Llamados a ser misioneros de misericordia
By BISHOP BERNARD E. SHLESINGER III | Published septiembre 18, 2020 | Available In English
“Un poco de misericordia hace que el mundo sea menos frío y más justo”. –Papa Francisco
Vivimos en un mundo en el que fácilmente podemos sentirnos enojados y frustrados ante la injusticia. En los deportes, “abucheamos” a los árbitros o jueces si toman una mala decisión. Exigimos la repetición instantánea de la jugada esperando que la decisión cuestionable en el campo pueda anularse. En el mundo político, los anuncios de campaña conocidos en inglés como “mud-slinging” tienen como objetivo desacreditar al rival político del otro. En el clamor por la justicia, a menudo podemos olvidar el papel que juega la misericordia.
La mayoría de la gente conoce la Regla de Oro: “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”, que resume la ley y los profetas. Pero yo les pregunto: “Cuando otros nos hacen (por ejemplo, daño), ¿deberíamos hacerles lo mismo a ellos? ¿Deberíamos tomar represalias de forma similar provocando la ira? ¿Deberíamos convertirnos en adversarios en lugar de misioneros de misericordia?”
Jesús ha dejado claro que la venganza no es el camino para sus discípulos: “Ustedes han oído decir: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo les digo: No se resistan al que es malo. Cuando alguien los golpee en la mejilla derecha, den también la mejilla izquierda”. En Mateo 7: 38-39, Jesús no nos enseña que debemos permitir que otros abusen de nosotros ni que abandonemos nuestra labor de justicia; pero sí nos desafía a amar más allá del daño causado por otros y a aprender a corregir el mal haciendo un esfuerzo adicional (Mt 7:40).
En nuestra labor de justicia, algunos piensan que los superhéroes deben ganar a toda costa y que los malos deben ser eliminados sin importar las consecuencias. Espero que nuestros jóvenes no se adhieran a este pensamiento sin reflexionar profundamente sobre la misericordia. Romano Guardini, destacado teólogo del siglo XX, escribió de manera profunda sobre la relación entre justicia y misericordia:
“La justicia es el fundamento de la existencia, pero la apertura del corazón en la bondad está por encima. La justicia es clara, pero pronto se vuelve fría. En cambio, la auténtica bondad del corazón, la que imprime carácter, reanima y libera. La justicia da satisfacción a lo que existe, la bondad crea algo nuevo. En la justicia percibe el espíritu la satisfacción del orden establecido, pero de la bondad brota el gozo de la vida creativa”.
En béisbol, el ampáyer canta las bolas y los strikes, y nosotros oramos para que pueda ver bien la zona de strike. No obstante, deberíamos apreciar a los ampáyeres y estar dispuestos a perdonarlos incluso si consideran que un strike es una bola: “Errar es humano; perdonar es divino”. Lamentablemente, muchas personas hoy en día quieren castigar, menospreciar o condenar a los demás sin un pensamiento de aprecio hacia ellos. Ganar no es lo único importante; el amor misericordioso lo es todo. El camino de la misericordia es el camino de Dios, quien “demostró su amor por nosotros enviando a Cristo a morir por nosotros aun siendo pecadores”. (Romanos 5:8)
Aquellos que estaban dispuestos a arrojar piedras a la adúltera se alejaron cuando Jesús los retó a mirarse a sí mismos. Afortunadamente, la intención de Dios no es arrojarnos piedras ni alejarse de nosotros porque no vino a condenar sino a salvar. Espero que nos entreguémonos a la profundidad de la misericordia de Dios, de lo contario, al final no la recibiremos: “Porque Dios juzgará sin compasión a quienes no han sido misericordiosos con los demás. ¡La misericordia triunfa sobre el juicio!”. (Santiago 2:13)