Encontrando a nuestra Madre a través del rosario
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Comentario | Published octubre 6, 2016 | Available In English
La clase de liderazgo del Padre Joel Konzen en Marist siempre me ofrece la feliz ocasión de encontrarme con algunos de nuestros jóvenes. Ellos aprovechan la oportunidad para tener contacto directo con el arzobispo y yo echo un vistazo a algunas de las cosas que ellos podrían estar pensando. Es una situación en la que ambas partes salimos ganando, y la clase de la semana pasada no fue la excepción.
Uno de los jóvenes en la clase de liderazgo me preguntó, “¿Qué lugar ocupa la Santísima Virgen María en tu vida?” Una pregunta muy adecuada ¡para un joven en una escuela Marista! Yo le respondí que soy un “¡hijo de Mami!” Sé que todas las madres tienen un amor único e imperecedero por todos sus hijos, pero como fue un muchacho quien hizo la pregunta, le di la respuesta de un muchacho; y por las sonrisas que se dibujaron en los rostros de muchos otros jóvenes en la clase, no creo que yo fuera el único “hijo de Mami” presente esa mañana.
Mi relación con la Santísima Madre es una fuente de gran consuelo, serenidad y apoyo. Y la forma más común con la que me encuentro con la Madre de Dios es a través del rosario.
Llevo un rosario en mi auto que fue un regalo de la comunidad católica coreana de la parroquia Korean Martyrs. Me gusta rezar el rosario cuando voy manejando por algunos de los lugares distantes de la arquidiócesis, sin tráfico que me distraiga, de esta manera encuentro el tiempo para hablar con mi Madre.
Octubre es el mes del Santo Rosario, y muchas personas se tomarán algún tiempo especial para hablar con nuestra Madre. El rosario es una oración católica única—y una oración que nos pone en contacto directo con ¡Mamá! El tan solo ver un rosario colgando del retrovisor de un auto, es un buen indicativo de que el conductor podría ser católico.
Un caballero en nuestra reciente Misa de Aniversario de 50 y 60 años de matrimonio me pidió bendecir su rosario, no era uno nuevo, sino un rosario que estaba planeando llevar con él al hospital donde se enfrentaría a una grave cirugía. Quería llevar consigo a su Madre para que lo consolara y fortaleciera durante y después del procedimiento.
El patrón casi hipnotizante de la repetición del Avemaría del rosario, nos permite reflexionar sobre los misterios de nuestra redención plasmados en las 20 décadas diferentes de esa oración. Los títulos que le damos a la Santísima Madre son claros indicativos de que la gente en todas partes ha encontrado consuelo orando y hablando con quien es la Madre de todos nosotros.
El Papa Francisco ha hecho una costumbre de visitar a Santa Maria Maggiore, la basílica patriarcal dedicada a la Santísima Madre, para agradecerle por el éxito de los viajes que ha realizado como parte de su ministerio papal. Él también ha destacado uno de los títulos hasta ahora menos conocido de la Santísima Madre, el cual tiene un significado especial para él — Nuestra Señora Desatanudos— una devoción que data de una pintura alemana del año 1700. Tal vez el Papa Francisco encuentra gran consuelo al saber que nuestra Madre le ayudará a desatar muchos de los “nudos” que enfrenta diariamente en su ministerio Petrino. No creo que el Papa Francisco se ofenda si es llamado “hijo de Mami”, y todo el mundo sabe que San Juan Pablo II ¡ciertamente se deleitaría con ese título!
El joven que me planteó esa pregunta en la clase de liderazgo del Padre Konzen desencadenó una feliz reflexión, una que se adapta perfectamente a la tradición de octubre de homenajear el rosario de la Santísima Madre. Cuando estaba saliendo de la clase otro joven me detuvo para despedirse. Le pregunté si él también era un “hijo de Mami”. Él sonrió y me dijo: “¡Por supuesto!”; y yo creo que hay muchos más de nosotros allá afuera, especialmente en octubre.