Una búsqueda de la paciencia durante la Cuaresma
Published marzo 2, 2022 | Available In English
Es el inicio de la Cuaresma. El momento en el que evaluamos el tipo de sacrificio que podemos hacer durante esta temporada mientras comenzamos nuestro recorrido de arrepentimiento deseosos de prepararnos adecuadamente para celebrar el milagro de la Resurrección y su infinito perdón y bendición. Por un lado, está el renunciar a algo que realmente nos gusta y por el otro el asumir una acción que demuestra acercarnos más al Evangelio. En esta Cuaresma en particular me gustaría sugerir que un objetivo adecuado sería una búsqueda de la paciencia.
Anteriormente una luz amarilla en la vía solía indicar “Disminuya la velocidad, comience a detenerse”. Ahora, la mayoría de los conductores se apresuran a pasar el semáforo, a menudo no antes de que cambie a rojo. Llevamos una prisa constante, muchas veces sin saber claramente por qué. Es simplemente un hábito. Es cierto que a veces llegamos tarde porque ha aparecido una interrupción inesperada en nuestro horario, pero no me refiero solo al ajetreo diario; también es nuestra falta de voluntad para escuchar, reflexionar e intentar llegar a un acuerdo con alguien.
Cuando nos confesamos decimos, “Necesito ser más paciente”. Así que parte de nuestra penitencia, de nuestra voluntad de mejorar, de no pecar más, debe ser orar fervientemente y planear ser pacientes.
En el pasaje de la 1ª Carta a los Corintios que a menudo escuchamos en una boda, San Pablo nos dice, “El amor es paciente, es servicial”. Ese es nuestro primer desafío para encontrar la paciencia. Si decimos que amamos a nuestro prójimo y que básicamente estamos intentando vivir una vida más similar a la de Cristo, nuestro amor, entonces, debe ser paciente. ¿Le pediré a Dios que me ayude a detenerme antes de responderle a alguien sin caridad? ¿Le pediré a Dios la gracia de ser más indulgente? ¿Le pediré a Dios más disposición para esperar?
A los poderosos del mundo no les gusta esperar, se han acostumbrado a recibir todo rápido. Los impotentes, en cambio, se pasan la vida esperando ayuda, un trabajo, una respuesta. Si es Cristo a quien queremos parecernos no podemos exigir ni demandar una vida sin esperar. Jesús no fue paciente con los hipócritas, pero si lo fue con los pecadores y con el sufrimiento. Se tomó el tiempo para instruir a sus discípulos con cuidado.
Así que parte de nuestra oración por paciencia debe ser: “Señor, haz que me sienta más cómodo esperando”: esperando que un niño comprenda cierta verdad, esperando que un padre anciano esté de acuerdo, esperando una señal que nos indique que estamos en el camino correcto.
Nuestra mayor tarea en la tierra es esperar el momento en que podamos escuchar: “Bien hecho, siervo bueno y fiel. Ahora puedes disfrutar de la gloria del Señor”. Curiosamente, esperar que se cumpla esa asignación no nos resulta tan difícil.
El capítulo 12 de la Carta de San Pablo a los Romanos está lleno de consejos muy prácticos para vivir según la ley de Dios y para hacer del mundo un lugar más feliz y comprensivo. En el versículo 12, San Pablo nos dice, “Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración”. Ese no es un mal propósito para esta Cuaresma.
Hace poco escuché a un maestro de retiro decir que nuestra cultura de realización secular (lo que pienso que debo tener para ser considerado próspero y exitoso) ha dejado a la gente enojada y sin esperanza o fe. Ese es el peligro de querer siempre más y de quererlo más rápido, y es el motivo por el cual necesitamos ser pacientes mientras esperamos las bendiciones de la Resurrección.
“Señor, hazme un instrumento de tu paz”, dice San Francisco. Sabemos lo que sucede cuando somos instrumentos impacientes. Recurrimos a la fuerza y a la violencia, nos entregamos al miedo y a la ira. Cuando estamos dispuestos a esperar, a ser pacientes, participamos del sacrificio de Cristo, y compartiremos su alegría y triunfo sobre la muerte.
Pronto llegará la Pascua, y mi deseo es que disfrutemos del recorrido y que saboreemos los pasos, los momentos a lo largo del camino.