El lunes pasado los religiosos y religiosas que trabajan en la Arquidiócesis de Atlanta fueron invitados a celebrar las Vísperas y disfrutar de un cena en celebración de la fiesta de la Presentación del Señor. El Papa Juan Pablo II reservó esta fiesta para reconocer y honrar a los que viven una vida consagrada dentro de la Iglesia católica. Una vez más los monjes trapistas de Conyers ofrecieron su monasterio a nuestra iglesia regional para celebrar esta festividad. Los monjes demostraron su tradicional cortesía, y todos gozamos de la compañía de aquellos hombres y mujeres consagrados que representan a las varias comunidades en donde trabajan para el pueblo de Dios del norte de Georgia.

Durante esta reunión me informaron sobre un acontecimiento importante en la vida de una de nuestras familias religiosas. En abril los franciscanos participarán en un “Capítulo General de las Esterillas” para marcar los ocho siglos de su fundación en 1209. También me informaron que éste será el primer Capítulo General de la Orden que se celebra en más de 700 años.

Tal como lo implica su nombre, esta tradición significa que los franciscanos de todo el mundo se reunirán en Asís (cargando con ellos esterillas para dormir) para gozar de la compañía de todos y reflexionar sobre la misión y la historia de esta sagrada asamblea de hombres y mujeres que son el legado del mismísimo San Francisco de Asís. La última invitación de este tipo a un capítulo general debe haber sido bastante complicada de organizar. En ese entonces los franciscanos venían de comunidades relativamente cercanas que estaban mayormente limitadas a la Europa occidental. En esa época no se viajaba muy rápido, pero sin duda estaban más cerca de Asís.

Hoy se reunirán franciscanos de todos los continentes del mundo. La mayoría viene por avión, barco, tren y automóvil. Hablan en los diferentes idiomas de la familia humana y representan a diversos grupos de franciscanos; sin embargo, todos afirman el legado directo de San Francisco y Santa Clara, el dúo de la villa montañosa de Umbría mundialmente conocido entre los santos del siglo 13 de la Europa medieval.

La Arquidiócesis de Atlanta tiene cierta participación en ese patrimonio; uno de nuestros arzobispos era franciscano. James Patterson Lyke, OFM, sirvió en nuestra Iglesia regional por un período demasiado breve, 1990-1992. También tenemos frailes y hermanas que nos ayudan siguiendo la imagen y el legado de San Francisco y Santa Clara. Algunos de ellos asistirán al Capítulo de la Orden como delegados.

El foco del Capítulo de la Orden será celebrar los ocho siglos de vida franciscana en la Iglesia y pensar sobre el futuro de esta familia de religiosos. Ellos (los participantes) se reunirán con el Papa Benedicto XVI; 800 años atrás el predecesor de la silla de Pedro, Papa Honorio III, recibió a San Francisco y a sus primeros frailes y aprobó la Regla de Vida.

Las personas religiosas que nos rodean conllevan generalmente una historia de muchos años. Es usual que ahora se vistan igual que nosotros. Por lo general, ellos tratan de encarnar la misión de sus fundadores, y atienden a las necesidades de nuestro mundo contemporáneo: catequizan a los jóvenes, proveen personal a nuestras parroquias, enseñan en las escuelas, subvencionan atención médica, prestan ayuda a los inmigrantes, nos ofrecen un oasis espiritual, educan a los niños y, de vez en cuando, se sientan en la cátedra del obispo. Somos afortunados de tener hombres y mujeres religiosos que trabajan en esta Iglesia regional. Yo les agradezco publica y sinceramente por todo su servicio y dedicación.

Los franciscanos se reunirán en una asamblea internacional de celebración, renovación y cordialidad. Tengan todos ellos la certeza de nuestras oraciones y mejores deseos. Si algunos de nuestros delegados locales necesitan esterillas nuevas para llevar, yo conozco miles de personas que se las suministrarán con placer. Y lo único que ellos pedirán a cambio es que recuerden en sus oraciones a la Arquidiócesis de Atlanta y a nuestro pueblo frente a las tumbas de San Francisco y Santa Clara.