Dios me hace reír
Published agosto 11, 2020 | Available In English
San Antonio de Padua me hace reír cada vez que le rezo cuando pierdo algo. Me río porque siempre lo encuentra; independientemente de lo que es y de dónde está. No siempre lo hace de inmediato, pero eventualmente me ayuda a encontrarlo. Me río cuando me muestra que lo que perdí estaba exactamente donde lo dejé.
El mes pasado, pasé un tiempo relajante con tres amigos sacerdotes en la costa del Océano Atlántico. Llevé conmigo un par de libros, entre los cuales estaba “Escuché a Dios reír“ de Matthew Kelly, un autor católico muy popular que atrae a muchas personas. Me parece que Kelly es fácil de leer y práctico en su espiritualidad.
Este oportuno libro captura bien estos últimos seis meses, ya que hemos estado preocupados, inquietos y nuestras rutinas de oración se han visto interrumpidas. El libro de Kelly habla sobre el hábito de la oración. Durante estos días de enfermedad, muerte, inconveniencia, racismo, violencia, manifestaciones e iglesias cerradas, algunas personas se han alejado de Dios en lugar de acercarse a él. “¿Por qué deberíamos rezar”? Sin embargo, la pregunta más difícil es “¿cómo deberíamos rezar?”
Kelly dice que se necesita 21 días para establecer un nuevo hábito en nuestras vidas, para arraigar sus raíces lo suficiente como para que la primera brisa fuerte no lo derribe. Este autor desafía al lector a pasar solo 10 minutos al día durante 21 días usando este método que aborda los obstáculos que nos impiden perseverar en la oración.
El primer paso de su Proceso de Oración de 7 Pasos es la Gratitud: debemos comenzar dando gracias a Dios de una forma personal por aquello por lo que estamos más agradecidos. El segundo es la Conciencia: recordar los momentos, dentro de las últimas 24 horas, en los que no fuimos la mejor versión de nosotros mismos, y hablar con Dios sobre estas situaciones. El siguiente son los Momentos Significativos: identificar alguna experiencia del día y explorar lo que Dios podría estar tratando de decirnos a través de ella. Después sigue la Paz: Pedirle a Dios que nos perdone por cualquier ofensa cometida (contra nosotros mismo, nuestro prójimo o Dios), y que nos llene de una paz profunda y duradera. El quinto lugar lo ocupa la Libertad: hablar con Dios sobre cómo nos está invitando a cambiar nuestras vidas, a experimentar la verdadera libertad. Después siguen Otros: Elevar a Dios una oración por cualquier persona por quien sintamos que deberíamos orar hoy y pedirle que la bendiga. El último paso es rezar el Padre Nuestro.
Kelly pregunta: “¿Cómo suena la risa de Dios?” Y luego responde, “suena como la sonrisa de un bebé recién nacido; . . . un ave volando alto en el cielo; . . . la anticipación de un primer beso; . . . un nuevo comienzo; . . . un largo trago de agua fría después de un día bajo el sol abrasador y el suave toque de una madre mientras su hijo descansa”.
Nuestra risa es el reflejo de la risa de Dios, hecha como somos a su imagen y semejanza. Es mi deseo que, en medio de los desafíos de nuestros días, no olvidemos reírnos sabiendo que la alegría del Evangelio triunfa sobre todas nuestras pérdidas y luchas. Que San Antonio interceda por nosotros para que encontremos el tiempo para orar diariamente y para que nunca olvidemos el amor de Dios.