Lo Que He Visto Y He Oído: El arzobispo responde
Published marzo 31, 2014 | Available In English
“Estamos perturbados y decepcionados al ver que los líderes de nuestra Iglesia no dan el ejemplo de una vida sencilla como lo pide el Papa Francisco. ¿Cómo podemos infundir ésto en nuestros hijos cuando ellos ven a sus líderes arquidiocesanos viviendo extravagantemente? Le pedimos que reflexione de nuevo sobre la decisión y que entienda el papel ejemplar que debe desempeñar el clero para que la juventud de nuestra sociedad pueda responder al llamado de Jesús. Ni nuestro hijo de 14 años ni nuestro hijo de 18, entienden el mensaje que está transmitiendo.”
Así decía sólo una de las muchas cartas, correos electrónicos y mensajes telefónicos sinceros, auténticos y de reproches francos que recibí la semana pasada de gente de fe a través de esta Arquidiócesis y de sus alrededores. Sus acusaciones apasionadas hacia mí como Obispo de la Iglesia Católica y como un ejemplo para ellos y sus hijos, son cortopunzantes y sinceras. Y debí haberlas visto venir.
Por favor comprendan que yo no tenía ningún deseo de mudarme; sin embargo, la parroquia de la Catedral tiene un problema, aunque éste es positivo. La Catedral de Christ the King es una de nuestras parroquias más grandes, más vibrantes y de mayor crecimiento –pero está limitada por su terreno. El sitio que ocupa hoy la actual rectoría podría utilizarse para una expansión si los sacerdotes pudieran moverse a una nueva rectoría cerca de allí. Debido a la proximidad de la residencia del Arzobispo con respecto a la Catedral y a la manera en la que la residencia está configurada con habitaciones independientes y espacio común, un día el rector de Christ the King reunió el valor para pedirme que considerara el permitir que la parroquia comprara la residencia del Arzobispo para reutilizarla como su rectoría. Tenía más sentido para ellos estar a una corta distancia de la Catedral que para mí, así que accedí, sabiendo muy bien que literalmente dejaba al Arzobispo sin un sitio donde vivir.
Poco después, la Arquidiócesis y la parroquia de la Catedral recibieron un generoso legado de Joseph Mitchell, incluyendo su hogar en Habersham Road, para el beneficio de toda la Arquidiócesis, pero especialmente de su querida parroquia, la Catedral Christ the King. A través de la extraordinaria bondad de Joseph Mitchell, recibimos una porción perfecta de terreno en donde reubicar la residencia del Arzobispo.
Algunos han sugerido que habría sido apropiado para la parroquia de la Catedral construir una rectoría en la propiedad de Habersham y pedirle a los sacerdotes que viajaran de un lugar a otro, y en retrospectiva eso podría ser cierto. ¡Sin embargo, en ese momento pensé que el no renunciar a la residencia del Arzobispo, la cual estaba tan cerca de la parroquia de la Catedral, podría haber sido percibido por las personas de la parroquia como un acto egoísta y arrogante, y podría dañar mi relación con ellos!
Entonces accedí a vender la residencia de West Wesley a la parroquia de la Catedral y comencé a buscar un lugar diferente en donde vivir para mis sucesores y yo. Fue entonces cuando por decirlo así, perdí de vista el objetivo. El plan parecía muy simple. Construiríamos aquí lo que teníamos allá-habitaciones independientes y zonas comunes, una amplia cocina para eventos y mucho espacio para recepciones y otras reuniones.
Lo que no nos detuvimos a considerar, y esa omisión recae sobre mí y sólo sobre mí, fue que el mundo y la Iglesia habían cambiado.
Incluso antes de que el fenómeno que hemos llegado a conocer como Papa Francisco fuera elegido para ocupar la Cátedra de Pedro, nuestros propios defectos y debilidades nos recordaron a los Obispos de la Iglesia que estamos llamados a vivir más simplemente, más humildemente y más según a las enseñanzas de Jesucristo, quien nos reta a vivir en el mundo y no del mundo. El ejemplo del Santo Padre y la manera en la que la gente de todos los sectores de nuestra sociedad ha respondido a su mensaje de alegría y compasión sin pretensiones, ha creado grandes expectativas para todos los católicos e incluso para muchos que no comparten nuestra comunión.
