‘La auténtica verdad del misterio de la Navidad’
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Comentario | Published enero 12, 2017 | Available In English
La culminación de la temporada navideña nos deja a todos con una tarea obvia, y no me refiero únicamente a la tarea de guardar las decoraciones de la temporada, sino a descubrir “¿cómo hacemos la transición hacia el año nuevo?”
¿Cómo traemos la verdad del misterio de la Navidad al mundo cotidiano en el cual vivimos? ¿Cómo conciliamos un bebé que nació para salvarnos con la brutal realidad de los ataques terroristas, o la imagen de los tres magos racialmente diversos con las actitudes racistas que constantemente minan culturas y grupos étnicos unos contra otros? ¿Cómo influye la huida de la Sagrada Familia a Egipto en nuestras actitudes hacia aquellos que son inmigrantes y refugiados entre nosotros? ¿Qué tiene que ver el sacrificio de los Santos Inocentes con nuestras leyes de aborto bajo cualquier circunstancia?
En otras palabras, ¿qué historias nos dejan ver la buena nueva de la salvación de Dios y cuáles falsamente moran en la horrible inhumanidad de los seres humanos? ¿Es el misterio de la Navidad realmente solo desinformación ficticia, o es la auténtica verdad que contrarresta y corrige el angustiante comportamiento de nuestro mundo?
Los medios de comunicación llenan nuestras vidas con constantes reportes de violencia, odio, injusticia y crueldad. Las historias de compasión, misericordia, reconciliación, sanación y esperanza parecen insignificantes en comparación con los acontecimientos hostiles en nuestro mundo.
¿Qué historias revelan la verdad?
La Navidad nos recuerda anualmente que la gracia de Dios siempre es mayor que nuestros pecados. No podemos guardar esa esperanza junto con las decoraciones.
La celebración del Dr. Martin Luther King este próximo lunes 16 de enero, nos recuerda que el trabajo de la armonía racial no debe ser simplemente un sueño que una vez él tuvo y que ahora está perdido para nosotros. La narrativa de los Santos Inocentes no es una historia bíblica metafórica sobre recién nacidos que fueron brutalmente asesinados, mientras que los bebés que pierden sus vidas por el aborto son simplemente el precio que debemos pagar por la tan mencionada libertad de elección.
Al desmontar el árbol y quitar las luces, nos debemos preguntar si la historia de Navidad pertenece solo a las semanas más cercanas a la fiesta o si este misterio del amor triunfante de Dios debe permanecer en el centro de nuestras vidas y no simplemente ocupar unos pocos días en diciembre.
Cuando leemos o vemos las constantes noticias opresivas que dan excesivo detalle a cada desastre —natural y humano— y a la violencia incontrolable de nuestro mundo, ¿alguna vez consideramos estos hechos como la distorsión de lo que Dios nos invita a ver como Su mano activa en nuestro mundo? Muy a menudo los comentarios que le siguen a estas tristes historias solo logran intensificar su brutalidad, ya que algunas personas hacen comentarios que en ocasiones son incluso más brutales que los mismos acontecimientos.
A medida que llenamos las cajas con decoraciones, debemos preguntarnos qué debemos conservar en nuestros corazones y espíritus del misterio de la Navidad, que nos permita ver la verdad que Dios quiere que recordemos todos y cada día: que somos queridos y apreciados y que estamos destinados a vivir en paz unos con otros hasta ese día que entremos al Reino que el mismo Padre nos tiene preparado.
Los adornos y las luces que han transformado nuestras casas y patios como un alegre recordatorio del nacimiento de Cristo se pueden guardar por otro año, pero la esperanza y la verdad que simbolizan deben permanecer visibles y accesibles cada día del año nuevo para ser contemplados por todos.