Washington, DC
Presidente y vice presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos defienden a refugiados de todas las religiones
Published enero 30, 2017 | Available In English
WASHINGTON — El Cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, Texas, Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés) y el Arzobispo José H. Gómez de Los Angeles, Vicepresidente de la USCCB, emitieron el 30 de enero la siguiente declaración conjunta sobre la nueva política de refugiados anunciada por el Presidente Trump en una orden ejecutiva el 27 de enero.
La orden ejecutiva suspende la entrada de refugiados a los Estados Unidos por 120 días. La orden también suspende indefinidamente la admisión de refugiados Sirios e impide el ingreso, por 90 días, de personas provenientes de siete países predominantemente musulmanes.
A continuación la declaración conjunta completa:
Durante los últimos días, muchos hermanos obispos han hablado en defensa del pueblo de Dios. Estamos agradecidos por su testimonio. Ahora, invitamos a todos los fieles católicos a sumarse a nosotros a unir nuestras voces con todos los que hablan en defensa de la dignidad humana.
El vínculo entre cristianos y musulmanes se basa en la fuerza inquebrantable de la caridad y la justicia. En Nostra Aetate, el Concilio Vaticano II nos instó a trabajar sinceramente por un entendimiento mutuo en el que todos “procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres”. La Iglesia no renunciará en su defensa de nuestros hermanos y hermanas de todas las religiones que sufren a manos de perseguidores despiadados.
Los refugiados que huyen del ISIS y otros grupos extremistas están sacrificando todo lo que tienen en nombre de la paz y la libertad. A menudo podrían ser perdonados si tan sólo se rindieran a la visión violenta de sus torturadores. Sin embargo, se mantienen firmes en su fe. Muchos constituyen familias, no diferentes de la de usted o de la mía, que buscan protección y seguridad para sus hijos. Nuestra nación debe acogerlos como aliados en una lucha común contra el mal. Tenemos que estar vigilantes para detectar infiltrados que quisieran hacernos daño, pero siempre debemos ser igualmente vigilantes a la hora de acoger amigos.
El Señor Jesús huyó de la tiranía de Herodes, fue falsamente acusado y luego abandonado por sus amigos. No tenía dónde reclinar su cabeza (Lc 9:58). Acoger al extranjero y a los que están huyendo no es una opción entre muchas en la vida cristiana. Es la forma misma del cristianismo en sí. Nuestras acciones deben hacer que la gente recuerde a Jesús. Las acciones de nuestro gobierno deben hacer que la gente recuerde la humanidad básica. Cuando nuestros hermanos y hermanas sufran rechazo y abandono, nosotros elevaremos nuestra voz en su favor. Los acogeremos y los recibiremos. Ellos son Jesús, y la Iglesia no se apartará de Él.
Nuestro deseo no es entrar en el terreno político, sino anunciar a Cristo vivo en el mundo de hoy. En el momento mismo en que una familia abandona su hogar bajo amenaza de muerte, Jesús está presente. Y Él nos dice a cada uno de nosotros: “todo lo que hicieron por uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron por mí” (Mt 25:40).