Profundizando sobre el tesoro de la palabra de Dios
By OBISPO JOEL M. KONZEN, S.M. | Published enero 20, 2022 | Available In English
Recientemente, los tres obispos de Atlanta asistimos a nuestro retiro anual junto con otros obispos del sureste. El líder del retiro fue el Padre Simeon Leiva-Merikakis, un sacerdote trapense de la Abadía de San José, en Massachusetts, que ha escrito una serie de libros y traducciones entre las cuales se destacan cuatro volúmenes de comentarios sobre el Evangelio de Mateo. Por tal motivo, no me sorprendió entonces que el Padre Simeon recurriera a ese Evangelio como el tema para sus conferencias, pero si lo hizo quizás su decisión de concentrarse en un solo capítulo de este Evangelio durante toda la semana de presentaciones.
El resultado de pasar muchas horas en un solo capítulo del Evangelio es un recordatorio de la riqueza de las Sagradas Escrituras, la cual se descubre cuando nos tomamos el tiempo para profundizar en la Palabra de Dios con el deseo de conocer nada menos que su mente. Si bien nunca conoceremos por completo la mente de Dios, debemos agradecer que nos haya revelado tanto a través de su hijo y de los pasajes inspiradores de toda la Biblia. Igualmente, tenemos que estar agradecidos de que los cuatro autores de los Evangelios registraran lo que hicieron, sobre lo cual se basa gran parte de nuestra enseñanza y liturgia católica. De hecho, cuando decimos que conocemos a Jesucristo, admitimos que lo conocemos principalmente a través de la forma en que se presenta en los Evangelios y de nuestra participación de Su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía.
La gente a veces decide leer toda la Biblia. La mayoría de los que lo hacen comentan que fue una experiencia valiosa y formativa para ellos. Pero es más probable que el lector típico de la Biblia la aborde en el curso de un estudio bíblico, para aclarar algo que escuchó en una homilía o porque ha decidido leerla poco a poco en las mañanas o las noches. Hoy en día se está volviendo más popular que la gente use el método conocido como Lectio Divina, el cual comenzó hace mucho tiempo con San Benito. En la Lectio Divina, una persona lee un pasaje de las Escrituras y luego medita sobre este. Después de meditar, el lector ora por lo que el pasaje sugiere para su vida y comportamiento, y finalmente contempla en silencio la unión que comparte con Dios como resultado de la verdad que el pasaje le ha revelado en el amor divino. Esta práctica no aborda el pasaje de una manera erudita, más bien pretende ayudar a la persona en la oración y el progreso espiritual que brota de la Palabra de Dios.
Siempre es un buen momento para decidir leer la Biblia en cualquier secuencia o utilizando algún método que probablemente continúe. Tal vez usted quiera retomar el método de la Lectio Divina, usando las lecturas diarias de la liturgia, o quizás quiera concentrarse en las lecturas que se usarán en la Misa del próximo domingo. Hay recursos que pueden guiarlo a través de extractos de la Biblia a un ritmo que se adapte a su interés y al tiempo que tenga disponible.
La mayoría de nosotros podemos nombrar canciones o películas favoritas cuando se nos pregunta. Las personas que han profundizado en la Biblia generalmente también pueden nombrar las secciones o frases favoritas que los han inspirado en particular. A lo largo de los años, he anotado mis pasajes favoritos en las primeras páginas de mi Biblia más vieja. Vuelvo a estos cuando estoy meditando en la mañana o rezando ante al Santísimo Sacramento. Estas son citas de Jesús, de San Pablo, de los Salmos y de otros pasajes que fueron los que más me conmovieron y que todavía me motivan de diversas maneras. Algunas personas han marcado sus Biblias con notas en el margen a lo largo de los años con ideas que quieren recordar.
Nuestra comprensión católica está basada tanto en la Escrituras como en la tradición, por lo que hacemos bien en conocer y amar la sagrada Palabra de Dios. Oremos al Espíritu Santo para que nos ayude a conocer la mejor manera de familiarizarnos cada vez más con el tesoro que tenemos en la Palabra que Dios nos ha revelado.