El drama de la vida real sobre la verdad de la Pascua
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Comentario | Published marzo 9, 2018 | Available In English
¡Un año más, y nuevamente no pude ver ninguna de las películas actuales nominadas al Oscar. No sé mucho acerca de ninguna de las actrices o actores que fueron nominados por sus papeles como protagonista. Así que cuando entregaron los premios de la Academia este fin de semana pasado, probablemente no hubiera reconocido los nombres en los sobres, incluso si hubieran anunciado los nombres del sobre equivocado en una categoría determinada. Seguramente soy un obispo bastante aburrido, o un americano muy desinformado, debido a mi poca comprensión de las noticias emocionantes que rodean los premios de la Academia.
Esto no quiere decir que no me guste Hollywood o sus celebridades. Solo significa que los medios de comunicación tienen tanta información, mucha de ella sombría y preocupante, que estoy más persuadido a prestar atención a los problemas que impactan nuestra vida real: las muertes sin sentido de niños en las escuelas a casusa de tiroteos, la brutal persecución a minorías religiosa, las condiciones de la gente pobre en esta tierra rica llena de abundancia, la situación de deterioro de las relaciones raciales en nuestro propio país y la turbulencia política en casi todos los rincones del mundo. Estas y otras innumerables cuestiones graves generalmente desvían el algarabío que rodea a los Óscar de mi atención, y quizás de la suya también.
Después de todo, Hollywood fabrica fantasías. Presenta el drama, la aventura, la intriga, la comedia y el horror en un contexto entretenido para que al ver las películas podamos olvidarnos de los retos que pudiéramos enfrentar diariamente en la vida real. Su intención es permitirnos reír, llorar y sorprendernos con actores y actrices que representan aventuras fantásticas o históricas. Las películas pretenden distraernos de la tragedia y la comedia de la vida real. Los bellos y talentosos hombres y mujeres de Hollywood tienen la intención de entretener a sus audiencias. Más allá, todos necesitamos distanciarnos de las preocupaciones de la vida cotidiana, de la misma manera que buscaban hacerlo los antiguos dramas griegos y las obras maestras de William Shakespeare.
Yo también necesito salir de mi rutina diaria para buscar algún entretenimiento sano. Sin embargo, ante todo, necesitamos buscar maneras de creer y confiar en que nuestras vidas tienen un propósito y significado.
Como personas de fe en medio de nuestra preparación cuaresmal, esperamos con ansias el misterio de la Pascua en el que la pasión, muerte y resurrección del Señor no es imaginaria sino que es el ritual del drama verdadero que no busca entretener sino transformar, porque realmente nos salva de la confusión, los temores y la tragedia que enfrentamos en nuestras vidas reales. Esta valiosa temporada generalmente sucede durante la misma época en la que se celebran los premios de la Academia.
Una de las jovencitas que confirmé la semana pasada me preguntó cuál era mi programa de televisión favorito. Cuando le dije que generalmente no veía ninguno de los programas de televisión actuales, me miró con absoluta incredulidad. Las películas y los programas de televisión tienen una poderosa influencia en las vidas de nuestros niños, y no siempre para bien.
En un par de semanas, la Iglesia representará de nuevo el ritual de nuestros tesoros sagrados que traen la historia de la salvación a nuestras vidas nuevamente. Utilizamos el fuego, la cera, la oscuridad, el agua, el aceite y la música para adentrarnos una vez más en el misterio Pascual a través del cual somos salvados. Nuestra vida sacramental no es fantasía ni entretenimiento sino una oportunidad abierta para que entremos en la realidad de la vida de Dios, la cual él está dispuesto a compartir con nosotros. Sin lugar a dudas, un premio mucho más importante que una codiciada estatua.