Enero es testigo del regalo de la vida
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Comentario | Published enero 21, 2016 | Available In English
El movimiento de derechos civiles y el movimiento de derecho a la vida están ahora compartiendo protagonismo en todo nuestro país como lo hacen cada enero. La conmemoración del nacimiento del Dr. King y el aniversario de la decisión de la Corte Suprema Roe v. Wade llama la atención de los medios de comunicación durante tan solo unas pocas semanas.
La gigantesca figura moral de Martin Luther King Jr. ofrece un punto de reflexión importante para los norteamericanos en todas partes, ya que su vida fue un momento esencial en la historia de Estados Unidos. Él fue y sigue siendo una figura central en el logro de los derechos civiles para los afroamericanos, y sus raíces en Atlanta deben enorgullecernos de poder llamarlo hijo y vecino.
Sin embargo, me quedaría corto al considerar su legado simplemente en términos del logro significativo de derechos legales. Él desafió a nuestra nación a perseguir una ambición mucho más loable—el respeto y amor mutuo—realidades humanas que son mucho más importantes y duraderas que cualquier privilegio legal. Estas realidades continúan siendo metas a alcanzar y deberían instarnos a todos a continuar la lucha que él y muchos otros tan valientemente adelantaron.
Durante el año pasado en numerosos lugares a lo largo de nuestra nación y el mundo, hemos sido testigos de eventos que confirman que esta cruzada por el amor genuino y la reverencia mutua está todavía en curso. La barbarie contra personas desarmadas, la violencia indiscriminada contra el personal policial, el flagelo del terrorismo y el vergonzoso discurso público que genera la atención de los medios de comunicación, nos llevan a admitir que aún no somos “la amada comunidad” de la que hablaba el Dr. King con tanta elocuencia y tan a menudo.
Los esfuerzos del derecho a la vida de tantas personas también logran atraer mucha atención durante enero; sin embargo, esa atención no es siempre positiva o de carácter alentador. Hay quienes quisieran terminar el capítulo entero y simplemente dejar este asunto a un lado, pero ese nunca puede ser el caso, ya que la dignidad de la vida humana es una preocupación creciente que sólo se ha vuelto más compleja y que abarca cada momento de la existencia humana.
Mientras los primeros momentos de la vida dentro del útero continúan energizando a muchos dentro del movimiento de derecho a la vida, aquellos que luchan contra la pena de muerte caminan bajo el mismo emblema, así como aquellos que buscan defender la vida de los críticamente enfermos y moribundos, y los que defienden la dignidad humana de los migrantes, documentados e indocumentados por igual.
Toda vida humana es preciosa.
Cualquier intento de separar una vida humana como desechable o no merecedora de respeto o dignidad sólo debilita toda la estrategia y la filosofía pro-vida.
En enero, se nos pide que consideremos no sólo a un hombre individual que luchó con eficacia por un cambio en el sistema legal norteamericano como una conclusión al movimiento de derechos civiles, ni defender la fragilidad y la dignidad de una vida humana en el vientre antes de nacer, sino a todo el espectro de relaciones humanas que nos llaman a ser hermanos y hermanas y a conservar el regalo de la vida que proviene de la mano de Dios. Este regalo nunca puede ser considerado dispensable o sin valor.
Enero nos ofrece la oportunidad de ver “el panorama” en referencia a los derechos y obligaciones. En enero nos centramos no sólo en un hombre excepcionalmente importante o en la preciosa vida de un niño en el vientre, sino en las muchas formas en que debemos tratarnos mutuamente e intentar vivir juntos en paz y armonía.