Una Jornada Mundial de la Juventud extraordinaria
By EL OBISPO JOEL M. KONZEN, S.M. | Published septiembre 7, 2023 | Available In English
Tuve el placer de participar en el encuentro de jóvenes que se llevó a cabo recientemente durante la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal. También asistí a la JMJ 2019 en Panamá. Alrededor de 150 personas de la Arquidiócesis de Atlanta tuvieron la oportunidad de viajar este año a Portugal.
Cuando recuerdo algunos de los aspectos extraordinarios del evento, lo primero que se me viene a la mente es que 1.5 millones de personas, en su mayoría adultos jóvenes, se reunieron en la ciudad de Lisboa, en la cual, durante toda la semana de actividades, las calles permanecieron limpias y no hubo ningún incidente de ningún tipo. Cuando tanta gente se congrega unida por una fe auténtica y solo busca celebrar y profundizar esa fe, uno tiene la oportunidad de apreciar cuán pacífico puede ser un grupo muy grande de personas con una misma fe.
El Papa Juan Pablo II instituyó la primera Jornada Mundial de la Juventud en 1986. El evento de este año en Lisboa fue la decimosexta oportunidad de que jóvenes de todo el mundo se reunieran en un solo lugar. La cifra más alta de asientes que se ha reportado se produjo en 1995, cuando cerca de 5 millones de jóvenes se congregaron en Manila, Filipinas.
Se ha convertido en una tradición que el Papa esté presente en la Jornada Mundial de la Juventud, para celebrar la misa con los asistentes, incluyendo el gran número de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que acompañan a los jóvenes. En Lisboa, el Papa Francisco dirigió tres eventos con la multitud: uno en el cual se le dio la bienvenida, un vía crucis y la misa de clausura. Los viajeros saben que escucharán mensajes dirigidos especialmente a ellos como jóvenes católicos, como fue el caso en el que el Papa Francisco los instó a ser misioneros de la fe, siguiendo el tema del evento de 2023: “María se levantó y se fue apresuradamente”. El mensaje más grande que se le ha confiado a la Iglesia, les dijo, es Jesús mismo, y María “nos muestra cómo acoger este inmenso Don en nuestras vidas”.
Casi todos los peregrinos a Portugal pudieron combinar la visita a Fátima con la asistencia a los eventos en Lisboa. Aunque el Papa no ofreció misa durante su breve visita allí, una peregrina española de 16 años recuperó la vista después de recibir la Sagrada Comunión en la misa el día que el Papa Francisco estuvo en Fátima. Ese mismo día, la estatua de Nuestra Señora de Fátima fue trasladada desde allí a Lisboa, donde estuvo cerca del altar para la misa dominical con el Papa Francisco. Al final de la misa, el pontífice ofreció oraciones personales ante la estatua de Fátima.
Un hecho destacable fue la interacción y el respeto mostrado entre los jóvenes y los sacerdotes y obispos presentes. En numerosas ocasiones, me detuvieron en la calle para pedirme que me fotografiara con grupos o que firmara un recuerdo o verificara, en un juego, que un joven había conocido al “obispo número 30”. Cuando salía del vía crucis, un adolescente de la Arquidiócesis de Atlanta gritó que yo lo había confirmado hace algunos años. Varios jóvenes de Portugal me ayudaron durante mi llegada y en cada lugar del evento. Una noche, un gran grupo de obispos de Estados Unidos se reunió con los jóvenes viajeros estadounidenses para orar y reflexionar, y tuve la oportunidad de celebrar una misa con los peregrinos del área de Atlanta en una pequeña iglesia en Lisboa.
Lo más impresionante fue encontrar, mientras caminaba por la ciudad, a todas y cada una de las iglesias católicas albergando a jóvenes para participar en la adoración del Santísimo Sacramento, misas, cantos o una charla dada por un obispo, sacerdote o hermana religiosa, ¡y créanme que hay muchas iglesias en Lisboa! A veces se sentía y parecía como si estuviéramos atravesando las colinas de Roma. Conocí grupos provenientes de Australia, Fiji, Brasil, Filipinas, Suecia, Alemania, Guatemala y muchos otros países. Algo particularmente evidente fueron aquellos que portaban banderas de Italia, Francia, España, Alemania y Brasil.
A nuestra Iglesia le hace bien recordar que hay millones de jóvenes católicos que están ansiosos por conocer y escuchar al Santo Padre y unirse a sus compañeros para adorar y compartir en una reunión como ninguna otra.