Lecciones aprendidas, mirando hacia el futuro
Published marzo 8, 2015 | Available In English
Hace un año, este mes, nuestra Arquidiócesis se encontró envuelta en una polémica pública que confundió, enojó y avergonzó a muchos de ustedes—una tempestad de la que yo fui personalmente responsable. Después de acordar vender la antigua residencia del arzobispo en West Wesley Road, Atlanta a la Catedral Christ the King para convertirse en su rectoría, aprobé la construcción de una nueva residencia usando la utilidad de esa venta en una propiedad que la Arquidiócesis tenía en Habersham Road. Aunque honestamente esta nunca pretendió servir simplemente como la vivienda de un solo hombre, al sopesar las muchas necesidades apremiantes de nuestra Arquidiócesis, la nueva residencia resultó demasiado grande y demasiado costosa. Tras extensas consultas adicionales con laicos y clérigos, posteriormente tomé la decisión en abril de vender la propiedad en Habersham. Lo hice aun en contra de las fuertes opiniones expresadas por algunas personas.
Aunque he intentado mantenerlos informados del progreso del listado y la venta de la propiedad en Habersham Road a través de The Georgia Bulletin, quiero personalmente como su Arzobispo cerrar este capítulo tan difícil en la vida de esta maravillosa Iglesia local.
En primer lugar, ustedes deben saber que la Arquidiócesis vendió la residencia en Habersham Road en $ 2,6 millones a finales de noviembre de 2014. Antes de eso, en mayo pasado compramos una residencia privada para servir como vivienda del Arzobispo en una subdivisión no muy lejos de la Cancillería en Smyrna por $440.000, y he estado viviendo allí desde entonces.
En mi vivienda ya no es posible organizar las grandes recepciones que antes hacía, pero las personas que disfrutan asistiendo a esas reuniones me han recordado regularmente que lo hacen, al igual que yo, por la compañía y no por el lugar. Esos eventos se realizan ahora en nuestra Cancillería, la cual está construida y diseñada para tal fin, utilizando muchos de los objetos provenientes de la residencia de West Wesley.
Durante estos últimos meses he recibido muchas expresiones cálidas y amables de apoyo para mí y por las acciones que tomé para resolver esa situación. No tengo suficientes palabras para agradecerle a esa gente maravillosa por su amabilidad y a todos nuestros amigos por su apoyo continuo a las obras de ministerio y servicio tanto a nivel parroquial como arquidiocesano. De hecho, a pesar de esta controversia, la Campaña Anual del Arzobispo alcanzó su mayor éxito el año pasado—verdaderamente un homenaje a las personas en cada comunidad.
Me siento doblemente comprometido con su confianza para continuar aplicando las lecciones aprendidas en los últimos doce meses de mi vida y mi ministerio en nuestra Arquidiócesis de Atlanta. He sido retado en nuevas formas por un mayor nivel de franqueza y honestidad en las conversaciones con mi personal y grupos consultivos, una franqueza que quizás de haberla buscado y reconocido más activamente hubiera podido evitar la situación de la primavera pasada.
Confío en estas lecciones y aún más en sus oraciones, a medida que considero el futuro de nuestra Arquidiócesis de Atlanta, un futuro en el que hemos trabajado juntos por los últimos 18 meses en la articulación del Plan Pastoral Arquidiocesano que guiará a esta Iglesia local durante los próximos cinco años.
Lo que nos conducirá ahora que implementemos nuestro próximo Plan Pastoral no será “¿Qué podemos hacer?” sino “¿Qué debemos hacer?” Siguiendo el ejemplo de nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, no es un negocio, es una misión.
Los pilares fundamentales de nuestra labor como Iglesia son nuestras parroquias, y el crecimiento de la Iglesia en el norte y centro de Georgia ha dado como resultado una necesidad constante de abrir nuevas parroquias o ampliar las que tenemos. Tener éxito puede ser un desafío casi imposible para una parroquia de escasos recursos hasta que tenga un lugar propio para la adoración, y al mismo tiempo puede llegar a ser igual de desafiante para ellos construir una iglesia sin haber alcanzado cierto éxito. Como lo establece San Pablo en 1 Corintios 16:1-3 al pedir que la Iglesia local asista a los pobres de Jerusalén, es mi intención recolectar las ganancias de la venta de la residencia con fondos de otras fuentes para ayudar a incrementar la capacidad en las parroquias que carecen de la habilidad para hacerlo por su propia cuenta. A medida que las parroquias vayan teniendo éxito, ellas lenta y voluntariamente volverán a abastecer esos fondos para que otras comunidades parroquiales puedan beneficiarse de la misma manera. No será el Arzobispo o la “Cancillería” la que tienda la mano, sino más bien la generosidad de la gente de nuestra familia arquidiocesana inspirando la fe de sus hermanos y hermanas de una manera nueva e innovadora.
Esto es solo un ejemplo de las muchas iniciativas interesantes que están siendo diseñadas en respuesta a las necesidades identificadas durante estos intensos meses de consulta que pronto culminarán con la promulgación de nuestro Plan Pastoral Arquidiocesano. Espero poder ofrecerles mi visión para los próximos cinco años en la Arquidiócesis de Atlanta justo después de la Pascua. El plan requerirá de la renovación mutua del compromiso y la confianza, pero sobre todo, de la renovación de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
Creo firmemente que toda crisis representa una oportunidad para crecer en la fe y el servicio, y estoy energizado por la forma en que mi Arquidiócesis—mi familia—siempre se ha apoyado mutuamente, incluso al permanecer de pie junto a su arrepentido Arzobispo. ¡Espero que se unan a mí en oración por el éxito de las nuevas prioridades que juntos hemos identificado para el futuro!