Lo Que He Visto Y He Oído (18 Septiember 2008)
Published septiembre 18, 2008 | Available In English
Los obispos tienen la obligación de ejercer oficios para servir a la Iglesia— el triple munus (oficio) docendi, regendi et sanctificandi: enseñar, gobernar y santificar. Estas responsabilidades se pueden lograr de muchas maneras según las circunstancias con que se enfrenta el obispo, y sus propias experiencias y temperamento particulares. Enseñar la fe se ha vuelto verdaderamente mucho más desafiante en un ambiente donde la gente está constantemente abarrotada de información. Nuestra vida está cargada de datos, y muchos deberíamos admitir que a veces estamos abrumados por la magnitud de la cantidad de información que nos satura. Enseñar la fe dentro de esta atmósfera exige que el obispo encuentre diferentes maneras de llegar a su rebaño para que lea, comprenda, y luego reflexione junto con él sobre los temas de fe.
Los obispos, por naturaleza, escriben cartas, y yo he escrito y he ayudado a escribir algunas de las cartas episcopales importantes de la Iglesia durante la generación pasada. Pero las cartas formales son a menudo largas y exigen mucho tiempo para leer y entender. Ciertos temas de la Iglesia demandan muchos detalles y una minuciosa elaboración del material para que los temas sean presentados de manera adecuada. Sin embargo, en varias ocasiones y oportunidades, una ponencia más breve puede incitar a la reflexión e inspirar a las personas para que lleven la fe con ellos cuando andan en automóvil, hacen las compras de supermercado, aún cuando están navegando por Internet. Esa es la intención de estas columnas— permitirles ver la vida en el mundo de todos los días a través de la luz y el prisma de nuestra fe católica.
Algunos pueden tener más éxito que otros en esto. Pero a través de los años he podido aclarar algunos de los temas que todos afrontamos—la dignidad de la vida humana, la alabanza y vida piadosa de nuestra Iglesia, los desafíos sociales a que nos enfrentamos en el área de la justicia, la orgullosa historia de nuestra fe, los dilemas pastorales que confrontan todas las parroquias, y las demandas de la catequesis y la transmisión de la fe. Si alguna columna en particular les ha provocado interés o quizás les motivó a estar en desacuerdo con alguna observación, entonces han dedicado un momento para reflexionar en la fe; un momento que podrían haberlo dedicado para pensar en algo mucho menos significativo.
Creo que llevo escritas cerca de 750 columnas a lo largo de los años, lo cual sumaría unas 2.200 páginas. No todas tienen el mismo valor, pero en cada una de ellas el obispo ha tratado de hacer participar a la gente en los temas de fe y vida. Estas columnas representan una expresión de mi modesto intento de utilizar este medio para ejercer el munus docendi que acarrea mi título y guía mi servicio de Obispo.