Agradecido por la maravillosa educación católica
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Comentario | Published mayo 26, 2016 | Available In English
Todos los padres y abuelos de un graduado deberían tener la fortuna de recibir una carta como la que recibí hace un par de semanas. Una joven, que desde hace varios años es ex-alumna de Our Lady of Mercy Catholic High School, me escribió para decirme de sus logros académicos de la última década. Se graduó summa cum laude de la Universidad de Tennessee, y ahora se ha graduado con honores en la escuela de leyes de Northwestern University. Que orgulloso tributo para su familia y para la facultad y personal administrativo de Our Lady of Mercy haber ayudado a preparar a esta joven a obtener estos maravillosos logros académicos.
En su carta, la joven me dio las gracias por una intervención que según ella yo había hecho en su nombre mientras estudiaba en Our Lady of Mercy. No pude recordar tal intervención, pero eso no tuvo importancia. Lo que claramente trajo una sonrisa a mi rostro, como estoy seguro que lo hizo para toda su familia, fue la exitosa búsqueda de sus metas académicas.
Las escuelas católicas hacen maravillas por los jóvenes en su preparación para la vida. Nuestras escuelas ofrecen una fuerte tradición de fe y una excelente formación académica. Una joven como la que me escribió, confirma el éxito de nuestros esfuerzos y la feliz retribución de los sacrificios que sus familias, nuestras parroquias, la facultad y el personal hacen cada día.
Todas nuestras escuelas a nivel parroquial, regional, diocesano y privado trabajan mucho para formar a nuestros jóvenes en la fe y con los más altos estándares académicos, y regularmente triunfan más allá de sus expectativas.
Este sábado pasado, le estreché la mano a casi 600 bachilleres de nuestras escuelas católicas secundarias arquidiocesanas, y mientras miraba a cada candidato a los ojos, me alentó saber que estos hombres y mujeres jóvenes tienen futuros brillantes delante de ellos debido en gran parte a su educación católica. Estos graduados han ganado más de $55 millones en becas (excepto becas de Hope), otro tributo a su arduo trabajo y al apoyo que reciben de la facultad y el personal de estas escuelas. Debido a un conflicto de calendario, no pude estar presente para aplaudir a la clase de graduados de Marist este año, pero consistentemente ellos también aportan mucho a la gloria de la educación católica en la Arquidiócesis de Atlanta.
La carta que recibí sólo confirma la confianza que tengo en la calidad y el propósito de nuestras escuelas católicas. Producimos excelentes estudiantes. Su excelencia comienza primero en sus hogares con familias que los alientan y apoyan a medida que crecen en fe y sabiduría. Esa excelencia se enriquece en las escuelas donde se desarrollan como jóvenes de integridad y conocimiento.
No es demasiado tarde para que los graduados de este año envíen una nota o carta de apreciación— o tal vez se inclinen más por un mensaje de texto — a sus padres y abuelos, agradeciéndoles por la bendición de su educación católica. En caso de que no logren aprovechar esa oportunidad, espero que esta columna escrita por el arzobispo sirva como un agradecimiento sincero a todos aquellos que ayudan a hacer que la educación católica sea una posibilidad y un éxito para nuestros muchachos.