Lo Que He Visto Y He Oído (25 Septiembre 2008)
Published septiembre 25, 2008 | Available In English
El sábado me junté con jóvenes del programa de educación religiosa en la catedral. Era un grupo ideal de adolescentes. Permanecieron sentados y silenciosos durante mi presentación, pero cuando los miraba a los ojos me daba cuenta de que, en ese momento, les hubiese encantado estar en cualquier otro lugar. No querían hacer preguntas—aunque estoy seguro de que si yo hubiese estado con ellos de forma individual hubiesen hablado tanto como lo hacen en su casa. Pero las reuniones en grupo pueden ser intimidantes para los adolescentes. Ninguno de ellos quería mostrarse demasiado interesado o más atento que cualquiera de sus amigos, ¡especialmente en una clase de religión!
Finalmente una muchacha valiente preguntó cómo y dónde podía encontrar un santo para que sea su patrón de Confirmación. Le dije que entrara en Internet en un sitio católico y buscara entre los santos. Ella quería saber algo más: ¿cómo podía encontrar un santo interesante? Una vez más le dije que esos sitios católicos generalmente tienen listas de santos en diferentes categorías—santos irlandeses, italianos o africanos, santos para la gente joven, el santo patrón de los atletas, los panaderos, los artistas, etc.
Es increíble como los jóvenes saben exactamente dónde encontrar la información más reciente sobre Britney, Whitney, Brad o Snoop Dogg, pero nuestros héroes de la fe a menudo están escondidos. Quizás los jóvenes piensan que los santos no parecen reales—vivieron hace mucho tiempos atrás y son “tan aburridos”. Sin embargo, creo que cuando esa tarde estos adolescentes se fueron a su casa, algunos deben haber ido a la computadora para ver si el arzobispo tenía razón.
El Papa Juan Pablo II hizo mucho por realzar a los santos y su papel correspondiente en la vida de la Iglesia. Una parte clave de su herencia papal fue que el mundo católico se interesara por muchos santos. Los santos no tienen blogs, no tienen agentes de prensa, no tienen representantes—ellos simplemente confiaron en la gracia abundante de Dios para vivir sus vidas con excelencia.
Cuando fui presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos durante el pico del escándalo sobre el abuso sexual, tuve la oportunidad de hablar con uno de los editores de una revista de noticias semanal importante. Hablamos sobre el impacto de la pérdida de héroes en nuestra sociedad en un momento en que todas las instituciones, inclusive la Iglesia, estaban sufriendo la falta de modelos, héroes y heroínas. El editor me dijo que sentía que era mejor que tuviésemos personas “con defectos”. Sugería que la revelación pública de una falla moral y ética que hace una figura pública que la gente admira es beneficiosa a largo plazo porque la gente sin defectos solo produce desaliento en el público. También sugería que la imagen popular literaria del “antihéroe” era un modelo mucho mejor para nuestra sociedad. Yo estaba totalmente en desacuerdo y dije que estos “héroes imperfectos” sólo logran bajar los estándares morales que deberían inspirarnos siempre. Los santos son seres reales; se parecen a nosotros en su debilidad humana pero a Dios en su santidad. ¡Creo que los necesitamos ahora más que nunca! Entren en Internet y lean sobre algunos de ellos.