Celebrando el regalo de San Francisco de Asís
By ARZOBISPO GREGORY J. HARTMAYER, OFM Conv. | Published octubre 4, 2023 | Available In English
Cuando se me nombró Obispo de Savannah en 2011, elegí como lema episcopal: ¡Pax et Bonum! (¡Paz y todo bien!).
San Francisco de Asís, de quien soy hijo espiritual, saludaría a sus hermanos con estas palabras. La paz y el bien son componentes centrales del carisma franciscano. Él disfrutaba utilizar esta frase y, a menudo, comenzaba y terminaba sus sermones y cartas con estas palabras. Pax et Bonum es un recordatorio de estar en paz en todo momento con todas las cosas y de vivir una buena vida.
Otro recordatorio de mi vocación de fraile franciscano conventual se puede ver en mi escudo de armas, la Tau, una figura basada en la forma de una letra griega. San Francisco firmaba sus escritos con una Tau, la pintaba en las paredes y puertas de los lugares donde se alojaba y recordaba a sus frailes que sus hábitos tenían la forma de una cruz Tau, ilustrando que debían salir al mundo vistiendo esta cruz como una encarnación de Cristo.
San Francisco actualizó el antiguo signo profético, recuperó su poder salvador y expresó la bienaventuranza de la pobreza, que es un elemento esencial del modo de vida franciscano. La Tau sirvió como sello de San Francisco y reflejó su profunda convicción espiritual de que la salvación de cada persona está solo en la Cruz de Cristo.
La Encarnación y la Pasión fueron centrales para la espiritualidad de este santo. En la Encarnación, Dios se hizo hombre y vino a la tierra como un recién nacido indefenso y vulnerable. Y por supuesto, la Pasión es inseparable de la Encarnación. La verdadera razón por la que Jesús vino a esta tierra fue para morir en la cruz por nuestros pecados. En sus oraciones, San Francisco reflexionaba a menudo sobre la humildad de la Encarnación y la caridad de la Pasión. Nosotros estamos invitados a hacer lo mismo.
El año 2023 es significativo en la vida de la familia franciscana por dos motivos. Primero, es el 800 aniversario de la aprobación de la Regla de San Francisco, la cual se remonta al momento en que recibió su llamado a la Pobreza Evangélica. En la misa, Francisco escuchó las familiares palabras de Jesús cuando comisionó a sus discípulos a continuar su trabajo: “No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento” (Mt 10,9-10). Estas palabras resonaron en él cuando respondió: “Esto es lo que quiero hacer con todas mis fuerzas”.
Al igual que en el caso de Jesús, muchos seguidores se sintieron atraídos por Francisco y su carisma de pobreza radical. El Papa Inocencio III aceptó una regla inicial en 1209 y así fue como se estableció la orden franciscana. En los años que siguieron, muchos otros se sintieron atraídos por la orden franciscana. Al ser más numerosos, surgió la necesidad de más estructura. En 1223, Francisco y dos de sus hermanos religiosos ingresaron a una ermita cerca de la ciudad italiana de Rieti. Después de 40 días de oración y ayuno, emitieron la Regla Final que el Papa Honorio III aprobó en 1223. Esta Regla es el fruto de la visión de San Francisco para sus seguidores, que pudieran vivir el Evangelio en un espíritu de pobreza y sencillez.
La Orden Franciscana se divide en tres ramas independientes, los Frailes Menores, los Franciscanos Conventuales y los Capuchinos. Me complace decir que contamos con las tres en la Arquidiócesis de Atlanta. Los frailes franciscanos conventuales sirven en las iglesias de St. Philip Benizi en Jonesboro y Holy Cross en Atlanta. Nuestros frailes capuchinos, con sede en Tucker, viajan por toda la arquidiócesis alimentando a los pobres y atendiendo sus necesidades espirituales. Los frailes menores han fusionado sus provincias norteamericanas para formar una sola, la Provincia de Nuestra Señora de Guadalupe, que estará ubicada en Hapeville. Todo esto brinda una gran alegría a este hijo espiritual de San Francisco.
La celebración de la Navidad de Francisco
La segunda conmemoración de este año se centra en lo que sucedió en la ciudad italiana de Greccio en la Navidad de 1223. A San Francisco, quien era diácono, se le pidió que asistiera en la misa de medianoche. Él proclamó el Evangelio narrando la primera Navidad y predicó sobre su importancia.
Llegó allí con ganas de celebrar esta fecha de una manera nueva, una misa de medianoche con un buey y un asno reales y con la gente del pueblo reunida alrededor para presenciar este pesebre navideño en vivo.
La Navidad era la fiesta más querida porque revelaba la profunda humildad de Dios al elegir ser un pequeño infante. Al hacerlo, San Francisco esperaba que la gente se viera reflejada a sí misma en la escena navideña. No se trataría solo de algo que sucedió hace muchos años en Belén, sino de algo que les estaba sucediendo en ese lugar y momento. Todos podrían ver que el Niño Jesús viene a nosotros en nuestro propio lugar y momento en Navidad.
San Francisco quería mostrar a todos los presentes lo cerca que estaba Dios de ellos, lo humilde que es, lo parecido a un niño que nos ama incondicionalmente. Emmanuel: Dios está con nosotros y podemos amarlo con afecto y amor desbordante, como Dios nos amó a nosotros primero y continúa amándonos. El Papa Francisco nos recuerda: “Desde la infancia y en cada etapa de nuestra vida, el pesebre nos enseña a contemplar a Jesús, a experimentar el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él”.
San Francisco quería mostrar a todos los presentes lo cerca que estaba Dios de ellos, lo humilde que era, lo parecido que era a un niño que nos ama incondicionalmente. Emmanuel: Dios está con nosotros y podemos amarlo con afecto y amor desbordante, como Dios nos amó a nosotros primero y continúa haciéndolo. El Papa Francisco nos recuerda: “Desde la infancia y en cada etapa de nuestra vida, el pesebre nos enseña a contemplar a Jesús, a experimentar el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él”.
Celebramos estos aniversarios durante el papado del Papa Francisco. El Santo Padre afirmó que eligió su nombre por el ejemplo de San Francisco de Asís, “el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación”. El 4 de octubre fue la Fiesta de San Francisco de Asís, y este año especialmente, ¡tenemos mucho que celebrar!
Oremos para que estas celebraciones sean fuente de bendición para la Iglesia universal, y muy especialmente para la Arquidiócesis de Atlanta. ¡Que el Señor les conceda su paz!