Las reuniones son una bendición para la gran familia de Cristo
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Commentary | Published junio 11, 2015 | Available In English
En esta época del año encontramos a menudo a muchas familias planeando o participando en una “reunión familiar”. Estos son encuentros de gente lejos y cerca que de alguna manera comparten un patrimonio común como miembros de una familia específica. Estas reuniones pueden unir a decenas de personas, muchas de las cuales raramente se ven y que incluso pudieran no estar muy familiarizadas entre sí, pero que constituyen una sola familia y se regocijan en ese hecho.
Las reuniones familiares con frecuencia son demasiado grandes para ser llevadas a cabo en un solo hogar, así que deben buscar lugares que puedan acomodar a un gran número de personas que de lo contrario no podrían caber en una sola casa. A veces eligen un centro de eventos en la playa o en un parque. Realmente el lugar elegido para reunirse no es importante, ya que el estar reunidos es el aspecto más significativo del evento.
Las reuniones familiares son intergeneracionales en contexto, al reunir no solo a personas que representan una diversidad geográfica o regional, sino también a personas de diferentes edades y proveniencias. A veces las reuniones familiares ocurren debido a una ocasión especial, un aniversario de bodas de oro, una fiesta de graduación o incluso la muerte de una matriarca o un patriarca de la familia. Estos son momentos en los que las familias encuentran que es importante estar unidas.
Algunas familias planean estas reuniones cada dos años o en intervalos de cinco o diez años; pero independientemente de cuándo estas reuniones ocurran, una familia ciertamente debería sentir la calidez y el afecto de los lazos que la unen.
Nuestro Congreso Eucarístico es una especie de reunión familiar arquidiocesana que ha tenido lugar cada año durante los últimos 20 años. El más reciente, la semana pasada, fue una vez más un éxito y por ello estoy profundamente agradecido con todos aquellos que ayudaron a hacerlo tan fructífero.
Nuestros congresos eucarísticos tienen todas las características de una reunión familiar. Reúnen a gente a lo largo y ancho, de dentro y fuera de la Arquidiócesis de Atlanta. Muchos de los miembros de esta familia sólo se ven durante estos eventos, sin embargo los esperan con ansia. Miembros de esta familia en particular de cada raza, idioma, cultura y edad se encuentran acogidos en nuestros congresos. Muchas personas se encuentran con viejos amigos de congresos anteriores y conocen a otros que no habían visto antes. Hay música, comida, risas e historias compartidas que hacen que este evento se asemeje aún más a una reunión familiar.
Nuestros congresos eucarísticos comenzaron bajo la sabia decisión del Arzobispo John Francis Donoghue, quien quería incrementar la devoción eucarística dentro de la Arquidiócesis. Ellos continúan con este importante objetivo, pero también ahora celebran la diversidad étnica y cultural de esta Iglesia local. Nuestra familia está conformada por personas de cada raza y nación. El Congreso Eucarístico invita a cada grupo a traer sus costumbres religiosas a este festival. Los participantes llevan puestos trajes indígenas, tocan instrumentos populares y cantan canciones nativas que honran a la Santísima Virgen, los santos y por supuesto a Cristo mismo. La presencia eucarística de Cristo se convierte en el gran imán que atrae a todas las personas hacia Él.
De la misma manera que las reuniones familiares resaltan la importancia de ser una familia, también lo hace nuestro Congreso Eucarístico. Cada año el tema para el congreso pretende enfocarse en una dimensión importante de nuestra fe. El próximo año, 3-4 de junio de 2016, ese tema será: “Sean compasivos como su padre también lo es,” en concordancia con el Año de la Misericordia designado por el Papa Francisco.
Cada familia sabe por experiencia propia que la misericordia es una cualidad muy necesaria en la vida de cada uno de sus miembros. No sólo necesitamos ser misericordiosos los unos con los otros, sino que también frecuentemente necesitamos el amor compasivo de los demás.
Durante este próximo año, a medida que oramos ante el Santísimo Sacramento, pidamos por un corazón más misericordioso para que esta familia de fe local sea bendecida con un espíritu de alegría, compasión y perdón que nos fortalezca a cada uno de nosotros.
La compasión es una manera de vivir nuestra fe. También es el segundo tema de nuestro Plan Pastoral Arquidiocesano y sin duda una cualidad muy necesaria para cada hogar dentro de esta gran familia que pertenece a Cristo.