Compartiendo la alegría de los abuelos con descendientes espirituales
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Commentary | Published marzo 17, 2016 | Available In English
Un buen número de nuestras parroquias y escuelas celebran el “Día de los Abuelos”, el cual rinde homenaje a aquellos que tienen la bendición de ser abuelos y cuyos jóvenes están encantados de recibirlos en estas recepciones públicas y misas especiales. Tal como he llegado a entender más a fondo, los abuelos simplemente se deleitan compartiendo este tipo de eventos con sus nietos.
Aun cuando no todas nuestras comunidades celebran este día especial, todos los abuelos ocupan un lugar muy importante en los corazones de sus nietos. Yo tuve la bendición de haber conocido tres de mis cuatro abuelos e incluso a una bisabuela y puedo apreciar personalmente el valor que estas personas maravillosas deberían ocupar en cada familia.
Los nietos son una bendición para sus abuelos. Esos niños simbolizan el futuro para los abuelos y confirman las bendiciones de Dios sobre cómo estas magnificas personas han prosperado en la crianza de sus propios hijos y han pasado el don de la vida y la fe. El domingo pasado, los abuelos estaban repartiendo copias del Evangelio de San Lucas en la Plaza de San Pedro, como un gesto simbólico destinado a recordar a todos en la plaza el importante papel que los abuelos desempeñan en la transmisión de la fe a sus hijos y nietos. El Papa Francisco ha hablado frecuentemente de la importancia que los abuelos ocupan en la vida de la Iglesia.
Una de las familias aquí en la Arquidiócesis que he llegado a conocer bastante bien le dio la bienvenida a su primer nieto el año pasado. Este pequeñín continua deleitando a esta pareja, hasta el punto que la abuela una vez me dijo bromeando que ella consideraría tomar “acciones legales” contra los padres si ellos decidieran mudarse lejos del área de Atlanta. Así de importante sea ha vuelto ya este pequeño en sus vidas. Estos nuevos abuelos están encantados de amar y cuidar a este hombrecito y de continuar siendo testimonio de fe para él y sus padres.
La semana pasada, me sentí algo así como un abuelo cuando participé en el Congreso Eucarístico de la Diócesis de St. Augustine, en Florida. El Obispo Felipe Estévez, un querido amigo y obispo local de St. Augustine, me invitó a dar una presentación en su congreso. Todos los miembros de su equipo organizador aprovecharon la oportunidad para agradecerme por la generosa ayuda ofrecida por los organizadores de nuestro Congreso Eucarístico, durante la planeación de su propio congreso. Me sentí realmente halagado de ser testigo de cómo muchas de nuestras estrategias ya probadas y programas, fueron ahora utilizados en el Congreso Eucarístico de St. Augustine; y particularmente orgulloso de escuchar sobre la generosa ayuda que nuestra gente ofreció a la Diócesis de St. Augustine durante el inicio de su congreso anual, ahora en su quinto año.
La Arquidiócesis de Atlanta es reconocida en todo el país y en otros lugares por el éxito de nuestros Congresos Eucarísticos. Con toda honestidad, mi orgullo se debió al trabajo exitoso y generoso de nuestra propia gente. Me deleité como un orgulloso abuelo al escuchar sobre la gran labor que nuestra gente hizo al ayudar a esta diócesis de Florida a iniciar esta tradición espiritual. Hubo incluso algunos de nuestros compañeros que asistieron al congreso de St. Augustine para ayudarlos y compartir en las festividades. Es maravilloso cuando una Iglesia local puede ayudar a un vecino en la realización de un programa espiritual importante.
Ya estamos empezando la preparación para nuestro 21o Congreso Eucarístico, y espero que estén planeando compartir durante este evento. El Arzobispo John F. Donoghue proporcionó la inspiración para esta celebración que ahora es anual, y a medida que continuamos ese legado, debemos mantenerlo en nuestras oraciones y pedirle al Señor que acredite su éxito a su legado espiritual.
Los abuelos miran a esos nietos preciosos con gran orgullo y como parte de su legado de crianza. Estoy seguro que el Arzobispo Donoghue se enorgulleció al saber que su herencia espiritual estuvo siendo replicada en la Diócesis de St. Augustine — y yo me deleito de ese mismo legado.