Comenzando de nuevo el camino de conversión espiritual de la Cuaresma
Published marzo 6, 2014 | Available In English
Probablemente todos estemos algo familiarizados con las fiestas santas que otras religiones observan, tales como los días sagrados de los judíos que tiene lugar en el otoño y el período musulmán del ayuno llamado Ramadán, entre muchos otros. Prácticamente cada religión tiene una temporada dedicada a la penitencia y al ayuno, aunque las tradiciones y las razones teológicas varían considerablemente entre cada religión.
Nosotros los católicos comenzamos nuestro tiempo especial esta semana, el Miércoles de Ceniza. La Cuaresma es un tiempo de oración, ayuno y obras de caridad que tienen el propósito de cambiar nuestros corazones y prepararnos para celebrar la Pascua en toda su gloria.
Este momento único del año nos llama a todos a reflexionar sobre el camino de conversión espiritual que cada uno de nosotros busca alcanzar durante nuestras vidas. Cada Cuaresma debemos asumir esta tarea una vez más. Es una actividad anual que nos recuerda que la renovación espiritual no termina nunca. El triple enfoque de la Cuaresma pretende cambiar nuestra relación con nosotros mismos (ayuno), con los demás (obras de caridad), y con Dios (oración). El simple hecho de que éste es un ejercicio anual es un indicio de que estas relaciones pueden modificarse y logran hacerlo —para mejorar o empeorar.
El ayuno y la abstinencia parecen ser las que más llaman la atención cuando se trata de la Cuaresma, ya que a menudo encontramos que son las más difíciles. Todos necesitamos descubrir una actividad que indique nuestro deseo de cambiar nuestra relación con nosotros mismos y que nos recuerde nuestra necesidad de transformar nuestras vidas. El domingo pasado, cuando celebré la Santa Misa en St. Anthony of Padua, el Padre Victor Galier le recordaba a la congregación el inicio de la Cuaresma que comenzaría el Miércoles de Ceniza. Nos decía a todos que debíamos asumir una penitencia que fuera seria—“no algo como renunciar a las coles de Bruselas durante la Cuaresma,” que para la mayoría de la gente no sería difícil. Nuestro ayuno y abstinencia deben representar un esfuerzo serio de renovación espiritual.
Nuestra Iglesia propone algunas actividades que los católicos entre 18 y 59 años de edad, en buena salud, deben asumir a lo largo de este tiempo santo. Las obligaciones más conocidas son específicamente el ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y la abstinencia de carne (para aquellos mayores de 14 años) durante todos los viernes de la Cuaresma. Sin embargo, ¿qué hay de los veganos que se abstienen de comer carne, comida de mar y productos lácteos todos los días de sus vidas? Incluso los veganos católicos deben encontrar formas de expresar su deseo de renovación espiritual durante esta época del año. Cada uno de nosotros debe determinar una manera para entrar en la Cuaresma que tenga el propósito de cambiar nuestros corazones y renovar nuestra vida de fe.
Después se encuentra la obligación de la Cuaresma de intensificar nuestra oración. Mucha gente lo hace asistiendo a misa más frecuentemente durante la Cuaresma—algunos incluso van a misa todos los días de la Cuaresma. Sea cual sea el propósito de su oración adicional, ésta tiene la intención de crear un espacio mayor en sus vidas para Dios, para cambiar su relación con Dios.
Finalmente, se nos pide a todos que cambiemos nuestra relación con los demás, particularmente con los pobres a través de nuestros actos de caridad. Ésto ha sido un tema recurrente para el Papa Francisco a lo largo de este primer año de su papado. Él, ha urgido a la Iglesia que no olvide a los pobres que tan frecuentemente son olvidados. Operación Plato de Arroz, es una iniciativa de Servicios de Ayuda Católica que es un gentil recordatorio diario de separar nuestro dinero suelto para contribuirlo como una donación de Cuaresma para ayudar a alimentar a los pobres. Ese pequeño plato de cartón no sólo contiene nuestro dinero suelto sino que representa un salvavidas para aquellos que tienen hambre en el mundo de hoy, desafortunadamente una población en crecimiento.
Todas estas actividades (ayuno, abstinencia, oración y obras de caridad), conforman el corazón de esta época de Cuaresma como maneras de prepararnos para la nueva vida que nos trae la Pascua. Nos ayudan a anticipar la llegada de nuestros catecúmenos y candidatos, aquellos que pronto se unirán a nosotros en el Altar del Señor cuando toda la Iglesia se renueve y vibre de nuevo como cada año a través de Jesucristo Resucitado. ¡Les deseo una Cuaresma llena de bendiciones a todos!