Buscando a Dios en el camino menos transitado
Published febrero 5, 2015 | Available In English
El poeta Robert Frost escribió un poema muy famoso titulado “El Camino No Tomado” en 1920, el cual concluye con esta estrofa:
“Debo estar diciendo esto con un suspiro
En algún lugar, dentro de muchos años:
Dos caminos divergían en un bosque, y yo
Yo tomé el menos transitado,
Y eso ha hecho toda la diferencia.”
Es ese “camino menos transitado” el que nos da una descripción profunda de la vida consagrada que la Iglesia celebra este año. La vida consagrada es un camino que sin lugar a dudas muy pocas personas siguen, pero que claramente ha hecho y continúa haciendo una diferencia significativa en la vida de la Iglesia y en muchas de nuestras propias vidas personales. Realmente somos afortunados si tenemos en nuestras vidas a una mujer o un hombre religioso como mentor, maestro, amigo, colega o pariente.
La vida consagrada es una presencia contracultural en medio del mundo de hoy, como siempre lo ha sido. Quienes recorren este camino continuamente nos recuerdan a todos que ambos caminos en última instancia nos llevan y nos invitan a encontrarnos con Dios. Generalmente la mayoría de nosotros piensa que sabemos más sobre el camino del matrimonio y la vida familiar o sobre la vida de soltero que lo que sabemos sobre el camino menos transitado de la vida consagrada — aunque no estoy muy seguro de que nuestro conocimiento del primer camino no necesite también una extensa revisión a la luz de la sociedad en que vivimos actualmente.
Las mujeres y hombres religiosos son fascinantes para las personas. El mes pasado durante la recepción de la Epifanía que ofrezco para las religiosas de la Arquidiócesis, una representante de los medios locales fue invitada a conocer algunas de las mujeres religiosas que asistieron. Estoy seguro que ella aprendió mucho y espero que haya sido capaz de corregir alguno de sus previos conceptos erróneos acerca de la vida religiosa en la Iglesia de hoy. Aquellas personas que consagran sus vidas son tan diversas como las muchas órdenes a las que pertenecen. Algunas se dedican a la contemplación; algunas participan activamente en los apostolados; algunas son nativas de esta nación; y cada vez más, muchas otras están viviendo sus votos aquí en los Estados Unidos a pesar de haber nacido en otros países. Todas ellas contribuyen a la riqueza de la vida de la Iglesia en el norte de Georgia.
Los tres consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia — que las mujeres y hombres consagrados siguen, confunden a la mayoría de la gente. Y, en verdad, las mujeres y hombres religiosos pasan toda su vida explorando y asumiendo los desafíos que estos consejos les presentan. En nuestra sociedad cargada de sexualidad, la castidad parece atraer la mayor atención. Sin embargo aquellos que llevan una vida consagrada probablemente nos dirían que cada uno de estos consejos está interrelacionado y cada uno ofrece sus propias dificultades.
La castidad no debe estar relacionada con el simple hecho de ser soltero o soltera. La castidad es la virtud que busca satisfacción en estar completamente enamorado de Aquel que es tan real y está tan vivo y presente como cualquier otra persona que pudiéramos encontrarnos. La pobreza es más que simplemente vivir sin riquezas personales, es descubrir una riqueza en el amor de Aquel que satisface los deseos más profundos de nuestro corazón. La obediencia no es esclavitud, esta busca permitir que mi voluntad se adhiera a la voluntad y dirección de otros que acepto como autoridades en mi vida por amor a Cristo.
Estos votos están todos interconectados en la vida consagrada como lo están en nuestras vidas cuando tratamos de amar a otros generosa, desinteresada y respetuosamente. El Papa Francisco le ha pedido a los que llevan una vida consagrada que “despierten al mundo,” demostrando que hay valores que se encuentran al seguir el camino menos transitado. Ellos necesitan alertar a aquellos de nosotros que estamos siguiendo la ruta tomada con más frecuencia para que nos enfoquemos en Aquel que se encuentra en los dos caminos.