Buscando la compañía de María
By BISHOP JOEL M. KONZEN, SM | Published junio 16, 2020 | Available In English
La edición de junio de una revista para sacerdotes, titulada simplemente “El sacerdote”, hace alusión en su portada al artículo “Acudiendo a María durante una pandemia”. El Papa Francisco, representante principal de nuestra Iglesia, y el Arzobispo Gómez, líder episcopal de los Estados Unidos, han hecho precisamente eso: el Santo Padre refiriéndose frecuente a su necesidad de acudir a la Madre de Nuestro Señor en estos tiempos, y el Arzobispo Gómez liderando a la nación en la re-consagración de los Estados Unidos a María.
El Papa Francisco nos ha ofrecido una oración que podemos usar, “Oración a la Virgen María para pedir protección contra el coronavirus”. Esta es realmente una oración corta en la que se pide fuerzas para continuar y protección. La protección se implora especialmente en la última parte de la oración, que es el antiguo “Sub Tuum”, una oración muy breve que ha sido parte de la oración diaria de los maristas, mi orden, y muchas otras: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desprecies las suplicas que te dirigimos en nuestros momentos de necesidad y líbranos de todo mal, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.”
Incluso antes del COVID-19, algunas parroquias ya habían comenzado a rezar la Oración a San Miguel Arcángel unidas, buscando fuerza, protección y liberación del pecado. El “Sub Tuum” se puede utilizar de la misma manera. Fue en nuestro bautismo que María se convirtió en nuestra Madre. A partir de ese momento, ella nos instó, nos acercó a su Hijo, hasta que estuvimos preparados para recibirlo en el regalo de la Sagrada Eucaristía. Una y otra vez, ella nos dirige hacia Él, para que podamos desear y alabar adecuadamente Su presencia y para poder actuar como alguien que puede interceder por nosotros ante su Hijo debido a su cercanía a Él.
A medida que leo artículos en varias revistas católicas e incluso en la prensa secular durante nuestro singular período de confinamiento, veo que aparecen dos temas predominantes. El primero es lidiar con el miedo de todo tipo: miedo a lo desconocido, miedo a infectarse, miedo a la angustia económica, miedo al hambre creciente y a las necesidades de salud, miedo a los disturbios sociales. El segundo es lo que generalmente se llama ”resiliencia”, que es prácticamente enfrentar el momento con estrategias para sobrevivir, aprovechar al máximo este giro inesperado para todos en el mundo, celebrar lo que tenemos en común a medida que encontramos nuestro camino y buscar que toda esta experiencia nos afecte lo menos posibles.
Nuestras oraciones a María a menudo piden su intervención, su protección, pero siempre hablan o indican nuestra confianza en lo que ella puede hacer por nosotros debido a su relación con Jesús y su preocupación universal como madre: María, Madre de la Iglesia, a quien acabamos de celebrar litúrgicamente. Además, recientemente celebramos la Fiesta de la Visitación, un ejemplo bíblico del cuidado maternal y la amistad que creemos que caracteriza la vida de María en la Iglesia. Tiene mucho sentido que, durante esta amenaza continua de enfermedad y aislamiento, busquemos el apoyo de María, nuestro apoyo incondicional, ya sea en el rosario, la Letanía de Loreto, la devoción del primer sábado, el Ángelus, el Memorare, el “Dios te salve, María”, cualquiera de tantas oraciones a la Santísima Madre, o simplemente el “Ave María” o el “Sub Tuum”.
Es posible que hayan escuchado el dicho: “El valor no es la ausencia del miedo, sino el triunfo sobre él”. Nosotros que vivimos con la fe puesta sobre el triunfo más grande, la Resurrección, ahora buscamos triunfar sobre cualquier temor u obstáculo, y estamos seguros de que la compañía de María nos ayudará personalmente y como familias parroquiales a resistir esta especia de cruz, ese signo de sufrimiento y triunfo con el que ella está tan familiarizada.