Lo Que He Visto Y He Oído (19 Febrero 2009)
Published febrero 19, 2009 | Available In English
El sábado pasado por la tarde escuché una homilía que me hizo meditar sobre una experiencia que yo también había compartido. El sacerdote de una parroquia de Fort Lauderdale celebró una homilía que estaba llena de muchas imágenes buenas y atraía el interés de la gente. A la vez, la homilía era muy profunda y hacía hincapié en una verdad del Evangelio.
El sacerdote habló sobre una joven pareja que había regresado recientemente de Roma donde había pasado su luna de miel. Al finalizar la misa se detuvieron para hablar con el sacerdote y le dijeron que estaban a punto de dejar la Iglesia. Él les preguntó si había dicho algo durante la misa que los había afligido mucho. Ellos le dijeron que la causa no era la misa a la que acaban de asistir sino una experiencia que habían tenido en Roma con un confesor que había sido extremadamente severo con el sacramento de la penitencia.
Le comentaron al sacerdote que, luego de haber asistido recientemente a una audiencia papal de los miércoles como recién casados, decidieron recibir el sacramento de la reconciliación en la Basílica de San Pedro. Allí se encontraron con un confesor que evidentemente fue muy severo a tal punto de ser cruel en la administración del sacramento a esta joven pareja.
Uno de mis amigos, sentado cerca de mí, asentía con la cabeza a la experiencia que describía la homilía. El significado de la homilía era que Cristo Compasivo siempre trató con amabilidad a los pecadores, y en realidad los confesores de hoy tienen la obligación de hacer lo mismo. Los confesores pueden ser exigentes e incluso muy francos, pero nunca crueles.
Indiferentemente de lo que este confesor en particular le dijo a la joven pareja, los ofendió profundamente y los llevó a pensar sobre su pertenencia a la Iglesia. Ya sea que la reacción inicial de ellos haya sido genuina o quizás exagerada, el dolor fue real. Nosotros, los confesores, debemos ser cuidadosos y recurrir a Cristo para la manera en que compartimos su perdón con las personas que Él nos confía a nuestro cuidado.
La próxima semana comenzamos la Cuaresma, y el sacramento de la penitencia estará o debería estar en nuestros pensamientos. Cristo Compasivo conoce el corazón humano y le ofrece su perdón generosamente a través del ministerio sacramental de sus sacerdotes. Nosotros, los sacerdotes, también somos llamados a la reconciliación puesto que somos parte del pecado propio a nuestra naturaleza humana.
En mi opinión, la mejor preparación para un confesor es buscar el sacramento como penitente de forma regular. Hallando el perdón que Cristo nos ofrece a cada uno de nosotros pecadores, recordaremos la generosidad de su misericordia y la obligación de recibir a los que buscan lo mismo de nosotros, los confesores.
Cristo Compasivo encabeza la época de Cuaresma, y nos llama para ir hacia él en busca de la misericordia y el perdón que brinda a los pecadores. El homilista confortó y consoló a la joven pareja. Yo supongo que, al encontrarse con él, ellos se dieron cuenta de que su desafortunada experiencia con el sacramento de la reconciliación fue más bien una excepción y no una regla. Me alegro de haber escuchado esta homilía en particular; me dio mucho para pensar como penitente y confesor.