El precioso regalo de la vida
By OBISPO JOHN N. TRAN | Published diciembre 14, 2023 | Available In English
Mientras continuamos preparándonos para la celebración del nacimiento de Cristo en Navidad, mis pensamientos se vuelcan al precioso regalo de la vida.
El Señor Jesús vino a nosotros como un recién nacido, un ser humano vulnerable y valioso. El hecho de que Dios se hizo carne en forma de niño dice mucho sobre la dignidad de toda vida. El hecho de que Jesús creciera y se desarrollara en el vientre de María nos enseña que el tiempo de espera, el tiempo de crecimiento, no es en vano. El desarrollo de un niño en el útero está lleno de santa expectativa, de gracia, de misterio y de un significado vital.
Considerando lo anterior, animo a todos a asistir al menos a una de las nuevas oportunidades que el nuevo año nos ofrecerá para defender la vida, desde la concepción hasta la muerte natural. Habrá una Misa por los no nacidos a las 10 a. m. en la Iglesia del Espíritu Santo en Atlanta y la Marcha por la Vida se celebrará en enero en Washington, D.C., y en Georgia el 22 de febrero a las 10 a. m. en Liberty Plaza.
Como católicos, estos eventos nos brindan la oportunidad de proclamar el valor de la vida, de demostrar que esta es un don de Dios en todas sus formas. En un mundo donde muchos creen que la ciencia triunfa sobre la fe, nosotros nos mantenemos firmes en la prueba científica de que la vida comienza en el útero.
De hecho, debido a los avances en la atención neonatal, los bebés prematuros pueden sobrevivir gracias al cuidado amoroso de sus médicos y enfermeras. Cerca de aquí en el Hospital UAB en Alabama, un bebé de 16 meses llamado Curtis Means tiene el récord mundial de ser el bebé prematuro más joven que ha sobrevivido.
Michelle Butler, la madre de Curtis, comenzó su trabajo de parto con solo 21 semanas y un día de gestación el 5 de julio de 2020. En el plan de Dios, los meses que él pasó en el hospital los habría pasado desarrollándose en el útero de su madre. Y, sin embargo, llegó temprano y luchó por vivir. Quizás su historia sea una evidencia para los dudosos de que el feto de 21 semanas ya es humano, ya un hijo de Dios divinamente deseado que ansía con gozosa esperanza ese momento en el que tomará su primer respiro.
Mientras esperamos una vez más la celebración del nacimiento de Cristo, oro para que nuestros corazones y mentes se vuelquen con amor hacia esos niños no nacidos, hacia esas madres y padres que pueden tener miedo por cualquier motivo; y para que en estos días y semanas les ofrezcamos la seguridad de que cuentan con nuestras oraciones y el mensaje que el ángel llevó a María: “No temas”. No tengan miedo de la vida que crece y espera, de la promesa del amor de Dios. Estén abiertos y dispuestos a ser los siervos del Señor: “Hágase en mí según tu voluntad”.