Photo by Julianna LeopoldNorcross
Sesión de preguntas y respuestas con arzobispo, sobre proceso de canonización y vida de santidad
By PERSONAL DE THE GEORGIA BULLETIN | Published septiembre 23, 2025 | Available In English
NORCROSS—El Arzobispo Gregory J. Hartmayer, OFM Conv., y el Padre Branson Hipp, del Centro Católico de Georgia Tech, ofrecieron una sesión de preguntas y respuestas después la Misa de Acción de Gracias por la canonización de San Carlo Acutis y San Pier Giorgio Frassati el 7 de septiembre.
Quienes hicieron preguntas fueron Jane Okonkwo, estudiante de noveno grado de St. Mary’s Academy; Melissa Romo, del ministerio de adultos hispanos jóvenes de la Arquidiócesis de Atlanta; Jesús Rodríguez, de la Oficina del Personal Sacerdotal de la Arquidiócesis de Atlanta; el Padre Gerardo Ceballos González, secretario personal del arzobispo de la Arquidiócesis de Atlanta; y un feligrés que estuvo presente.
Las siguientes preguntas y respuestas fueron extraídas de la sesión y ligeramente editadas por motivo de espacio:
JANE OKONKWO: ¿Qué se necesita para ser santo?
ARZOBISPO GREGORY HARTMAYER: Bueno, no todos los santos tienen halos, ni todos los ángeles tienen alas. Para obtener el título oficial de santo, hay que ser canonizado por la Iglesia, por el Santo Padre. Y la Iglesia toma varias medidas para investigar la santidad de una persona: la devoción que la gente tiene por ella, cómo fue su vida, cuál fue su relación con Cristo. Y luego debe ocurrir un milagro.
Si no han sido martirizados, eso ya es de hecho un milagro. Si uno no es martirizado, sino simplemente una persona santa y lo demostró en la forma en la que vivió su vida, y la gente vio eso y comenzó a orar por uno a través de su intercesión, y ocurre un milagro debido a ello, entonces la Iglesia lo investiga. Ya sea médico, psicológico o lo que sea, la Iglesia dedica mucho tiempo y esfuerzo para asegurarse de que realmente no tenga otra explicación. Si la Iglesia acepta el primer milagro, la persona es beatificada. Se necesita otro milagro para que sea canonizada. Así que hay dos milagros, y a estos dos santos se les atribuyeron dos milagros.
Repito, no todos los santos tienen halos. Hay muchos santos que están en el cielo de quienes ni siquiera hemos escuchado. Incluso algunos de nuestros familiares. Pero de los que sí conocemos, es de los que escuchamos públicamente. Pero hay muchos en el cielo que desconocemos, y eso continúa gracias a personas como tú que se esfuerzan por ser santas en su vida, en su propia vocación.
MELISSA ROMO: ¿Cómo podemos motivar la devoción a la Eucaristía como lo hizo San Carlo Acutis, en los grupos juveniles?
ARZOBISPO HARTMAYER: Bueno, tanto Pier como Carlo tenían una gran devoción por la Eucaristía. ¿Cómo no? ¿Cómo podría un santo no tener devoción por la Eucaristía si es el centro y la cumbre de nuestra fe? Ella es un milagro cada vez que asistimos a Misa. La adoración fuera de la Misa es una manera maravillosa de que los católicos mantengan la devoción por la Eucaristía, de orar en silencio, conversar y encontrarnos con Cristo. Cuanto más nos asemejamos a Cristo y estamos con Él, más gracia recibimos y más santos nos volvemos. Así que no pierdes si asistes a Misa tan a menudo como puedas para desarrollar una verdadera devoción personal por el gran don de la Eucaristía.
JESÚS RODRÍGUEZ: ¿Cómo nos ayudará la canonización a las nuevas generaciones que se están casando? ¿Cómo nos impactará o cómo podemos orar por (los nuevos santos) como familia?
PADRE BRANSON HIPP: Debemos tener ese reconocimiento de que ninguno de nosotros vive esto solo. Estamos destinados a vivir nuestras vocaciones juntos. Pier Giorgio Frassati fue un hombre de inmensa amistad. También contó con un gran apoyo de su comunidad. Creo que, especialmente en el mundo moderno, intentamos vivir las cosas como si estuviéramos solos, incluso aunque seamos individuos que son parte de una unidad familiar. Y la realidad es que nunca fuimos creados para vivir estas cosas solos. Estamos hechos para la comunión. Creo que el don de los santos es ese reconocimiento de que: «No vivo esto solo, necesito a los demás, estoy hecho para una comunidad. Estamos hechos para tener una unidad familiar y para ayudarnos mutuamente a ir a misa y a rezar juntos; para ser creativos en toda la jungla de la vida moderna». Se trata de ayudarnos mutuamente a través de la creatividad, de decir “sí” al Señor y de hacernos preguntas juntos.