Como pastor de esta Iglesia local, una responsabilidad que aprecio más que cualquier otra, ciertamente más que cualquier construcción de ladrillos y mortero, estoy decepcionado de que mientras mis asesores y yo podemos justificar este proyecto desde el punto de vista físico, logístico y práctico, yo personalmente fallé al proyectar su costo en términos de mi propia integridad y credibilidad pastoral con el pueblo de Dios en el norte y en el centro de Georgia.
No consideré el impacto que tendría para las familias a través de la Arquidiócesis, quienes a pesar de tener dificultades para pagar sus hipotecas, sus servicios públicos, sus matrículas y otras cuentas, responden fielmente año tras año a mi solicitud de ayudar financieramente a nuestros ministerios y servicios.
No consideré la difícil posición en la que puse a mis obispos auxiliares, sacerdotes, diáconos y demás miembros del personal arquidiocesano que han intentado responder a las inquietudes de los fieles sobre los recientes artículos de los medios, cuando ellos mismos podrían no estar seguros de qué creer.
No consideré el ejemplo que estaba dando a los hijos jóvenes de la madre que me envió el correo electrónico con el que comencé esta columna.
Me disculpo sinceramente y de todo corazón con todos ustedes.
Enseñamos que parte de la corresponsabilidad es sobre lo que das y la otra parte sobre saber cómo utilizar lo que decides dejar. Yo creo que eso es cierto. Nuestra intención era recrear la residencia que dejé atrás pero sé que hay situaciones a través del país, donde los ordinarios locales han abandonado sus grandes hogares, algunas veces por necesidades financieras y otras por decisión propia, y continúan buscando maneras de interactuar con las familias que están bajo su cuidado pastoral sin la percepción, real o imaginaria, de un estilo de vida ostentoso.
Entonces, ¿hacia dónde nos dirigimos a partir de este punto?
Mi intención es continuar deliberadamente hacia adelante y hacer un mejor trabajo escuchando del que hice antes, cuando pensé que ésto era simplemente cuestión de empacar y mudarme de una casa a otra similar dos millas más lejos. Hemos cubierto todos los ángulos desde el punto de vista físico y logístico, pero dejamos pasar desapercibidas las implicaciones pastorales. Me temo que cuando debí haber estado consultando, estaba sólo realmente reportando, y esa es mi falla. Me disculpo profundamente con aquellos que quizás por respeto o preocupación, podrían haber dudado en el momento de aconsejarme en contra de esta dirección.
La Arquidiócesis cuenta con organismos ya establecidos donde tengo acceso a la sabiduría colectiva de nuestro clero y laicos. En abril me reuniré con el Consejo Arquidiocesano de Sacerdotes, y a principios de mayo con nuestro Consejo Pastoral Arquidiocesano (un órgano consultivo conformado por un grupo multicultural de católicos de todas las edades que representan a parroquias de diversos tamaños). Pediré al Consejo de Finanzas de la Arquidiócesis que programe una reunión extraordinaria. En cada una de estas reuniones buscaré que me orienten sinceramente sobre la mejor forma de proceder.
Si la voluntad de estos grupos de representantes en quienes confío es que la Arquidiócesis inicie el proceso de venta de la residencia de Habersham así se hará, y yo buscaré comprar o alquilar algo apropiado en otro lugar.
Ha sido un gran privilegio y un gran honor ser su Arzobispo durante los últimos nueve años. Les prometo que servirles a ustedes es el motivo por el cual me levanto cada día-no la casa en la que vivo o el código postal al que llega mi correspondencia. Nunca arriesgaría las relaciones personales y valiosas que he construido con muchos de ustedes por algo que personalmente significa tan poco después de todo.
Humilde y consternado les pido que oren por mí y les aseguro, hoy como siempre, que oro por ustedes.