Agradecido reconocimiento al trabajo bien hecho
Published noviembre 13, 2014 | Available In English
Durante más de ocho años, su voz fue la que respondió el teléfono del Arzobispo. Era amable, generosa, lista e increíblemente perceptiva. Creció en su trabajo, combinando sus vastas habilidades profesionales con su sincera fe católica; y probablemente aprendió más sobre la estructura y el funcionamiento de la Iglesia Católica durante ese tiempo, de lo que jamás pudo haber anticipado. Ciertamente ella llegó a conocer muy bien al Arzobispo, y hasta donde sé, este hecho no perjudicó mucho su fe.
Como la mayoría de ustedes probablemente ya saben, Kenya Graham, mi fiel secretaria, ha aceptado un nuevo trabajo en el sector público que representa muchas ventajas profesionales para ella y su familia. Le deseo lo mejor aun cuando lamento su partida.
Kenya es solo una de los muchos amigos maravillosos que han servido a la Arquidiócesis de Atlanta en una variedad de habilidades profesionales. Estos hombres y mujeres de integridad y competencia profesional son a menudo las voces, las manos y los ojos del Arzobispo, y no podría estar más agradecido por sus servicios y asistencia. Estas personas, quienes se encuentran entre las más competentes y generosas que he conocido, trabajan en finanzas, comunicaciones, construcción, educación, archivos, formación, mantenimiento, planificación, desarrollo, tecnología, servicios pastorales, recursos humanos, el tribunal, el periódico, la recepción y todas las demás oficinas y agencias que conforman la Cancillería.
Lamentablemente, yo también comparto la misma falta humana que sufren muchas personas— a menudo se me olvida agradecer a la gente y otorgar a mis colegas el reconocimiento y el respeto que tan legítimamente se merecen. A veces, es en momentos como éste (cuando uno de ellos deja su empleo en la Arquidiócesis de Atlanta) que me doy cuenta de todo lo que les debo y de cuánto nos beneficiamos de sus habilidades y dedicación. Cuando parten por mejores oportunidades laborales, el nacimiento de un bebé, una reubicación familiar, el comienzo de su jubilación, o por cualquier otro motivo, su pérdida es sentida por muchos de quienes hemos tenido el privilegio de trabajar con ellos por tantos años.
Nuestra Cancillería tiene mucha gente talentosa que nos sirve a todos muy bien. Algunos de ellos no son católicos, pero enriquecen la vida de la Iglesia Católica aquí en el norte de Georgia debido a sus cualidades y empeño. Nuestro lugar de trabajo es diverso, con hombres y mujeres de diferentes idiomas, culturas, herencias religiosas y destrezas. Es un buen reflejo de la comunidad de la Arquidiócesis de Atlanta, y cada compañero de trabajo contribuye a nuestra eficiencia y bienestar.
Cuando usted llama, escribe o visita la Cancillería, regularmente se encuentra con algunos de ellos y oro para que su destreza sea una fuente de orgullo y satisfacción para usted tanto como lo es para mí. Ocasionalmente un asunto en particular necesita de mayor atención y a veces la resolución final no agrada a todos, pero incluso en esos momentos, espero que encuentre la amabilidad y la buena voluntad de esta gente tan valiosa. Individualmente quieren ayudar a la misión de esta Iglesia local, y juntos han sido excepcionalmente exitosos haciéndolo.
Cuando Jesús estaba estableciendo la Iglesia, reunió a discípulos a su alrededor que provenían de la gente común. Aquellos primeros creyentes desempeñaban una variedad de ocupaciones, pescadores, constructores, recaudadores de impuestos, fabricantes de tiendas de campaña y un par de políticos entusiastas. Él los convirtió en una comunidad a través de la gracia del Espíritu Santo, y ellos a su vez, invitaron a otros a conocer a Cristo.
Espero que la comunidad de trabajadores (clérigos, religiosos y laicos que sirven a esta Iglesia local en nuestra Cancillería) también nos inviten a encontrar a Cristo a través de su trabajo y dedicación. Les aseguro que a mí me acercan más a Cristo y me hacen verlo con mayor claridad. ¡Gracias de todo corazón a todos mis colegas!