Alentando ese alegre llamado al sacerdocio
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Commentary | Published octubre 29, 2015 | Available In English
El decir: “Quiero que mi hijo sea feliz” es casi un mantra paternal universal. En todas partes los padres se preocupan y oran constantemente por la felicidad de sus hijos, y con frecuencia, les inquietan las decisiones vocacionales que ellos pudieran llegar a tomar. ¿Encontrarán seguridad y satisfacción personal? ¿Serán retados y reafirmados? ¿Se toparán con buenas personas que los inspirarán y apoyarán? Todo padre ha considerado esas mismas preguntas.
Cada año, los clubes Alter Christus y Serra invitan a los padres de nuestros seminaristas y jóvenes sacerdotes a una misa y cena que tienen el útil propósito de asegurarles a aquellos padres que las decisiones que sus hijos jóvenes están tomando o acaban de tomar son sanas, valiosas y satisfactorias. Los padres hablan entre sí acerca de sus hijos y escuchan historias que les dan seguridad. Hablan con los padres de jóvenes sacerdotes y descubren que aquellos hijos recién ordenados siguen siendo parte de la vida de sus padres y continúan demostrando todo el entusiasmo y la alegría de hombres jóvenes sanos.
La semana pasada en la cena, la señora Hipp me dijo “Branson es muy feliz”. (El Padre Hipp se acaba de ordenar en junio y sirve en la iglesia de St. Patrick en Norcross). Estoy seguro que ella compartió ese mensaje con otros padres que estaban asistiendo. El Sr. y la Sra. Nadolski irradiaban felicidad a la luz de Tim, quien sigue siendo uno de nuestros jóvenes sacerdotes más entusiastas. (El Padre Nadolski, también recién ordenado, sirve en la iglesia de St. Joseph en Dalton). El Sr. y la Sra. Kuhr están esperando con ansias su viaje a Roma el año que viene para la ordenación diaconal de Bryan.
Oro para que la misa y la cena hayan traído algún consuelo a los corazones de los padres de nuestros jóvenes sacerdotes y seminaristas. Estos padres todavía continuarán preocupándose por sus hijos, está en su ADN. Pero espero que hayan encontrado mucho consuelo al estar con otros padres y algunos seminaristas que les aseguraron que ser un sacerdote en el mundo actual, aun cuando no es una vocación fácil, sigue siendo un llamado que trae alegría a los corazones de sus hijos y grandes bendiciones a la Iglesia a la que sirven.
Este domingo pasado fue el Domingo del Sacerdocio y espero que mucha de nuestra gente haya hecho un esfuerzo extra para expresarle una palabra de gratitud y aliento a los sacerdotes que sirven tan generosamente en esta Iglesia local.
Nuestros mismos sacerdotes son nuestra mejor publicidad vocacional. Cuando nuestros jóvenes ven sacerdotes felices, santos, dedicados y alegres, son motivados a creer que la vida sacerdotal es un rol positivo y que podrían sentirse satisfechos si decidieran buscar una vocación sacerdotal. Los padres que se encuentran con sacerdotes equilibrados y amorosos pueden sentirse menos ansiosos si un hijo suyo expresara interés en convertirse en sacerdote.
La preocupación de los padres en relación a la felicidad de sus hijos siempre será un factor en la vida familiar — como debe serlo. Pero siendo testigos y conociendo a sacerdotes que viven vidas de integridad y alegría hace que tal vocación sea menos preocupante para todos. Nosotros los sacerdotes proporcionamos los anuncios vocacionales más efectivos que existen y siempre ha sido así.
Los miembros de Serra y de nuestro club Alter Christus proporcionan un gran servicio al reunir a las familias de nuestros seminaristas y jóvenes sacerdotes tanto para compartir como para garantizarse los unos a los otros que lo que están llevando a cabo nuestros seminaristas y lo que nuestros jóvenes sacerdotes han logrado recientemente, los hace hombres felices y hace que nuestra Iglesia sea una mejor familia de fe para todos nosotros.
Este fin de semana pasado, me encontré con un abuelo que sirve como uno de nuestros diáconos y está convencido de que su nieto tiene una vocación sacerdotal, y así se lo dijo a aquel joven en mi presencia. También recibí un cordial correo electrónico de un padre de uno de los jóvenes que confirmé en la iglesia de St. Peter Chanel, diciéndome que él piensa que su hijo tal vez tenga una vocación para el sacerdocio. Espero que ambos hombres continúen alentando esos pensamientos en sus jóvenes y orando para que Dios en verdad plante una vocación en sus corazones. Yo puedo asegurarles a esas familias que ellos y sus hijos permanecerán en mi corazón y mis oraciones.