Celebrando la orgullosa tradición de las Escuelas Católicas
By Arzobispo Wilton D. Gregory | Published enero 22, 2015 | Available In English
Nuestras escuelas católicas locales aquí en la Arquidiócesis representan y continúan un orgulloso legado del catolicismo en Norteamérica.
Nuestras escuelas católicas en los Estados Unidos ciertamente no son las únicas en el mundo, pero disfrutan de un patrimonio especial de disponibilidad y éxito. Las escuelas católicas de Estados Unidos han jugado un papel fundamental en la educación y la formación de estudiantes católicos y no católicos de todas las categorías sociales y económicas durante más de dos siglos. De hecho, casi la totalidad de las escuelas católicas en nuestra nación se establecieron para educar a los hijos de padres de clase obrera.
Estas escuelas han dependido y continúan dependiendo del firme apoyo de una amplia variedad de personas, principalmente, del extraordinario número de mujeres y hombres religiosos que sentaron las bases para su éxito, del igualmente generoso personal laico que ha asistido y con frecuencia ha reemplazado a esos religiosos en las aulas y de dedicados párrocos y feligreses cuyo apoyo financiero ha continuado aumentando a través de los años.
El éxito de nuestras escuelas católicas también radica en la estrecha colaboración que existe entre padres y maestros que han trabajado y continúan trabajando juntos para proporcionar un enfoque común en la educación y formación de los jóvenes para ser ciudadanos exitosos, generosos y religiosamente dinámicos. El gran número de estadounidenses de diferente proveniencia que se han beneficiado de una educación católica es en sí un homenaje a todos aquellos que han hecho que estas escuelas sean accesibles y exitosas. Muchas personas se han sacrificado y continúan haciéndolo para que nuestras escuelas católicas mantengan esa orgullosa tradición.
Las escuelas católicas no solo educan a quienes ya son católicos, sino también a aquellos que podrían entrar a la Iglesia porque son testigos de la gran fe y caridad que encuentran en nuestras escuelas. Yo mismo estoy en deuda con una pequeña escuela católica al sur de Chicago que no sólo me dio una excelente base académica, sino una introducción a Cristo.
Los desafíos de hoy son reales debido a que los costos para educar a un niño en una escuela católica continúan aumentando. Necesitamos trabajar juntos para hacer frente a esos desafíos, y le damos la bienvenida a la ayuda de entidades públicas e iniciativas legislativas que permiten a los padres elegir lo que ellos legítimamente consideren que sean las mejores escuelas para sus hijos.
Localmente, estamos orgullosos de colaborar con grupos que apoyan las opciones educativas para padres, como The Friedman Foundation, que apoya y cabildea por opciones educativas para todos los padres. Damos la bienvenida a las oportunidades legislativas locales que presentan a los padres con opciones escolares para sus hijos adolescentes. Estamos especialmente agradecidos por las oportunidades dirigidas a las familias económicamente desfavorecidas que ciertamente merecen esas opciones para tomar una decisión para la educación y la formación de sus hijos.
Toda nuestra nación se ha beneficiado del éxito de las escuelas católicas ya que los estudiantes de estas instituciones se han convertido en ciudadanos correctos y leales. Muchos han asumido posiciones de liderazgo y servicio público que han asegurado nuestra salud y bienestar nacional.
Al celebrar la Semana de las Escuelas Católicas, damos las gracias no solo a esas instituciones, sino al gran bien que le han proporcionado a toda la sociedad. Las escuelas católicas han ayudado a hacernos una nación más fuerte y más vibrante a través de las contribuciones de los estudiantes, católicos y no católicos por igual, que se han beneficiado de la excelente formación académica y espiritual que han recibido.
Aplaudo a todos aquellos padres que han confiado a sus hijos a nuestras escuelas, a aquellos cuya generosidad ha mantenido a esas escuelas y a las entidades públicas que continúan ayudando a los padres en su deseo de una educación católica para sus hijos. La Semana de las Escuelas Católicas es una oportunidad para honrar a estas invaluables instituciones, así como a todos aquellos que ayudan a mantenerlas y aquellos que se sientan en los pupitres en esas escuelas esperando su turno para enriquecer a las sociedades que esperan sus futuras contribuciones.