El valor de rendirse ante la fe
By OSBISPO BERNARD E. SHLESINGER III | Published junio 8, 2023 | Available In English
Hay un grupo de siete mujeres que ora por mí diariamente. Ellas pertenecen al Apostolado de las Siete Hermanas de Atlanta. Una de ellas me pregunta con frecuencia: “¿Por qué motivo debo orar por usted hoy?”. Mi respuesta es siempre la misma: “¡Por la gracia de rendirme!”
Aunque quiero imitar la entrega misma de Jesús a su Padre, la idea de depositar totalmente mi vida en sus manos es desalentadora. En lugar de dar a Dios carta blanca sobre el destino de mi futuro, tiendo a querer negociar o suponer que Dios está de acuerdo conmigo en la planificación de mi agenda.
Por ejemplo, en lugar de orar: “Hágase tu voluntad”, lo que podría estar realmente diciendo a nuestro Señor sería: “Puedes tener este porcentaje de mi tiempo hoy, pero no me digas que no vaya de pesca mañana cuando el clima es el indicado para hacerlo”. Incluso, puedo decirle a Dios cuán bueno es mi plan para proclamar el Reino, pero agobiarme a mí mismo al no prestar atención al Evangelio, el cual me dice que no lleve nada conmigo para el camino.
El mayor desafío que enfrentan los cristianos hoy está relacionado con una crisis de fe. Sí, se nos da uso de razón para resolver muchos de nuestros problemas diarios, pero estamos llamados a confiar más en Dios y en su poder para obrar en nosotros.
Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los primeros discípulos en la fiesta de Pentecostés, parecían ajenos a los peligros fuera del cenáculo, los peligros relacionados con la autoridad política romana reinante o la posibilidad del martirio por proclamar una fe que parecía enemiga del Sanedrín. La razón podría haber sugerido que se quedaran en casa o se mudaran a un sitio con un clima político más favorable. Ni siquiera tenían un plan de antemano sobre cómo convertir a las naciones y hacer discípulos. Sin embargo, tenían el Evangelio y el Espíritu Santo. Se rindieron a vivir bajo el poder del Espíritu Santo en lugar de vivir bajo la influencia del miedo.
A medida que recorremos nuestro camino a través de este Tiempo Ordinario debemos recordar que las vestiduras verdes simbolizan la esperanza y la vida de cada nuevo día debido a la Resurrección de nuestro Señor. Incluso cuando mi razón me indica que mi plan es adecuado para un día, las Escrituras me recuerdan algo como el Salmo 33:16, “El rey no vence por su mucha fuerza ni se libra el guerrero por su gran vigor”. Esto me recuerda que que debo vivir plenamente a Pentecostés en lugar de mirar hacia atrás y considerarlo una fecha en la historia.
En lo que al futuro se refiere, vivir con los “qué pasaría si” nunca nos sacará a ninguno de nosotros de nuestros cenáculos. Por ejemplo, “¿Qué pasaría si fallara?” o “¿Qué pasaría si perdiera mi teléfono celular?” o “¿Qué pasaría si fuera rechazado o deshonrado ante los demás?” Todas estas preguntas están relacionadas con la incertidumbre más que con la fe. Lo que necesitamos para rendirnos es simplemente hacer preguntas como: “¿Qué es lo que Dios me quiere decir?”, “¿Qué es lo que Dios está haciendo?” y “¿Qué me falta por entregar para adquirir una fe que pueda mover montañas?”