Un llamado urgente a ‘hablar con cariño’
Published diciembre 11, 2014 | Available In English
“Hablen con cariño a Jerusalén y díganle que su esclavitud ha terminado, que ya ha pagado por sus faltas, que ya ha recibido de mi mano el doble del castigo por todos sus pecados.”
Todos escuchamos esas palabras del profeta Isaías el domingo pasado y su significado debió haber sido excepcionalmente conmovedor para quienes lo escucharon en Ferguson, Missouri; la ciudad de New York; Cleveland, Ohio; y otros lugares a lo largo de nuestra nación donde la gente se ha conmocionado, decepcionado y confundido debido a los recientes acontecimientos que han cobrado las vidas de hombres jóvenes negros. “Hablar cariñosamente” se ha convertido en algo mucho más difícil en muchos entornos donde las palabras amargas e insultantes han inundado los medios y el Internet; y parece haber escaseado durante las últimas semanas. Sin embargo, hablar cariñosamente es claramente una realidad muy necesaria.
Hablar con cariño no significa maquillar la verdad, poner excusas o no admitir profundos sentimientos de ira, frustración y ofensa. Hablar con cariño significa reconocer que estamos hablando a otra persona que posee una dignidad dada por Dios y un valor humano inviolable. Significa que la decencia humana pertenece a todas las personas por igual — a las víctimas y sus familiares, a los agentes policiales y sus familiares, a los que se involucran en las protestas y sus familiares. Debemos aprender cómo hablar cariñosamente a todos aquellos comprometidos en estos eventos — algo que quizá de haber sido manejado efectivamente con anterioridad, habría podido evitar las tragedias que ahora debemos afrontar juntos.
La gente puede hablar con cariño aun cuando comunique emociones intensamente sentidas y sostenga opiniones muy contradictorias. Sin embargo, se ha convertido en un arte prácticamente extinto en nuestra sociedad: desde miembros de las iglesias que acosan públicamente a las familias que entierran a sus familiares militares caídos, hasta la retórica de los “talk shows” que maltratan a aquellos cuyas opiniones políticas, sociales o económicas varían de las del anfitrión o los productores, los artistas de rap que degradan a las mujeres en sus letras, y la violencia repugnante que se inserta en muchos productos de nuestra industria del entretenimiento. Hablar con cariño usualmente no gana Emmys, premios por niveles de audiencia o reconocimientos nacionales; sin embargo, nos hace a todos más humanos y llenos de esperanza, como lo debió haber pretendido Isaías cuando su voz profética pronunció esas palabras.
Las conversaciones que ahora deben seguir esos acontecimientos dolorosos, que han logrado demonizar víctimas, manifestantes y funcionarios públicos, tal vez necesitan la voz profética de Isaías como nunca antes. Debemos suavizar la retórica que daña más de lo que ayuda. Debemos hablarnos mutuamente con la verdad y escucharnos humildemente con un respeto que se base en el diálogo civilizado, cariñoso y profundo, habilidades que posiblemente se han extraviado en nuestra sociedad.
Por lo tanto, fue muy útil escuchar el domingo pasado las palabras de Isaías proclamadas para que toda la Iglesia las escuchara. Tal vez todos deberíamos leerlas una vez más antes de someter estos eventos a revisión y comenzar a renovar un espíritu de confianza y justicia en nuestra nación la cual se ha acostumbrado a palabras y acciones hostiles que nos han robado la esperanza de poder ser mejores en el futuro de lo que fuimos en el pasado. Al menos eso es lo que dijo el profeta Isaías a la nación cautiva de Israel— que tal sería su futuro y por extensión el nuestro aquí en los Estados Unidos. La esperanza de un futuro mejor es nuestra si podemos poner a un lado lo que bien podría ser nuestra propia condena al odio, la sospecha, la violencia, la injusticia y la desesperación, y descubrir cómo hablarnos cariñosamente los unos a los otros.