Los Soñadores deben contar con nuestra protección y apoyo
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Comentario | Published diciembre 7, 2017 | Available In English
Regularmente, la Biblia utiliza los sueños de las personas para anunciar mensajes de fe importantes. Tanto el antiguo como el nuevo testamento frecuentemente emplean sueños para revelar el plan y el designio de Dios. En las enseñanzas del Antiguo Testamento, el sueño de Jacobo fue una confirmación de la promesa de Dios de conducir a su pueblo a una nueva tierra fértil. El joven José fue llamado “el soñador” por sus hermanos, quienes estaban resentidos por sus sueños. El sueño de José fue quizás el más importante del Nuevo Testamento, ya que lo invitaba a aceptar el designio de Dios escogiendo a María para que se convirtiera en la Madre de su Hijo, nacido del Espíritu Santo.
Los sueños son maravillosos e importantes para ayudarnos a descubrir lo que Dios podría tenernos destinado. Nosotros, los estadounidenses actualmente contamos con aproximadamente 1 millón de “Soñadores”, quienes nos necesitan para que les ayudemos a completar y a cumplir sus sueños. Estos jóvenes toman su nombre en inglés de “DREAMERS”, de un acrónimo de una propuesta legislativa (the Development, Relief, and Education for Alien Minors Act o Acta de Desarrollo, Alivio y Educación para Extranjeros Menores de Edad), para proteger a las personas que fueron traídas a los Estados Unidos durante su niñez, muchos en su infancia.
La mayoría de los Soñadores simplemente no conocen otro país diferente al nuestro. Ellos han sido buenos estudiantes, residentes honorables y contribuyentes importantes a los Estados Unidos, incluyendo a algunos que sirven actualmente incluso en nuestras fuerzas armadas. Ellos merecen protección, que se les permita continuar haciendo contribuciones positivas a nuestra nación y, finalmente, que puedan formalizar su ciudadanía como estadounidenses. Ellos están actualmente atrapados en artimañas políticas que nos degradan y los asusta. Estos jóvenes no deberían ser peones en el juego de ajedrez de la política de los Estados Unidos. Sus vidas son demasiado valiosas para ser manipuladas en esta política de la cuerda floja.
En última instancia, nuestro país necesita con urgencia implementar políticas de inmigración comprensivas razonables, efectivas y éticas que respeten la dignidad humana de aquellos que buscan ser admitidos en nuestro país; estas políticas deben garantizar y monitorear nuestras fronteras y continuar nuestro orgulloso legado de ser un país acogedor para aquellos que buscan los beneficios de la libertad y la oportunidad. Nuestros Soñadores representan lo mejor de ese patrimonio, ya que han demostrado honestidad, trabajo duro, cooperación cívica y voluntad para impulsar a nuestra nación. Su necesidad de seguridad y la resolución de su estatus son de vital importancia en este momento.
Ahora que comienza el Adviento, una temporada en la que los sueños juegan un papel tan importante, les pido que contacten a sus funcionarios electos en Washington y los urjan a actuar en este asunto del cual dependen las vidas de estos maravillosos jóvenes. Nuestros Soñadores no deberían ser tratados como nada menos que los jóvenes llenos de esperanza y deseosos de seguir las reglas que son.
El Adviento es la temporada de la Iglesia donde los sueños juegan un papel distintivo en el plan de Dios para nuestra salvación. Nuestros Soñadores deben poder dar la bienvenida al Niño Jesús libres de las amenazas que continúan nublando sus futuros y enlodando nuestro gran legado de acogida y compasión. La gran mayoría de los estadounidenses creen que nuestros Soñadores deberían ser respetados y protegidos de más incertidumbres sobre su futuro, y nosotros como pueblo de Dios deberíamos insistir en que sus sueños se cumplan y en que nuestra nación sea más justa al hacerlo.
Tómense unos cuantos momentos para escribir, llamar o enviar un correo electrónico a sus funcionarios electos y pídanles que apoyen la legislación que resolverá la situación de aquellos entre nosotros que solo sueñan con vivir en este país, el cual han conocido desde niños y orgullosamente llamaran suyo, y al que continuarán contribuyendo.