Manteniendo a nuestros sacerdotes con nuestras oraciones
By EL OBISPO JOEL M. KONZEN, S.M. | Published enero 1, 2024 | Available In English
En la reunión nacional de obispos estadounidenses en noviembre, el Arzobispo Broglio, presidente de la Conferencia de Obispos, dirigió un discurso en el que incluyó lo siguiente: “En nombre de todos los obispos, agradezco a quienes se esfuerzan por infundir vitalidad, compromiso y renovación en nuestras comunidades de fe y, al mismo tiempo, llegar a las periferias. En la primera línea de estos esfuerzos se encuentran nuestros sacerdotes, quienes son hombres comprometidos y apasionados por el Evangelio. Ellos son nuestros primeros colaboradores y dependemos mucho de sus incansables esfuerzos”.
Al escuchar sus palabras, supe lo que realmente tenía que decir. No solo los obispos dependemos del trabajo de nuestros sacerdotes, sino que también lo hace toda la Iglesia. Para nosotros los católicos, que nos enfocamos en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, los sacerdotes son gran parte del vínculo que mantiene unida a nuestra familia de fe. De una manera muy directa y personal, ellos supervisan la vida de fe en la que participamos los católicos. Cuando el sacerdote está enfermo o ausente, la congregación siente el efecto. Todos dependemos de la energía y motivación de nuestros fieles sacerdotes.
Como católicos, en esta temporada navideña somos más conscientes que nunca de que contamos con un inmenso obsequio en nuestra fe y en la práctica de la misma. El hecho de que Dios haya ejercido su cuidado constante enviándonos a su propio Hijo para retarnos y sanarnos, junto con su Espíritu Santo para santificarnos para nuestro viaje hacia el cielo, es algo extraordinario y por tal motivo le damos nuestras gracias en esta Navidad. Al enfocar nuestras miradas en el próximo año, en el que, por primera vez en décadas, tendremos un Congreso Eucarístico nacional en los Estados Unidos, agradecemos a Dios también por los sacerdotes que hacen posible que adoremos a Cristo resucitado de entre los muertos y construyamos lazos de compañerismo en nuestras parroquias y escuelas.
Cuando nosotros, los obispos, vamos a las parroquias, a menudo escuchamos a las personas expresar su admiración por sus sacerdotes, y sabemos que muchos están añadiendo oraciones por ellos más allá de las expresadas durante la Misa en la Plegaria Eucarística y en las Oraciones de los Fieles. Es justo recordar en nuestras oraciones a los sacerdotes que oran diariamente por las necesidades de tantas personas, por todo lo que nos beneficiamos de su generoso servicio.
En aquellas ocasiones en las que los sacerdotes de la arquidiócesis pueden estar juntos (en retiros, en la Misa Crismal anual, en la Convocatoria Bienal de Sacerdotes, en ordenaciones y funerales) es evidente que los sacerdotes obtienen parte de su fuerza y satisfacción del vínculo con otros sacerdotes. Existe una apreciación general por el reconocimiento de lo que requiere su liderazgo y la admisión del esfuerzo que a menudo necesita su servicio. Tal como lo dijo el Arzobispo Broglio, es el fuego de difundir el Evangelio de Jesucristo lo que impulsa a los sacerdotes a seguir adelante, a aprovechar cada oportunidad disponible para llevar la verdad del amor y la misericordia de Dios a todos los que anhelan conocer Su perdón y paz.
Si no han expresado recientemente su agradecimiento a los sacerdotes que hay en su vida, este podría ser un buen momento para hacerlo. Además del ocupado desempeño de sus tareas en nuestras parroquias, prisiones, hospitales, escuelas, misiones y oficinas, estos hombres sirven de inspiración para los seminaristas, quienes con mayor frecuencia ven en un sacerdote algo que creen que Dios los está llamando a imitar. Mientras equilibran sus propias preocupaciones sobre su gente, su salud, sus familiares y su eficacia, los sacerdotes no solo están presentes diariamente, sino que también oran todos los días para que la voluntad de Dios se convierta en testimonio y se lleve a cabo en las comunidades a las que sirven.
Refiriéndose a los sacerdotes, el Arzobispo Broglio agregó: “Ellos motivan gran parte de la labor caritativa de la Iglesia”. Tiene razón. Damos gracias a Dios por la bendición de Sus sacerdotes y por haberlos llamado al servicio de la Iglesia. Que Dios nos ayude a sostenerlos con nuestras oraciones y con nuestra cooperación.