ARZOBISPO HARTMAYER: La vida en familia se conoce como la Iglesia Doméstica. Es la Iglesia en casa. Y de ahí es de donde provienen las vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, al ministerio laico; de ahí es de donde salen esas vocaciones: de la Iglesia Doméstica, de tu hogar. Nuestros padres son nuestros primeros y mejores maestros en el camino de la fe. Y, por lo tanto, en la vida familiar, especialmente en esos primeros años, llegas a conocer a Jesús personalmente y a cultivar tu amor, relación y amistad.
PADRE GERARDO CEBALLOS GONZALEZ: Arzobispo, lo he visto administrar el sacramento de la Confirmación a los jóvenes de esta diócesis. ¿Cómo cree que la vida de San Pier Giorgio y la de San Carlo Acutis impactarán a los jóvenes de esta arquidiócesis?
ARZOBISPO HARTMAYER: La Confirmación es uno de los siete sacramentos y, como todos los demás, otorga gracia. La gracia es gran parte de la vida de Dios. Cuanta más gracia tengamos, más nos asemejaremos a Dios. Así que, la Confirmación es la conclusión del período de iniciación entre el Bautismo y la Confirmación. Después de la Confirmación, eres miembro de la Iglesia con todos sus privilegios y responsabilidades. La Confirmación es un sacramento muy importante. Me encanta celebrarlo. Me encanta estar con ustedes en las Confirmaciones. Ustedes me dan vida. Me dan esperanza. Y me hacen reír. Disfruto estar con ustedes en la Confirmación. Aquellos de ustedes que se están preparando para la Confirmación o lo harán en el futuro, espero con ansias celebrar este sacramento con ustedes. La gracia es el combustible que nos mantiene fuertes y nos acerca como discípulos de Cristo. Y eso es lo que estamos llamados a ser.
PADRE CEBALLOS GONZALEZ: Una pregunta para el Padre Branson sobre el Centro Católico de Georgia Tech. ¿Ha visto el impacto de la vida de estos dos jóvenes santos en la vida de los jóvenes estudiantes de su centro católico?
PADRE HIPP: Creo que mucha gente tiene esa idea de que la religión implica desconectarse de la humanidad y vivir en las nubes. Y eso no es cierto, porque la forma en la que Dios nos salvó fue haciéndose hombre. Lo que veo como capellán de Georgia Tech, al trabajar con jóvenes y ver sus preguntas dentro y fuera de la Iglesia, es un profundo anhelo por algo real y sustancial. El corazón está hecho para el significado. Así que, existe un intenso anhelo de que la vida importe y signifique algo. Estos santos, especialmente estos dos, son una señal de que la vida está hecha para Cristo, y es hermosa y debe ser desafiante. Como dijo Pier Giorgio, estamos en una peregrinación. Estamos en un viaje y subir la montaña debe ser difícil, pero vale la pena. Y cuando llegas a la cima, ves con claridad, y esa es la vida cristiana. Creo que debemos buscar lo que estos santos veían y reconocer el llamado de que no estoy hecho para reprimir mi humanidad, sino para vivirla en toda su amplitud, porque Dios se hizo hombre.
FELIGRES: ¿Cómo sabemos que personas que no han sido santificadas, como nuestros familiares, pueden tener la seguridad de que irán directo al cielo sin la credibilidad del Papa para asegurarlo?
ARZOBISPO HARTMAYER: Si le preocupan algunos familiares que quizás no asisten a la iglesia, no rezan mucho o no tienen una relación muy estrecha con Cristo, no se olvide de orar por ellos. Estamos celebrando un el Año Jubilar de la Esperanza, y la resurrección nos da esperanza. A veces, simplemente, a algunos les toma más tiempo desarrollar una relación con Cristo, tanto a nivel personal como comunitario. Nunca pierda su esperanza en ellos. Nunca. Sea auténtico y firme en su propia fe. Esta seguirá contagiándolos, aunque no lo reconozcan de inmediato.
PADRE HIPP: Parte de lo que estamos llamados a hacer es confiar en la bondad de Dios, respetando la libertad humana, pero también reconociendo que estamos llamados a decir “sí”. Es el hombre que ve con claridad porque conoce a Cristo quien marca la diferencia y permite que otros digan “sí”. Recibimos ayuda en nuestro “sí” a través del “sí” del arzobispo. A él lo ayudan en su “sí” sus hermanos obispos y los sacerdotes. Nadie dice “sí” solo.



