Lo Que He Visto Y He Oído (9 Octubre 2008)
Published octubre 9, 2008 | Available In English
No existe gente “simplemente católica”. Todos pertenecemos a alguna parroquia, diócesis o comunidad. Uno puede ser católico activo, católico que practica con poca frecuencia, o católico inactivo. Estoy seguro de que ella debe haber pensado que su nombre y procedencia no eran importantes, pero yo no puedo apartar esa conversación de mi mente. He tenido experiencias similares en el pasado con gente que acababa de conocer. Los católicos pertenecen a una parroquia o a una comunidad de culto de algún lugar específico que tiene un nombre y una historia—aún cuando ellos no estén interesados en revelárselo a los obispos viajeros.
La parroquia es el lugar donde la mayoría de los católicos encuentran y practican su fe. Estas comunidades están cerca de “la parte superior de la cadena alimenticia pastoral” en lo que se refiere a la importancia de la vida de nuestros pueblos. Es en las parroquias donde la mayoría de nosotros vivimos el catolicismo. Los obispos nunca deben olvidar esta realidad, y generalmente no la olvidamos.
Nuestros servicios en la oficina diocesana (Chancery) deben estar orientados a construir, asistir y satisfacer las necesidades de nuestras parroquias. Alternativamente, las parroquias deben también recordar que pertenecen a una comunidad de fe más amplia además de la iglesia regional en donde se encuentran, y a la Iglesia universal que incluye a los creyentes de todo el mundo y “del mundo futuro”.
Los últimos dos años hemos estado ocupados con nuestro proceso de planificación estratégica. Un tema recurrente ha sido concentrar la energía y los esfuerzos de la oficina diocesana en las necesidades de nuestras parroquias, y estoy totalmente de acuerdo con este proyecto.
Las parroquias, a pesar de su papel esencial en la vida de la gente, nunca podrían cumplir con toda la misión de una Iglesia regional. La oficina diocesana provee ciertos servicios que son exclusivos de las oficinas internas. Por ejemplo, servicios de personal, tribunal eclesiástico por causas matrimoniales, recursos humanos, procedimientos e implementación para ambientes seguros, coordinación vocacional, servicios financieros, y las obligaciones administrativas del obispo son algunas de las actividades que están más allá de la capacidad de cualquier parroquia individual.
Sin embargo, todos estos servicios, al igual que muchos otros, necesitan centralizarse en las parroquias donde la gente se encuentra con el catolicismo día a día. En comunidades crecientes como la Arquidiócesis de Atlanta, el futuro desarrollo necesita coordinación y foco. Necesitamos agencias que vean más allá y crucen los límites parroquiales para poder construir, fortalecer y mantener las estructuras que asistirán a estas comunidades regionales vitales de fe. Las parroquias no existen para las diócesis, pero no pueden cumplir con su misión dentro del mundo del catolicismo sin la ayuda de la diócesis.
No hay gente que es “simplemente católica”. No hay comunidades que son “simplemente parroquia”. No hay diócesis que pueda funcionar bien sin tener en cuenta y sin responder a las necesidades de esos lugares regionales donde todos los católicos se encuentran con la palabra de Dios y con los Sacramentos en unión con vecinos, amigos, y gente nueva (ya sea que estén inscritos o no en la parroquia). Juntos se convierten en parroquias. No hay diócesis que pueda cumplir con su misión sin la Iglesia universal. Nos complementamos unos a otros desde “la parte superior a la inferior y desde la parte inferior a la superior”.