Lo Que He Visto Y He Oído (23 Deciember 2010)
Published diciembre 23, 2010 | Available In English
La celebración del misterio navideño es la oportunidad que tenemos cada año para recordar tantos momentos lindos de nuestro propio pasado. Todos tenemos recuerdos de Navidades pasadas, en especial aquellas que vivimos cuando niños, y esos recuerdos siempre parecen predominar en la forma en que comprendemos el grandioso hecho de Dios que se hizo Hombre en Cristo.
Recordamos lo que vimos, los sonidos, y los olores de las Navidades de nuestra infancia. Tendemos a asociar esos recuerdos con la definición de lo que hoy significa para nosotros la Navidad. Pero todos sabemos que cada año de vida trae nuevos cambios, y mientras los recuerdos de la infancia tienen mucho valor para nosotros, hemos crecido y hemos agregado más recuerdos a los que ya teníamos en la celebración del don de Cristo Niño.
Hemos incorporado nuevas personas en nuestras vidas y familias; por lo tanto, los hemos incorporado en la celebración actual de la Navidad. También hemos despedido algunos seres queridos que partieron en plenitud al Reino de Dios. Las tradiciones han cambiado y algunos de esos cambios han contribuido al esplendor de la Navidad, y otros han intentado disminuir la naturaleza navideña de esta fiesta. Fuimos testigos de la aparición (y la afortunada desaparición) del árbol de Navidad de aluminio y de la rueda de colores. Hemos soportado la lenta pero implacable secularización de una fiesta religiosa bajo el nombre de “no exclusión” y bajo las incesantes demandas de la corrección política.
Sin embargo, hay otros cambios favorables que hemos adoptado en nuestra celebración navideña. Gracias a la interacción y al contacto con tantas culturas diferentes de este gran país, hemos añadido celebraciones religiosas de otros pueblos a lo que es Navidad para nosotros. Por ejemplo, aceptamos la celebración mejicana de la Posada, el Simbang Gabi de los filipinos, y la tradición polaca de compartir Oplatek; todas costumbres cristianas de estas culturas que resaltan el significado de la Navidad. La Arquidiócesis de Atlanta es una familia multicultural tan grande que éstas y otras tradiciones ayudan a examinar más profundamente el espíritu y el significado de esta fiesta, no solamente a las comunidades donde se originan sino también a todos nosotros.
Las navidades actuales son diferentes a las que recordamos en nuestra juventud. Algunos de estos cambios son afortunados, y otros son bastante lamentables. Al pasar de la infancia a la adultez, deberíamos dejar de lado muchas de las fábulas, personajes y cuentos que hacían que la Navidad fuese una gran fiesta encantada sin que se perdiese el foco de la misma—que Dios se hizo Hombre Verdadero en Cristo. Podemos dejar de creer en Papá Noel, o no comer desaforadamente todas las comidas típicas navideñas que antes comíamos (ahora por razones de salud y figura…). Quizás no aceptemos como hechos reales las imágenes de la infancia que antes definían la Navidad, pero no debemos perder de vista la llegada del Misterio de Dios a la historia humana que celebramos en esta fiesta.
Incorporar nuevas costumbres, recibir nuevos amigos y familiares, descubrir tradiciones étnicas, y abandonar las fábulas de la infancia bien pueden cambiar la Navidad para todos nosotros, pero en el medio de estos cambios, no descuidemos el foco de esta gran época del año: Dios ha elegido hacerse uno de nosotros a causa de su amor por nosotros. No larguemos al Niño Jesús junto con esas costumbres que no son esenciales ni fundamentales para la Verdad que este Niñito vino a establecer.
Feliz Navidad, mis queridísimos hermanos y hermanas en Cristo. Deseo que el 2011 venga colmado de alegría, salud, y felicidad para todos ustedes y sus seres queridos.