Una invitación a considerar servir en el ministerio de cárceles y prisiones en sus oraciones
Published agosto 5, 2021 | Available In English
“¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?” (Mt 25:39)
“Permanecer aislados” ha tenido un impacto en la vida de todos nosotros durante la pandemia, pero lo han sentido más profundamente quienes viven en instalaciones, como hospitales, centros de vida asistida y prisiones. Dentro de los límites geográficos de la Arquidiócesis de Atlanta, hay más de 230 centros penitenciarios, 32 de ellos administrados por el Departamento de Prisiones del estado, dos instituciones federales y 196 cárceles de condados y ciudades.
Es posible que muchos de los que viven en estas instituciones nunca reciban la visita de un sacerdote, diácono, religioso o ministro católico laico. Una razón obvia para esto es la restricción de visitantes debido a un posible brote de COVID-19 dentro de una instalación. Antes de la pandemia, la razón principal de la falta de visitas era que no había suficientes voluntarios católicos capacitados que pudieran recibir una autorización para ser parte del ministerio a los encarcelados.
Mientras nuestras cárceles se preparan para comenzar una etapa post-pandémica y permitir visitantes, al Padre Kevin Peek ha recibido la asignación de coordinar el ministerio de los pocos clérigos, religiosos y laicos que ya se dedican al ministerio de cárceles y prisiones. Pero más importante aún, el Padre Peek estará trabajando con los párrocos para invitar a nuevos voluntarios de nuestras parroquias a formar parte de este ministerio.
El desarrollo de equipos más cercanos a las prisiones y cárceles parece la mejor solución para servir a un número mayor de nuestros hermanos y hermanas que viven en un tipo diferente de “comunidad cerrada”. Le pido a quien lea este artículo que considere en sus oraciones cómo podría involucrarse en el ministerio de prisiones y que acuda a su párroco quien podrá enviarle su nombre al Padre Peek.
El ministerio de prisiones implica más que la visita y la administración de los sacramentos. Nuestros hermanos y hermanas que “permanecen aislados” deben experimentar el amor de una comunidad parroquial, a pesar de la distancia, a través de cartas o tarjetas. El objetivo del ministerio de cárceles y prisiones es hacer que estas personas formen parte de la vida parroquial en lugar de excluirlas de ella y relegar la responsabilidad a algún departamento de la Iglesia. No podemos permitir que alguien que está “fuera de nuestra vista” esté “fuera de nuestro corazón”. El amor debe ir más allá de las rejas de la prisión y tocar a aquellos que viven en una “comunidad cerrada”.
La historia del hombre rico (Lc 16: 19-21) que cenó suntuosamente mientras el pobre Lázaro yacía fuera de su puerta debería desafiarnos a todos con el fin de asegurarnos de que nadie se quede por fuera y que sus necesidades sean desatendidas. ¿Iremos más allá de las puertas que nos alejan de los prisioneros que tienen hambre de comunión y reconciliación? ¿Los juzgaremos como un problema del que debe ocuparse la sociedad en lugar de verlos como hermanos o hermanas que necesitan una comunidad parroquial?
“¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?” La respuesta de Cristo a esta pregunta es importante en nuestra vida como cristianos: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo (Mt 25:40).”