el prójimo.
El pontífice escribió, “Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos, encontramos compañeras y compañeros de viaje”. Estas palabras resonaron en mí durante mi viaje a Filipinas el 1 de marzo con Catholic Relief Services (CRS por sus siglas en inglés). Desde que me convertí en miembro de la junta de esta agencia en 2022, he viajado tres veces con ellos, incluyendo esta.
En la declaración de su misión, CRS habla de “caminar junto a las personas necesitadas, como una sola familia humana”. CRS no solo brinda ayuda de emergencia en tiempos de tragedia y desastres naturales, sino que también se asocia con otras organizaciones y trabaja con la población local en la creación de proyectos sostenibles que buscan mejorar la calidad de vida. Con 8.000 personas trabajando en 120 países alrededor del mundo, podemos estar orgullosos del trabajo de esta agencia. Durante más de 80 años, CRS ha practicado el mandato del Evangelio de Mateo 25:40: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Mi reciente viaje a Filipinas se llamó “Viaje de la Esperanza”. Nuestros anfitriones de CRS nos recibieron en el aeropuerto de Manila. Cada día comenzó con la santa Misa. No solo aprendimos sobre el trabajo de CRS y su colaboración con otras agencias caritativas como Caritas Filipinas, sino que fuimos testigos de primera mano de los muchos proyectos e iniciativas que buscan mejorar las vidas del pueblo filipino.
Fue maravilloso conocer a las personas que se están beneficiando del trabajo de estas agencias internacionales. Uno de los lugares que visitamos fue Tacloban, en la isla Letye, en la región de Visayas Oriental en Filipinas. El 8 de noviembre de 2013, el súper Tifón Haiyan (Yolanda) tocó tierra y golpeó Tacloban con vientos de casi 200 millas por hora y olas lo suficientemente fuertes como para estrellar barcos enormes contra las edificaciones.
Muchos pueblos y ciudades sufrieron una destrucción generalizada, con hasta el 90 por ciento de las viviendas destruidas en algunas zonas. Las secuelas del tifón subrayaron la importancia de la preparación en casos de desastre, la coordinación de la respuesta y el apoyo continuo para fomentar la resiliencia frente al impacto de la naturaleza.
Filipinas se embarcó en un camino de recuperación y reconstrucción con CRS como parte importante de este esfuerzo. Nuestro grupo visitó Dreamville, un proyecto de reasentamiento de CRS. Más de 800 familias se mudaron a viviendas resistentes a tifones y terremotos, equipadas con agua, electricidad, un centro comunitario para diferentes usos, mercados, parques y escuelas.
En el centro de la ciudad, hay una hermosa iglesia católica que lleva el nombre del místico capuchino con los estigmas, San Padre Pío, en donde celebramos misa para todo el pueblo. Al igual que todas las misas con las comunidades filipinas, ésta fue una verdadera celebración de fe. Me recordó los eventos que tuvimos en la Arquidiócesis de Atlanta hace unos años, cuando celebramos el 500º aniversario del cristianismo en Filipinas. Recuerdo las palabras del Santo Padre: “Han pasado quinientos años desde que el anuncio cristiano llegó por primera vez a Filipinas. Han recibido la alegría del Evangelio: Dios nos amó tanto que dio a su Hijo por nosotros. Y esta alegría se ve en su pueblo, se puede ver en sus ojos, en sus rostros, en sus cantos y en sus oraciones. La alegría con las que ustedes llevan su fe a otras tierras”.
Qué oportunidad tan maravillosa tuve de poder presenciar las palabras del Papa en acción. Mientras visitábamos a la gente de Dreamville, pudimos escuchar no solo sobre las casas, escuelas y negocios que se construyeron después del mortal tifón, sino también sobre las vidas reconstruidas. Fuimos testigos de la fe, la fuerza heroica y la resiliencia demostrada por tantos filipinos frente a desastres y catástrofes naturales. Hasta el día de hoy, el súper Tifón Haiyan sigue siendo uno de los desastres naturales más mortíferos en la historia de Filipinas. Más de 6.000 personas fallecieron y 4’1 millones fueron desplazadas.
Regresé a Atlanta con una nueva apreciación por el trabajo de Catholic Relief Services y su impacto en las vidas de tantas personas en todo el mundo. Tuve la bendición de ser acompañado por camaradas y compañeros de viaje en este Viaje de Esperanza.
Trabajar como embajador de CRS ha cambiado mi vida y ciertamente me ha hecho sentir más agradecido por lo que he recibido. A su vez, me ha motivado a querer ayudar más a los demás. Como dijo Santa Teresa de Ávila: “Cristo no tiene cuerpo, sino el tuyo, no tiene manos o pies en la tierra, sino los tuyos. Tuyos son los ojos con los que ve la compasión en este mundo. Tuyos son los pies con los que camina para hacer el bien. Tuyas son las manos con las que bendice todo el mundo”.
A medida que nos acercarnos a la Semana Santa y a la celebración de la Pascua, espero que nos acerquemos cada vez más al Señor Jesús en su gran sacrificio de amor y recordemos siempre sus palabras: “cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.