Lo Que He Visto Y He Oído (2 Abril 2009)
Published abril 2, 2009 | Available In English
El domingo pasado presidí la bienvenida y la introducción oficial del Padre Charles Byrd como nuevo párroco de la Iglesia Our Lady of the Mountains en Jasper. Aunque era un domingo de Cuaresma, el ambiente en la iglesia estaba notablemente jubiloso. En los pocos meses que ya lleva el Padre Byrd en esa iglesia, ha creado un sentimiento cálido y muy positivo entre los fieles. Muchos me comentaron que estaban muy agradecidos porque le había asignado al Padre Byrd esa comunidad como su primera parroquia. Aunque estiman al párroco anterior y todavía lo extrañan, están muy contentos con “el nuevo hombre”.
Somos muy afortunados de tener muchos curas párrocos jóvenes que han comenzado con mucho éxito como párrocos neófitos. También somos muy afortunados de tener muchos sacerdotes experimentados que con los años han mejorado más su pericia y habilidades pastorales. Muchos de estos sacerdotes experimentados fueron los mentores de sus hermanos más jóvenes, por lo que ellos también han de deleitarse con el buen trabajo que han hecho al ayudar a preparar a estos jóvenes sacerdotes para sus primeros trabajos de párroco.
Los fieles esperan ansiosamente recibir a los curas párrocos que han sido asignados para servirles. Nuestras comunidades saben de manera especial que un párroco principiante necesita de nuestra paciencia y fuerte apoyo mientras se acomoda a sus nuevas responsabilidades. Uno de los párrocos principiantes me comentó el otro día: “Los párrocos jóvenes estuvimos juntos recientemente y nos sorprendimos por el hecho de que estábamos reunidos y no hablábamos del cura párroco; ¡nosotros somos los que estamos a cargo ahora!”
Cuando fui a visitar a uno de los párrocos primerizos hace un par de semanas atrás, él ya sonaba como un veterano de muchos años en la comunidad con su conocimiento sobre las luchas por cuestiones de trabajo que habían azotado a esta región de la Arquidiócesis. Estos nuevos párrocos no tienen miedo de encargarse directamente de ayudar a su gente a enfrentar no solo los problemas de la economía, sino también los obstáculos políticos que puedan surgir en su camino. Incluso acompañan a los fieles en las tragedias que afectan a la comunidad, ya sean de índole natural o criminal.
Muchos de estos nuevos párrocos han emprendido proyectos de construcción muy extensos y han demostrado una mano muy hábil en la negociación de contratos. Y se las han arreglado con las complejidades de los requisitos de la oficina diocesana local de culminar el proyecto. Están demostrando las aptitudes necesarias para liderar exitosamente los proyectos de expansión y ya parecen expertos en abordar las necesidades que enfrentan las parroquias en rápido crecimiento.
La mayoría de ellos electrizan y envigorizan a sus comunidades con su jovial entusiasmo y alegría. Todos enfrentan el desafío de servir comunidades multilingües y multiculturales con gran aplomo. Demás está decir que estoy muy orgulloso de estos jóvenes párrocos cuyos éxitos iniciales brindan un muy buen presagio para el futuro de nuestra Arquidiócesis. Mientras tanto, continúan adquiriendo las aptitudes necesarias para liderar en otras parroquias más grandes en el futuro—aunque la mayoría de sus fieles no querrán perder a ninguno de ellos muy pronto.
Estoy seguro de que estos jóvenes párrocos habrán cometido errores también. Ha de haber alguna carta o llamada telefónica con una queja sobre algo que podrían haber hecho o deberían haber hecho, o sobre algo que se atrevieron a hacer de forma diferente en la vida en la parroquia. Pero el sentimiento abundante que encontré en mi reciente visita a una de estas comunidades a cargo de un párroco principiante es que están haciendo un buen trabajo.
Alabo a Dios por haber otorgado a esta Iglesia regional tantos jóvenes sacerdotes habilidosos que aparentemente se han adaptado a su primer trabajo de párroco como “patos en el agua.” Que el señor continúe fortaleciéndolos a ellos y a los fieles para que les puedan servir con alegría, entusiasmo y amor por el Señor Jesús.