‘Una temporada de remembranza’
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Commentary | Published mayo 29, 2015 | Available In English
En algún momento u otro, todos parecemos necesitar recordatorios que nos ayuden a no olvidar cosas o eventos importantes. Esto no es necesariamente un signo de vejez o enfermedad, porque incluso la memoria humana más saludable necesita ocasionalmente algo de ayuda.
El Día de los Caídos, es un llamado nacional a recordar con gratitud a los muchos hombres y mujeres que han servido en nuestras fuerzas armadas y cuyo sacrificio generoso ha asegurado nuestra libertad — algunos ofreciendo el sacrificio supremo de entregar su vida por nuestra libertad. Igualmente, cada año en noviembre la liturgia católica nos ofrece otro recordatorio el Día de los Difuntos, para ayudarnos a hacer una pausa y recordar a esas personas maravillosas que han embellecido y enriquecido nuestras vidas y la vida de la Iglesia, y para orar por ellas.
Puede haber otras memorias personales que refresquen nuestros recuerdos y nos hagan evocar la benevolencia y la bondad de los demás. La semana pasada recibí un recordatorio personal del Padre John Howren. Una tarjeta navideña de 1949 enviada a su tío abuelo, el Padre Herbert J. Melies, quien fuera sacerdote de la Arquidiócesis de St. Louis, por quien en aquel entonces fuera obispo auxiliar de la misma, John P. Cody. El Obispo Cody llegaría a ser Cardenal Arzobispo de Chicago y sería quien me ordenaría más adelante al sacerdocio.
Al recibir esa vieja tarjeta navideña, recordé al hombre que la envió y quien posteriormente jugó un papel tan importante en mi propia vida. Guardaré esa tarjeta navideña algo gastada en mi capilla junto a docenas de recuerdos de colegas y amigos. Recordé al Cardenal Cody en mis oraciones a medida que leía el texto de su saludo navideño y reconocía su firma, la cual llegué a conocer tan bien cuando era un joven sacerdote. Espero que los sacerdotes a quienes he ordenado a través de los años, a su tiempo también me recuerden. Recuerdos como estos llenan el corazón de gratitud.
La bandera estadounidense fue un recordatorio prominente, para la mayoría de nosotros durante el fin de semana del Día de los Caídos, de la bendición que disfrutamos como ciudadanos de esta gran nación y el sacrificio de los miles de hombres y mujeres cuyo servicio militar ha garantizado y continúa haciendo posible nuestra libertad.
La bandera también debería recordarnos que debemos orar por las decenas de miles de militares que sirven actualmente en muchos lugares peligrosos a través del mundo. Estos hombres y mujeres ejemplares, a menudo arriesgan su propia seguridad para asegurar nuestra libertad y frecuentemente prestan ayuda a personas de otras naciones que se enfrentan a desastres naturales e inesperados. Los miembros de nuestras fuerzas armadas se enfrentan a un nuevo peligro — el terrorismo — el cual a menudo no sigue las formas tradicionales de combate sino que mutila y mata indiscriminadamente a soldados y civiles por igual.
El Día de los Caídos frecuentemente se considera el día no oficial que inicia la temporada del verano. Espero que también haya sido el comienzo de una temporada de remembranza para todos nosotros, a medida que alabamos y damos gracias a Dios por las libertades que disfrutamos y el servicio generoso y los sacrificios de muchos de aquellos que hicieron posible esa libertad.