Lo Que He Visto Y He Oído (29 Octubre 2009)
Published octubre 29, 2009 | Available In English
Las comunidades eclesiásticas que ocupaban el mundo de San Pablo eran pequeñas en comparación, y muchas de ellas se verían diminutas en tamaño al lado de las parroquias más pequeñas de Atlanta. No obstante, San pablo quería que esos primeros cristianos tomaran consciencia de las necesidades de los demás. Los discípulos se cuidan entre ellos; esta actitud es una antigua dimensión de nuestra fe en Jesucristo.
El segundo Sínodo de los Obispos para África puso en relieve las necesidades de la Iglesia en África, así como también los dones que África confiere a muchas iglesias locales—incluso la Arquidiócesis de Atlanta—a través del clero y de los religiosos que sirven con generosidad en todo el mundo.
Sin embargo, la Iglesia en África necesita considerablemente la ayuda de la Iglesia en el mundo desarrollado. No es que África sea un continente indigente, ¡muy por el contrario! África es rica en todo tipo de recursos naturales. Sin embargo, sigue siendo un continente explotado por las actividades inescrupulosas de muchas corporaciones y países que violan su riqueza junto con la colaboración total de muchos gobiernos y empresarios africanos. No hay duda de que es una historia triste, y todos deberíamos tomarnos el tiempo para ver si algunas de esas corporaciones y compañías multinacionales donde tenemos inversiones son culpables de esa actividad opresora.
No obstante África también es una tierra donde la violencia se extiende por todos lados y ellos mismos se la provocan. Uno de los obispos sudaneses que asistía al sínodo tuvo que irse antes del tiempo porque una de sus parroquias había sido atacada por rebeldes que capturaron y crucificaron (sí, esa fue la tortura seleccionada) a unos feligreses.
Desafortunadamente, esa violencia no es un acontecimiento aislado que ocurre en lugares como Somalia y el Sudán. En muchos otros países las elecciones son una ocasión para disturbios políticos y sociales, y castigos brutales. Los obispos que pastorean estas comunidades son hombres de una fe extraordinaria, y su gente los iguala en fe y esperanza. Sin embargo, su situación apremiante sigue dependiendo altamente de la atención y respuesta de la comunidad mundial. Ésta es una de las razones por cual el Santo Padre convocó a este segundo Sínodo de Obispos para que la gente escuchase y respondiese a las necesidades de estas iglesias locales y al gran sufrimiento de tanta gente en ese vasto continente.
En el sínodo varios obispos se esforzaron por hablar conmigo sobre la posibilidad de colocarlos en nuestra lista para la Campaña Anual por las Misiones. Les aseguré de que íbamos a tener presente sus pedidos. Recibimos muchos pedidos similares de la Iglesia en tierras misioneras: Vietnam, América Central y Latinoamérica, los países del ex bloque comunista, y las diócesis en el Caribe. Existen diferentes tipos de “segunda colecta” que responden a las necesidades de estas tierras de misiones: Servicios Católicos de Ayuda (Catholic Relief Services), la colecta para la Iglesia en América latina, la colecta para las iglesias en la Europa del Este, y nuestras campañas para Cooperación Misionera. Además, muchas de nuestras parroquias apoyan las necesidades de sus parroquias hermanas en algunos de estos lugares. Nosotros respondemos a Mustard Seed, a las Misioneras de la Caridad, y a otras comunidades religiosas que sirven a los pobres en todo el mundo. Cuando se produce un desastre natural, respondemos rápido con nuestra generosidad tanto internacional como localmente. Somos personas generosas; por eso tuve la certeza de que algunas de estas diócesis africanas se beneficiarían de nuestra caridad.
Christine Heusinger en la Oficina de Corresponsabilidad (Stewardship) controla los diferentes pedidos que nos llegan. Una vez al año suma los fondos que se han recolectado en nuestras parroquias para Cooperación Misionera y divide esa cantidad entre aquellos que nos han pedido ayuda durante el corriente año. Muchos de ustedes ayudan de diferente manera apoyando directamente la obra de la Iglesia y las necesidades de los pobres a través de otras organizaciones de benevolencia.
No hay forma de agradecerles suficientemente por la caridad que ustedes demuestran con esa gente y con las comunidades de fe que dependen de nosotros.
Discipulado significa que nos cuidamos unos a otros. Discipulado significa que las necesidades de la Iglesia nos llegan al corazón y nos inspiran para ayudar con las necesidades de los otros, ya sea los afectados por las inundaciones y los huracanes locales que destruyen la vida de las personas en nuestro propio país o en tierras que sólo conocemos por la lectura. Parece que lo único que nos hace falta es una advertencia de la necesidad, y entonces abrimos nuestra vidas para preocuparnos por los otros. Es una tradición que San Pablo comenzó con la antigua Iglesia, y desde entonces hemos seguido teniendo “segunda colecta”. ¡No veo que vayan a terminarse mientras nosotros veamos que existen necesidades!