Siempre cerca de mi corazón
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Commentario | Published abril 18, 2019 | Available In English
“¡Lo vamos a extrañar!” Esas palabras reconfortantes me han tocado el corazón repetidamente desde que el anuncio de mi nombramiento como Arzobispo de Washington se dio a conocer el 4 de abril. Yo también he utilizado esas mismas palabras para expresar mis propios sentimientos hacia la gente de la Arquidiócesis de Atlanta. En los últimos 14 años, hemos llegado a acercarnos mutuamente gracias a nuestro vínculo sacramental, nuestra fe común y nuestra participación en los proyectos de servicio comunitario. Hemos llegado a conocernos y a amarnos unos a otros, y eso ha establecido una cercanía entre nosotros que me parece como un regalo de Dios.
Durante estos últimos 14 años, hemos enfrentado dificultades juntos. Ustedes han sido testigos de mis defectos y yo he llegado a conocer su perdón. Nos hemos enorgullecido de nuestro asombroso crecimiento y preocupado por asistir adecuadamente a nuestra creciente población. Hemos dado la bienvenida a 70 nuevos sacerdotes y encomendado a otros al reino de paz del Señor. Durante estos años, nuestro Congreso Eucarístico ha continuado siendo una fuente de gozo y energía espiritual para esta Iglesia local, así como nuestros Ritos de Elección.
Pero más allá y por encima de esas actividades públicas están los encuentros personales que hemos compartido—las cálidas celebraciones del Sacramento de Confirmación que me dieron contacto directo con nuestros jóvenes, los bautismos, los matrimonios y las visitas al hospital— los cuales me recordaron por qué me convertí en un sacerdote en primer lugar, y la alegría proveniente de aquellos encuentros.
Recuerdo con profunda emoción mi instalación como arzobispo en el Centro de Convenciones Internacional de Georgia, donde me sentí emocionado por su calidez en ese primer día de mi ministerio en el norte y centro de Georgia. He disfrutado las comidas al aire libre con nuestros sacerdotes y seminaristas, los muchos viajes a las parroquias más allá del área metropolitana que me recordaron la inmensidad territorial de esta Iglesia local y la vitalidad de la fe que se encuentra en los pueblos pequeños. Extrañaré la belleza de las montañas de Georgia y la larga duración y el calor de los veranos.
Son muchos los eventos y los momentos que añoraré de mi servicio aquí en la Arquidiócesis de Atlanta, pero, sobre todo, los extrañaré a ustedes, la gente; ustedes son una Iglesia mucho más preciosa que las estructuras en las que adoran y aprenden, más allá de los programas que apoyan y organizan. Continuaré orando por ustedes y les pido que me lleven en sus oraciones.
Mientras esperan a un nuevo arzobispo, le pido al Señor que les envíe un pastor que provenga del corazón de Cristo para que les sirva con alegría. Él será un hombre muy afortunado y ustedes no merecen nada menos que lo mejor que Dios pueda proporcionarles. Con un corazón agradecido, permanezco lleno de imágenes y recuerdos de su bondad. He visto y escuchado mucho durante estos años, y esos recuerdos me acompañarán a Washington durante todos los días que el Señor me conceda. Mis queridos amigos, que el Señor los bendiga durante este tiempo de Pascua. Los llevaré siempre cerca de mi corazón.