Lo Que He Visto Y He Oído (4 Septiembre 2008)
Published septiembre 4, 2008 | Available In English
Habló a los obispos y a los sacerdotes de construir un espíritu de unidad y amor fraternal que refleje la forma en que Jesús formó primeramente a los doce apóstoles. Jesús seleccionó a los doce de forma individual, y cuando terminó su selección, los llamó a todos juntos y los introdujo dentro de un vínculo especial de amistad con él y entre ellos mismos que edificó la fundación del Colegio Apostólico.
Jesús continuó relacionándose con ellos como individuos, y muchas veces separaba a algunos del grupo para darles lecciones especiales de fe. Pero los doce en conjunto constituían una unidad y una fraternidad que debe inspirar los corazones de todos los que buscamos servir a la Iglesia en el ministerio que Cristo encomendó a la primera fraternidad sacerdotal.
Había rivalidades y disputas entre los doce. Había algunos que dudaban. Había algunos fanfarrones. Había algunos cínicos. Hasta había un ladrón. Cada individuo tenía un trabajo diferente. Y a Juan le gustaba sugerir que Jesús tenía sus favoritos. Pero los doce formaban un grupo unido de ministros siervos, y ese es el desafío que nosotros los obispos y sacerdotes afrontamos hoy. Lo hacemos frente a algunos obstáculos enormes. Tenemos experiencias muy diversas; no siempre hablamos el mismo idioma; tenemos diferencia de edades, de temperamentos y de opiniones teológicas. Hemos soportados casi una década de escándalos y vergüenzas que han minado seriamente nuestra habilidad de realmente confiar en los otros. Y a pesar de todos estos obstáculos el Señor Jesús todavía exige que vivamos su Sacerdocio como el único don que compartimos entre nosotros a través de la gracia del Espíritu Santo.
Ron Knott platicó sobre la necesidad de apoyarnos, negándonos a difamarnos unos a otros. Nunca se debe confundir la difamación con la falta de voluntad de decir la verdad o de afrontar las equivocaciones. La difamación tampoco significa quedarse en silencio frente al mal comportamiento. Difamarse unos a otros quiere decir continuar el chismorreo y las habladurías que pueden ser incorrectas o simplemente inventadas. La difamación incluye el silencio frente a los esfuerzos intensos y exitosos de los demás. Pero somos llamados en el amor a hacer algo más que simplemente abstenernos de difamar. Somos llamados a ser edificadores unos de otros por medio de palabras de aliento, apoyo, aprobación, afecto y reconocimiento de talentos y éxitos. El fomento de la unidad sacerdotal es una meta importante que todos los obispos deben aceptar como esencial para su misma misión.
Debo invitar a mis hermanos a tomar conciencia de nuestra unicidad en Cristo a través del Sacramento que compartimos. Esto es sumamente difícil cuando nuestros sacerdotes son tan diversos. No es viable cuando algunos de nuestros sacerdotes se niegan a reunirse con sus hermanos por cualquier razón histórica, imaginada, o justificada.
Nuestros idiomas nos separan. Nuestras edades y experiencias nos distinguen. Nuestras opiniones y puntos de vista nos encasillan. Pero el Sacerdocio de Jesucristo nos une… en Él. Ron Knott estuvo sencillamente excelso en su presentación—oí la voz del Espíritu Santo en sus reflexiones. Deseo que ahora todos los sacerdotes escuchen atentamente lo que el Espíritu nos está susurrando a cada uno de nosotros.