Lo Que He Visto Y He Oído (19 Agosto 2010)
Published agosto 19, 2010 | Available In English
A lo largo del año la Arquidiócesis de Atlanta celebra varios eventos para conmemorar aniversarios especiales. Todos los años comenzamos en febrero con las vísperas y la cena anual para los que han consagrado su vida a Dios; distinguimos a los hombres y mujeres religiosos que han alcanzado un hito importante dentro de sus comunidades religiosas. Más adelante, en la primavera, hacemos una pausa para celebrar los aniversarios especiales de nuestros sacerdotes.
Desde que soy arzobispo, he establecido la tradición de reunir a las parejas de nuestra diócesis que festejan sus 50 aniversario ó 60 aniversario de matrimonio y celebramos este virtuoso acontecimiento en el otoño. Los momentos extraordinarios merecen que hagamos una pausa especial y alabemos a Dios por su bondad y celebremos los logros de los que han sido fieles a las promesas que realizaron en su juventud y que vivieron fielmente durante toda la vida.
Es cada vez más importante poner como ejemplo a estas personas que han mantenido sus compromisos vocacionales; indudablemente, tuvieron errores, desafíos, y fracasos pero también fidelidad y resolución. Todos conocemos personas maravillosas que no han podido mantener sus promesas religiosas o matrimonios, y de todas maneras los queremos. Sin embargo, en nuestra sociedad, también debemos poner como ejemplo a las personas que han logrado cumplir con sus compromisos. Muy a menudo, la sociedad promueve el mensaje de que si algo se rompe, o es difícil, o simplemente cambia, podemos abandonarlo y buscar otra cosa.
Este mensaje presenta una forma de vida que los jovencitos absorben de muchísimas formas. Hoy en día muchos productos se fabrican con la idea de obsolescencia en mente. Computadoras, teléfonos, hasta automóviles, se fabrican con la intención de que duren solamente unos años. ¿Cuántas veces hemos descubierto que es más económico remplazar un producto que tratar de repararlo, si es que, en realidad, existen las piezas de repuesto? Estos mensajes no pasan desapercibidos para los jóvenes. Para muchísimos de ellos, las relaciones humanas sólo tienen un carácter temporal, tal como los productos que desechan sin remordimiento.
Necesitamos ejemplos de fidelidad que los jóvenes de hoy vean no como algo extraño, insólito o raro, sino como la forma del amor perdurable que Dios nos brinda a lo largo de nuestra vida. Los votos matrimoniales y religiosos son relaciones destinadas a reflejar y presenciar la fidelidad perfecta y el amor perdurable de Dios.
Durante las últimas semanas he tenido la oportunidad de presenciar el impacto profundo que el ejemplo público de amor perdurable tiene sobre las personas. Hace poco celebré la misa funeral de un esposo y padre maravilloso que conozco desde hace, por lo menos, 39 años. Él y su esposa habían celebrado 55 años de amor conyugal en familia. Soportaron momentos buenos y malos, y estoy seguro de que entre ellos hubo varias lágrimas, fuertes intercambios de palabras, y disgustos. Pero la gloria de sus 55 años de amor conyugal se mantiene como un reflejo de la forma en que el amor de Dios es aún más duradero y constante.
A principios de este mes, cuando estábamos practicando para una boda, el hermano adolescente menor del novio tragó saliva cuando terminó de escuchar las promesas de los votos matrimoniales, incluso la frase “todos los días de mi vida”, que se iban a intercambiar al día siguiente. Me alegro que este jovencito haya escuchado y entendido, quizás por primera vez en su vida, lo que realmente significa el matrimonio para un hombre y una mujer que inician una relación matrimonial de amor destinada a perdurar todos los días de sus vidas. Aunque sin duda ya había escuchado esas mismas palabras antes, o quizás las había estudiado en las clases de religión, o las había escuchado en otra ceremonia matrimonial, cuando su hermano mayor las pronunció, esas palabras adoptaron un significado nuevo y profundo para él. Ojalá que todos los que viven sus promesas vocacionales encuentren la gracia de ser fieles y valientes, y proporcionen un magnífico testimonio opuesto a los valores que nuestra sociedad promueve y ofrece al mundo.