Navidad tiempo de misericordia
By OBISPO LUIS R. ZARAMA, Comentario | Published enero 1, 2016 | Available In English
Hace unos días atrás, el Papa Francisco, el Día de la Inmaculada Concepción, inauguró el Año Santo de la Misericordia. Él inicio este Año Santo, abriendo la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro. Al mismo tiempo se abrieron alrededor del mundo y en nuestra Arquidiócesis puertas santas.
Este año y el hecho de abrir estas puertas, es una invitación que se nos hace para que podamos, a través de la confesión y la vida de los sacramentos, entrar y participar en ese mundo infinito de la misericordia del Señor Jesús, que nos perdona y nos ama.
Me pregunto, ¿cuándo se abrió la primera Puerta Santa? José y María encontraron que no había para ellos lugar en Belén, las puertas estaban cerradas. No había cabida para ellos, ni un sitio para que el Mesías naciera y entrara en nuestro mundo. Puertas cerradas para la gracia.
Solo un sitio abrió sus puertas, en su pobreza, en su oscuridad, en su nada ofreció un lugar para acoger a José y María y recibir al Mesías- Jesús, el pesebre de Belén.
Con esa apertura, ese recibir, con unos pocos pañales y mucho amor de María y José, transformaron aquel establo en pesebre, en y por donde la gracia se hizo presente en el mundo. El poder del amor y la apertura hicieron posible recibir misericordia, y esa misericordia transformó ese vacío en un lugar desde donde la Buena Nueva se proclamó a todo el mundo, la Navidad.
En esta Navidad y este Año Santo estamos invitados a recibir la misericordia. Hay puertas santas donde se nos invita cruzarlas para poder recibir las increíbles indulgencias del amor de Jesús.
Lo importante es encontrar en nuestros corazones esa apertura, para dejar que sus puertas se abran y así permitir que el poder del amor de Jesús niño, los trasforme; y de esta forma podamos unirnos al coro de los ángeles para cantar la Buena Nueva a un mundo que vive tan ocupado en sí mismo y que no escucha el llamado a la puerta de ese Jesús que golpea y busca colmarnos de esa misericordia que perdona porque nos ama.
Vivir la Navidad y este Año de la Misericordia no solo es cumplir con un ritual, sino ser trasformados por una vivencia de amor.
El portal, el pesebre, fue una muestra del poder trasformador de la misericordia, del amor de Dios en su Hijo; que de un lugar abandonado, oscuro y sucio, lo convirtió en un sitio de peregrinación, en un lugar que atraía.
Aceptemos la invitación del Santo Padre, crucemos la Puerta Santa y permitamos que Jesús nos trasforme; y que de corazones tristes, pecadores, solitarios, enfermos y egoístas él pueda hacer, con la ayuda de María y José, un lugar donde él pueda habitar; para que llenos de su amor podamos llegar a todos aquellos que se encuentran en la periferia del amor y la misericordia, para así ser aquel regalo que Jesús quiere que seamos. Él puede trasformar corazones para que puedan vivir una verdadera Navidad, la presencia de Jesús Amor en sus corazones.
Que el mundo no nos cierre al amor, para que Jesús encuentre lugar en el mesón de nuestros corazones y de esta forma poder experimentar la gracia y el perdón del amor.
Feliz Navidad y un buen Año de gracia.