Lo Que He Visto Y He Oído (5 Agosto 2010)
Published agosto 5, 2010 | Available In English
Cuando llegó el primer obispo auxiliar de Atlanta en 1966, el Arzobispo Paul Hallinan sufría de hepatitis aguda la cual dos años más tarde le quitó la vida. El Obispo Joseph Bernardin vino de la Diócesis de Charleston para asistir al Arzobispo de Atlanta que estaba enfermo. La población católica de la Arquidiócesis de Atlanta en 1966 era de alrededor de 50.000 personas.
El año pasado en esta misma época recibimos a nuestro segundo obispo auxiliar. Pero circunstancias muy diferentes impulsaron este nombramiento; necesitábamos un obispo auxiliar no porque el arzobispo estaba enfermo, sino porque ahora tenemos tantos católicos, parroquias, ceremonias y acontecimientos que un solo obispo simplemente no puede asistir a todas estas actividades que exigen la presencia del obispo.
Un par de semanas atrás me encontré con un miembro de la arquidiócesis en Publix que me preguntó: ¿“Está disfrutando de su semi-jubilación ahora que tiene un obispo auxiliar”? Lo debo haber mirado con una cara profunda de incredulidad. Mi calendario no ha disminuido nada desde que vino el Obispo Luis Zarama; en cierto sentido, se ha vuelto más intenso. Con todo, él ha sido una bendición increíble para mí y para tantos otros que han llegado a conocer a este excelente y generoso hombre de fe.
Nuestro crecimiento como arquidiócesis ha sido una gran bendición. Actualmente estamos llegando a un millón de católicos dentro de la Arquidiócesis de Atlanta. Las parroquias están vibrantes; las escuelas están prosperando notablemente; y las actividades espirituales y sociales reflejan la energía de una comunidad católica en crecimiento. Hemos sido afortunados de tantas maneras diferentes, y la presencia de un obispo auxiliar es, por lo tanto, una indicación de que el crecimiento de esta iglesia regional requiere más atención episcopal y asistencia pastoral de la que un obispo solo podría proveer. Ésta es la razón por la que generalmente se nombran obispos auxiliares para una Sede; proporcionan el ministerio episcopal adicional que necesita una diócesis debido a su crecimiento, la extensión de su territorio, o las necesidades particulares culturales o de idioma del pueblo de Dios.
Durante el año anterior, el Obispo Zarama realizó varios viajes por toda la Arquidiócesis de Atlanta. Celebró momentos especiales de alegría, confirmó a muchos de nuestros jóvenes, y estuvo presente en reuniones y encuentros como una señal de unidad y esperanza para esta comunidad de creyentes. Le agradezco desde el fondo de mi corazón por su generosa colaboración y sus sabios consejos.
El Obispo Zarama también ha representado a la Arquidiócesis de Atlanta en muchos otros eventos fuera de Georgia ya que una diócesis jamás es una realidad aislada. Pertenecemos a una Iglesia que tiene mucho alcance y que nos llama para que involucremos a otros católicos que están fuera de nuestra frontera. La respuesta de nuestra arquidiócesis frente a las necesidades del pueblo de Haití fue una expresión formidable de nuestra preocupación por los demás. La visita reciente de la delegación de obispos del Sudán y la celebración festiva en Stone Mountain fue otra señal de la importancia que tenemos en la vida de los católicos de todo el mundo. Y en la última noche de mi reciente visita a Irlanda, pude renovar mi querida amistad y estima por el Arzobispo Diarmuid Martin de Dublín durante una cena que él mismo había preparado, acompañada de un diálogo maravillosamente fraternal y acogedor.
La vida de nuestra Provincia (que incluye las diócesis de Georgia, Carolina del Norte, y Carolina del Sur) es también una responsabilidad que ambos debemos recordar. El Obispo Zarama se ha encontrado con muchos obispos durante el año pasado, y ha asistido a las reuniones de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. que reúne obispos de toda la nación para fortalecer la vida de la Iglesia de los Estados Unidos, y para estimular y apoyar la misión de la Iglesia en todas las comunidades diocesanas individuales de nuestro país. Yo he estado muy orgulloso de la manera en que el Obispo Zarama se ha dedicado de lleno al servicio episcopal de la Iglesia regional y de la Iglesia en nuestro país.
El mes próximo irá a Roma para asistir a un seminario para nuevos obispos; el seminario está patrocinado por la Congregación Vaticana para Obispos. Allí conocerá a todos los nuevos obispos del mundo que fueron nombrados el año pasado. Descubrirá otra expresión de la amplitud de la Iglesia Universal y probablemente tendrá un encuentro personal con el Santo Padre en calidad de un nuevo obispo que ha nombrado recientemente. Yo permaneceré aquí mientras él se encuentra en Roma, esperando ansiosamente el regreso de mi ayudante y amigo.