Un jubileo de esperanza
By ARZOBISPO GREGORY J. HARTMAYER, OFM Conv. | Published diciembre 16, 2024 | Available In English
Vivimos tiempos difíciles y el futuro parece aún más incierto. La paz que anhelamos parece escaparse de nuestro alcance a medida que vemos que las guerras continúan escalando en Ucrania y Medio Oriente y que conflictos explotan en muchas otras partes del mundo.
Nuestras comunidades han sido sacudidas por el crimen y la violencia. Grandes partes de nuestro país han experimentado la ira de la naturaleza, con catástrofes que van desde huracanes hasta incendios forestales. Vemos gente deambulando por nuestras calles, viviendo en la pobreza y sin saber de dónde vendrá su próxima comida. Si bien sabemos que Dios tiene el control sobre todas las cosas en todo lugar y momento, a menudo nos sentimos frustrados al no entender su voluntad.
Así como la belleza es propia del amante, Dios hace que todas las cosas sucedan de una manera apropiada y hermosa según su voluntad. Él es el artista, la vida entera es su mosaico. Él es el gran tejedor que une todas las cosas para formar un tapiz exquisito. San Gregorio de Nisa escribe: “Por toda la eternidad puso en los corazones de los hombres el hecho de que nunca podrían descubrir lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin”.
Dios acomoda todas las cosas según su sabiduría, pero no tenemos la capacidad de entender todo lo que hace. Sus obras y sus designios tienen sentido, pero no siempre para nosotros. Isaías lo resume bien cuando escribe: “Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos –oráculo del Señor–”.
Pidamos a Dios la gracia de aceptar la vida que podemos ver, la vida que nos ha dado, y de disfrutarla plenamente. Y nunca perdamos la esperanza. Aunque el mundo en el que vivimos cambia constantemente, la buena noticia es que “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre”.
Jesús es la puerta de la esperanza. Él quiere entrar en nuestros corazones. No olvidemos nunca que somos peregrinos en un viaje. No tenemos un hogar permanente en esta tierra. En el tiempo de Dios, el mundo como lo conocemos pasará. Por ahora, recordemos seriamente las palabras del autor del Libro del Eclesiastés: “…comprendí que lo único bueno para el hombre es alegrarse y buscar el bienestar en la vida”.
“La esperanza no defrauda”. Con estas palabras de San Pablo a los Romanos, el Papa Francisco inició una bula de convocación que anuncia el año 2025 como Jubileo de la Esperanza, comenzando en la Nochebuena de 2024 con la Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, y terminando el 6 de enero de 2026, Solemnidad de la Epifanía.
El Santo Padre escribió: “Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea, para todos, ocasión de reavivar la esperanza”.
En nuestra tradición católica, el jubileo es “Año de perdón de los pecados y también del castigo debido al pecado, año de reconciliación entre adversarios, tiempo de conversión y de recepción del sacramento de la reconciliación. Los temas que reciben especial atención incluyen: solidaridad, esperanza, justicia, compromiso de servir a Dios con alegría y en paz con nuestros hermanos y hermanas. Un año jubilar es sobre todo el año de Cristo, que trae vida y gracia a la humanidad”.
En los últimos 25 años hemos llevado a cabo varios jubileos: el Gran Jubileo del año 2000, que celebró el bimilenario del nacimiento de Cristo, y los jubileos extraordinarios de 2013 (Año de la Fe) y 2016 (Año de la Misericordia). El tema del Jubileo de 2025 es “Peregrinos de la esperanza”. La peregrinación es, por supuesto, un elemento fundamental de cada jubileo. El inicio de un viaje se asocia tradicionalmente a la búsqueda humana del sentido de la vida. Una peregrinación es una gran ayuda para redescubrir el valor del silencio, del esfuerzo y de la sencillez de la vida.
El Papa Francisco ha decretado que el domingo 29 de diciembre de 2024, fiesta de la Sagrada Familia, en todas las catedrales del mundo, los obispos diocesanos celebren la Santa Misa como solemne apertura del año jubilar. Celebraré la Eucaristía a las 10:30 a.m. ese día en la Catedral de Cristo Rey, en Atlanta, la iglesia madre de esta arquidiócesis, y los invito a acompañarme.
En preparación para el Jubileo de la Esperanza, los animo a leer la Bula de Convocatoria del Santo Padre para el Jubileo Ordinario del Año 2025, “La esperanza no defrauda”. Pueden encontrar el documento y otros recursos para el Jubileo en el sitio web oficial del Vaticano. Además, el sitio web de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos tiene varios recursos. Hay enlaces a ambos recursos en el sitio web de la Arquidiócesis de Atlanta.
Aun en medio de un mundo agitado y de tiempos inciertos, el Santo Padre nos invita a mirar al futuro con esperanza. En sus propias palabras: “El próximo Jubileo, por tanto, será un Año Santo caracterizado por la esperanza que no declina, la esperanza en Dios. Que nos ayude también a recuperar la confianza necesaria—tanto en la Iglesia como en la sociedad—en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación. Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor”. ¡Que esta esperanza sostenga a cada uno de nosotros y que el Señor nos conceda su paz!