Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Cuando la conciencia interfiere con el bien común

By OBISPO BERNARD E. SHLESINGER III | Published septiembre 30, 2021  | Available In English

Bishop Bernard E. Shlesinger III

Recientemente tuve una conversación con alguien sobre si las autoridades pueden forzar o presionar a una persona para que se vacune. Estuve de acuerdo con esa persona en que, en última instancia, debemos obedecer nuestra conciencia al actuar y respetar nuestros derechos con respecto a las cuestiones morales. Sin embargo, también le dije que no firmaría un formulario de exención religiosa que respaldara la elección de no vacunarse.

Le mencioné a esta persona que mi papel como obispo (padre) incluye enseñar e informar la conciencia de los demás en lugar de abandonarlos para sacar conclusiones por sí mismos. Decirle simplemente a otra persona “lo que pienses o decidas” sin enseñarle la verdad o el bien que se puede hacer sería una irresponsabilidad de mi parte.

En cuanto a la vacuna para proteger la vida, no se puede dejar de lado la consideración del bien común a la hora de tomar decisiones morales. El principio fundamental según lo declarado por Santo Tomás de Aquino con respecto a las decisiones morales es que “el bien debe hacerse y perseguirse, y el mal debe evitarse”.

La objeción de conciencia puede respetarse por razones religiosas en cuanto a si una persona puede o no tomar las armas contra otra, pero el deber de preservar nuestro propio país e incluso nuestra propia familia es un bien que puede pesar más que la preferencia personal si hay una causa justa de por medio. Si hay quienes se oponen por motivos de conciencia a la defensa de su país, ¿deberíamos promover la objeción de conciencia con respecto a un problema de salud pública? En conciencia, no puedo hacer esto como obispo y, por lo tanto, no puedo promover la firma de formularios de exención religiosa.

Confieso que me molesta un poco cuando la gente reclama derechos de conciencia en relación con la vacuna y no habla de deberes hacia los demás. Por ejemplo, cuando la gente dice que tiene derecho a elegir (es decir, que están a favor de la libre elección), yo digo que también tiene el deber de preservar la vida (es decir, estar a favor de la vida).

¿Qué es lo que está en juego? Aquí está en riesgo más que la libertad individual: está en juego la responsabilidad de defender la vida de los demás.  Obispos, sacerdotes y padres necesitan formar la conciencia de quienes son susceptibles de enfocarse en los derechos sin enfatizar los deberes. Necesitamos darle a la gente una brújula para guiar su conciencia cuya aguja apunte a la caridad mientras busca la verdad sin compromiso.

Dios no simplemente está en el cielo y reclama sus derechos. ¡Dios es amor! El Hijo de Dios entró en la condición humana y sufrió por nosotros. Salvar la vida es el objetivo de Dios, no salvar los derechos del hijo individual para que vaya por su propio camino hacia la destrucción.

El Papa Francisco afirma inequívocamente que vacunarse es un acto de amor y que “no hay amor más grande que dar la vida o (incluso los derechos) por un amigo”. Necesitamos “un hombre todo terreno”, como Santo Tomás Moro, que defienda la verdad en plena conciencia cuando esta se encuentre en juego. Sin embargo, también necesitamos una Madre Teresa como figura, para que apoye a los pobres cuando sus vidas están en peligro. Sí, los derechos de la conciencia deben respetarse cuando consideramos cómo actuar, pero la formación de la conciencia en la caridad es responsabilidad de todos nosotros cuando se trata de nuestro bien común.


Nota del editor: Después de terminar sus estudios universitarios, el Obispo Shlesinger fue comisionado como oficial en la Fuerza Aérea de los EE. UU. y se convirtió en piloto. En 1990, cuando comenzó sus estudios para el sacerdocio, se retiró del servicio activo.